El Mercado de San Blas, ubicado en la Plaza de Abastos en pleno corazón de la capital riojana, no siempre fue mercado pero sí San Blas. Y es que el ya convertido en uno de los símbolos de la ciudad hereda su nombre de la que fue la iglesia de San Blas.
Esta iglesia fue demolida en 1837 con la intención de darle un uso muy distante al de un mercado gastronómico, ya que sus piedras se emplearon para la construcción de una muralla a modo de fortificación que rodearía por completo la ciudad de Logroño durante la primera Guerra Civil Carlista que duraría desde el año 1837 hasta 1861.
Fue en 1928 cuando se encargó el proyecto al arquitecto, Fermín Alamo, quién inauguraría el nuevo Mercado de San Blas en diciembre de 1930.
No obstante, la historia de este reconocido mercado logroñés iniciaría un nuevo capítulo en 1987, cuando se procedería a la restauración de este edificio.
Desde entonces y sin descanso, el mercado continúa recibiendo gente y ofreciendo la esencia de La Rioja en forma de alimento, a la vez que se adapta a los nuevos tiempos y a sus continuas innovaciones y avances como, por ejemplo, ocurrió con la incorporación de los ascensores (tanto para la carga como para el público).
Y es por eso precisamente, porque los tiempos avanzan y traen consigo cambios, que hasta el lugar más tradicional y característico del Casco Antiguo de una ciudad se adapta por supervivencia y cambia a su vez en consecuencia. Y si no, que se lo digan a San Blas, el mercado que una vez más verá caer sus paredes para recibir a otro renovado, que continuará la batalla por perdurar en el tiempo.
DOS CLÁSICOS DE SAN BLAS
Son casi treinta los puestos que conforman este mercado, muchos de ellos se mantienen desde que abrió por primera vez sus puertas, e incluso antes, viéndolo cambiar a través de los ojos de las diferentes generaciones que lo regentan.
Es el caso de la Carnicería Iturriaga, hoy en día a cargo de Alfredo Iturriaga, a su vez presidente de la asociación del mercado, quien mantiene esta tradicional carnicería de la mano de su hermano.
“Mi familia lleva aquí desde los comienzos del mercado en 1928, incluso antes, cuando no era todavía el Mercado de San Blas sino el Mercado de la Verdura, ubicado en esta plaza”, ha contado Alfredo Iturriaga a Europa Press.
Iturriaga relataba cómo sus inicios los marcó la figura de su bisabuela, pionera de este clásico puesto, “a la que siguió mi abuelo, luego mi padre y ahora estamos mi hermano y yo” destacando también que esta familia habita laboralmente en el mercado “desde hace ya 100 años”.
El carnicero expresaba emocionado cómo a través del mercado es que ha podido ser testigo “desde que éramos niños” del “reflejo de la sociedad riojana y la transformación de sus tiempos y costumbres”.
Cambios que, a pesar de todas sus consecuencias, no los han alterado a ellos, “aquí seguimos”, expresaba con orgullo Iturriaga, recordando con cierta pena, pero también con cariño, cómo “el mercado ha sufrido” pero que también “tenemos una clientela muy fiel”.
Parecida es la historia de Hortalizas y Plantas Davalillo, otro de los puestos más clásicos de este mercado, ahora regentado por el matrimonio de Johanna y Juan Carlos Davalillo, quienes relataban cómo “llevamos toda la vida en el mercado”.
Con nostalgia, Davalillo contaba que “antes había mucha abundancia, esto estaba hasta arriba” a lo que Johanna se sumaba apuntando cómo la actualidad del mercado es que “la mayoría de personas que vienen son mayores” y expresaban “queremos atraer a gente joven”.
Contra todo pronóstico, el matrimonio relataba que la época de pandemia fue, de hecho, “un impulso” para ellos: “Como no se podía salir de Logroño, la gente joven empezó a investigar y conoció el mercado y eso ha ayudado a oxigenarlo un poco”.
Pero a pesar de todas las dificultades, tal y como ha destacado de nuevo el carnicero Iturriaga, “hay muy pocos negocios a día de hoy en el mundo que lleven más de 100 años”. Señalando que aunque “los hábitos vienen y van, nosotros aquí seguimos”.
Quizá la clave está en lo que apuntaba Davalillo: “nosotros ofrecemos calidad, ofrecemos producto de la tierra, producto riojano”.
LA ESENCIA LOCAL
“Los mercados son un símbolo de cada ciudad, la esencia local... cuando vamos a cualquier ciudad el mercado es una visita obligada, es ahí dónde vas a tener esa sensibilidad y ese acercamiento con su gente, donde percibes la raíz, lo distinto, la esencia de cada tierra”, ha relatado Iturriaga.
Y es que, “aunque los mercados están pasando una época dura”, siguen siendo ese punto de encuentro con la ciudadanía más local y, tal y cómo contaba el carnicero, “la gente quiere lo auténtico, y eso es lo que te ofrece la gente de la ciudad”.
Además, Iturriaga ha añadido que “cada vez hay más gente que piensa en la ecología, en una buena alimentación y se busca lo auténtico y característico, la esencia de cada lugar”.
Y eso es algo a encontrar en el Mercado de San Blas, “somos emprendedores” -expresaba en esta ocasión Davalillo- “estamos todo el día revisando y mirando la maduración de nuestros productos” y, por ejemplo, en su puesto de verduras, hortalizas y plantas “no tenemos cámaras, todo lo que ofrecemos es fresco”.
UNA NUEVA ETAPA
Las nuevas obras de remodelación del Mercado de San Blas, que pretenden darle un completo lavado de cara a este edificio de la Plaza de Abastos, ya han comenzado y desde el puesto de Davalillo expresaban cómo “tenemos la esperanza de que las obras ayuden”.
Asimismo, contaban que “tenemos que verle un futuro” y es que los puestos del mercado “acabamos de cerrar las concesiones y tenemos negocio para quince años, por lo que tenemos que luchar por él”.
De manera positiva, destacaban que “por lo menos” su actividad laboral no se verá afectada en términos más severos, dado que, tal y como ha informado Iturriaga “se han acordado cierres parciales para que ellos tengan más libertad de actuación y nosotros, en vez de cerrar dos semanas seguidas, cerraremos tres días, empezando la semana natural el miércoles pero no teniendo que parar la actividad durante un periodo más prolongado”.
El también presidente de la asociación de este mercado expresaba que, a su juicio, “el mercado de Logroño se va a convertir en la referencia de la ciudad, en un espacio en el que convivan muchas cosas” y afirmaba convencido que “se convertirá en un lugar dónde todo el mundo se pueda comunicar y acceder a una oferta diferenciada”.
Los comerciantes aguardan con esperanza el nuevo lavado de cara del mercado protagonista de esta plaza desde hace ya un siglo, y pretenden con ello recuperar el centro del corazón de Logroño, impulsar lo que en su día fue el punto de encuentro de los logroñeses y continuar la tradición de este Mercado de San Blas para, con ello, seguir contando su historia a través de los ojos de las generaciones venideras.