El término cultura oficial no es nada nuevo, ya que al parecer fue utilizado por Arquímedes, cuando harto de las alabanzas que le regalaban sus antiguos discípulos, en las misivas que le enviaban desde Egipto a Sicilia, empezó a mandarles teoremas falsos y problemas insolubles, lo que en vez de ocasionar una protesta provocaba más alabanzas, porque no se enteraban de nada.
Cuando era niño, los enchufes eran de cerámica, y los cilindros en los que se colocaban –enchufaban-, eran unos tubos de latón que sobresalían hasta fuera. En cierta ocasión, uno de mis abuelos le dijo a mi padre, no les digas a los chicos que tengan cuidado con eso, porque basta que se lo digas para que metan los dedos –asunto en negativo-. Yo era el mayor de la chiquillería de la familia, y aunque en aquel momento estábamos jugando, me enteré perfectamente de lo que estaban hablando mi abuelo materno y mi padre, así que en cuanto tuve ocasión lo conté a mis amigos, y como el lector puede imaginarse ocurrió lo que tenía que ocurrir, a pesar de que pasábamos los dedos a gran velocidad, “para que nos diera menos” –entonces la corriente iba a 125 voltios-. Aunque tengo que decir que también me habían advertido mis abuelos de que tuviera cuidado con las avisperos, y en cuanto oí aquello fui con unos amigos con una caña larga a molestar a aquellos insectos que no me habían hecho nada, y naturalmente uno me picó, y se me puso la oreja como el lector se puede imaginar.
En el ingreso de bachiller, que se hacía a los diez años, teníamos una asignatura titulada “Urbanidad”; un libro muy curioso con dibujos de Opiso, que se reeditó no hace mucho, en forma de poster.
Se preguntará el lector que a qué viene todo esto; muy sencillo al hecho de que en las cajetillas de tabaco se pueda leer FUMAR MATA, no sirve absolutamente para nada y más bien induce a ello, y si la gente fuma menos no se debe exactamente a eso, sino a otras cosas. Resulta que la “mente preclara” que ha diseñado ese cartel, a la que le han pagado una pasta gansa, parece ignorar lo que ya sabía Cervantes –Los trabajos de Persiles y Segismunda- hace cuatrocientos años.
Es un poco como el alcohol, que es un atenuante. En mi adolescencia escuché a un vecino amenazar a otro, de la siguiente manera: “Un día de estos te voy a matar, y como previamente me emborracharé, el juez dirá que no soy tan culpable porque estaba bajo los efectos de la bebida”. Es decir que quienes han hecho las leyes tampoco se han enterado de lo que se sabía ya hace cuatro siglos.
Hay muchas formas de institucionalizar la mentira y la violencia; de lo primero tenemos ejemplos todos los días, y de lo segundo, se dice que la violencia fue institucionalizada ya por los Reyes Católicos y el Cardenal Cisneros en nuestro país, apoyados por la Iglesia, como ha reconocido el propio Papa Francisco. Estamos en un momento muy delicado, y las multinacionales, los gobiernos y los partidos políticos no dudan ni un segundo en seguir utilizando este tipo de patrañas.