Cazadores de Calahorra y Pradejón han hallado nuevos cebos envenenados y animales muertos por intoxicación. El pasado sábado un total de 16 miembros y directivos de las sociedades de caza de ambas localidades realizaron una prospección de campos en la que localizaron nuevos cebos envenenados y animales silvestres fallecidos por efecto de los mismos, según todos los indicios.
Divididos en grupos, los cazadores recorrieron fincas y caminos comprobando el modus operandi del delincuente o delincuentes, que al parecer operan desde un coche recorriendo los caminos y arrojando cadáveres de conejos o partes de éstos impregnados con un veneno, que según un primer análisis realizado por las autoridades de Medio Ambiente ha sido identificado como Bendiocarb, un insecticida del grupo de los carbamatos, de altísima toxicidad.
Tras el aviso de un particular a las sociedades de caza y éstas a Medio Ambiente, se encontraron en una primera ocasión -el pasado martes- dos ginetas, dos milanos negros, un aguilucho lagunero y un zorro muertos al parecer por envenenamiento.
En sus prospecciones del sábado, los cazadores hallaron, además de cuatro nuevos cebos envenenados, una gineta y un milano negro muertos al parecer por intoxicación con agente químico, la primera en el término de Calahorra y el segundo en el término de Pradejón, pero todos en un recorrido de no más de un kilómetro desde la muga de ambas poblaciones.
Los cazadores dicen estar sorprendidos por la rapidez con que actúa el tóxico pues se da el caso de que algunos de los animales fallecidos aún tenían el conejo envenenado en sus garras. Igualmente, el espectro de actuación es muy amplio pues incluso las moscas que acuden a los cadáveres envenenados mueren sobre él. Esto, lógicamente, preocupa a los cazadores por el efecto continuado en la cadena trófica.
PRÁCTICA PERJUDICIAL PARA TODOS
Los colectivos de cazadores de Calahorra y Pradejón han mostrado su más absoluto rechazo a esta práctica tipificada como delito que resulta enormemente perjudicial para todos, empezando por la naturaleza en general y que también puede afectar a especies cinegéticas. Los cazadores quieren dejar claro que están muy preocupados por la repercusión de estos hechos en la naturaleza pero también por las consecuencias para sus cotos.
En este sentido, ni de forma institucional como colectivos, ni de manera individual, ven estos delitos ni remotamente admisibles o justificables, así al menos lo manifestaron a Europa Press en el lugar de los hechos, y mostraron su enfado por las acusaciones de algunos ecologistas “que por cierto no han venido por aquí y sin prueba ni razonamiento lógico alguno ya nos señalan como culpables”.
Los cazadores argumentan que son conscientes de que hechos como éstos pueden derivar en el cierre de cotos y que, si bien las hipótesis son muchas, ningún cazador tiraría piedras sobre su propio tejado. “De facto, el cierre de los cotos quizá sea lo que persigue quien ha esparcido los cebos tóxicos, pues los ha dejado en sitios visibles incluso desde los caminos principales”, dijo un miembro de Socapesca, la sociedad de cazadores de Calahorra.