El país más poblado del mundo se ha unido a los que prohíben usar bolsas de plástico (desde Irlanda hasta Bangladesh), en un intento de cambiar el hábito de los consumidores. La fabricación de bolsas de menos de 0,025 milímetros de grosor es una actividad prohibida por varias naciones porque las bolsas ultrafinas son las que más se usan una sola vez y se tiran, añadiendo desechos en un país que cada vez es más consciente de su responsabilidad ambiental en el contexto de gran avance económico.
El personal de los comercios no podrá regalar las bolsas, excepto para comidas frescas o precocinadas. Las multas económicas por vulnerar la nueva normativa son duras, y pueden llegar a confiscarse las mercancías de quienes la incumplan.
En China se consumen 37 millones de barriles del cada vez más caro petróleo al año sólo para fabricar en serie los 3.000 millones de bolsas diarias que usan los ciudadanos en sus compras, según datos oficiales.
Ma Zhanfeng, secretario general de la Asociación China de Industrias Procesadoras de Plástico, espera lo peor: “La demanda de bolsas caerá drásticamente”. Para algunas factorías, la medida ya ha supuesto el cierre.