El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y la totalidad de su equipo de negociadores han ultimado ya los flecos para garantizar lo que será este domingo, a partir de las 18.00 horas de la tarde --hora española-- el mayor éxito de su legislatura, esto es, la aprobación del nuevo modelo de cobertura sanitaria que sólo será el prolegómeno del gran desafío de su administración: la implantación de un sistema económico regulado hasta un nivel casi desconocido por la actual generación de estadounidenses, y la culminación de la ideología del Partido Demócrata en los primeros años del siglo XXI.
Obama ha prolongado, hasta cierto punto, los preceptos de la Doctrina Bush en lo que a política internacional se refiere. Pero a nivel doméstico, el primer año de su legislatura ha ido encaminado a lo que sucederá esta tarde: su primera gran victoria en el Congreso, un sistema sanitario que garantiza, según sus expectativas, una reducción del déficit público a medio-largo plazo y que supone el primer intento en firme para resolver una de las grandes paradojas de la sociedad estadounidense actual: el escaso nivel de atención médica que reciben los ciudadanos en un país que se supone abandera el estándar de calidad de vida del planeta entero.
A lo largo de los últimos siete días, Obama ha resaltado en más de sesenta ocasiones la necesidad de desarrollar un nuevo paradigma de Seguridad Social, ya sea ante el gran público o en encuentros cerrados con diferentes representantes y grupos de presión quienes han decidido que el último escollo a superar sea la legislación antiabortista que se verá, a buen seguro, modificada con la implantación de esta reforma. Es la última carta que les queda por jugar y que es muy posible que acabe incluida dentro del paquete de “añadidos” que el bloque republicano ha incluido, vía Senado, a cambio de aceptar de la aprobación de la reforma.
El Congreso estadounidense se reunió ayer a puerta cerrada para decidir en qué términos exactos se aprobará el plan de sanidad Obama. La modificación del Senado será aprobada como parte integrante del debate y no estará sujeta a un voto adicional, garantizando así la rapidez del proceso, una señal de que los republicanos son conscientes de la inevitabilidad de la medida. Reservan, por lo tanto, sus armas para el debate sobre la reforma económica general de Obama, y en la que se castiga a los grandes 'popes' del Partido Republicano, el sistema financiero.
Obama puede haber aplazado una gira internacional por Asia para asegurar la aprobación de la reforma sanitaria, pero no es coincidencia que precisamente su último discurso semanal antes de la votación haya sido empleado para abogar por la regulación parcial del mercado.
LA REFORMA
La nueva legislación, que afectaría a virtualmente todos los estadounidenses y los que nazcan dentro de un año, amplía la cobertura médica a más de 32 millones de personas y prohíbe a los aseguradores que nieguen cobertura médica argumentando “planes preexistentes a la reforma”.
El coste estimado durante los próximos diez años es de 940.000 millones de dólares (unos 683.000 millones de euros), pero los ciudadanos se enfrentan, por primera vez, a penalizaciones por no aceptar esta nueva legislación, por lo que tendrán que pagar por cobertura médica. A través de este ingreso adicional, el Gobierno espera reducir el déficit entre 132 y 138.000 millones de dólares en la próxima década, pero a partir de 2019 se espera que la reducción se incremente por encima del billón de dólares.
El impacto es enorme en los trabajadores que van a tener que pagar este nuevo modelo, pero Obama y los demócratas se preguntan cómo es posible que Estados Unidos haya destinado el 16 por ciento de su PIB en Sanidad y que el país ocupe el 38º lugar del mundo en expectativa de vida, según las estadísticas oficiales estadounidenses. El gasto en sanidad privada es la respuesta. “A no ser que seas un billonario, tu familia está en bancarrota”, según dictamina el doctor David Himmelstein, de la Universidad de Harvard: el 62 por ciento de los estadounidenses que se declaran en bancarrota, lo hacen única y exclusivamente porque no pueden pagar el gasto médico.
VICTORIA CASI ASEGURADA
El Partido Demócrata anunció a última hora de ayer que cuentan ya con los 216 votos necesarios para la aprobación del proyecto de reforma.
Uno de los portavoces de los demócratas en la Cámara, Steny Hoyer, auguró una victoria en la votación, aunque hasta los más optimistas esperan que sea por un margen muy estrecho. “Claramente, creemos que contamos con los votos. Esperamos tener los votos para aprobar el proyecto del Senado”, aseguró Hoyer en declaraciones a los medios de comunicación.
El acuerdo se ha cerrado tras una intensa negociación con los representantes demócratas más reacios a no incluir normas restrictivas con respecto al aborto, por ejemplo. El propio Obama se desplazó hasta la colina del Capitolio para arengar a los demócratas. “Sé la presión a la que estáis sometidos (...). Es uno de esos momentos. Es una de esas veces en las que te puedes decir honestamente: 'Maldita sea, esta es exactamente la razón por la que estoy aquí'”, dijo.
El portavoz de los demócratas en el Senado, Harry Reid, se unió a Obama y al resto de representantes demócratas congregados y afirmó que existen compromisos para “una buena mayoría” en la Cámara Alta para que se apruebe el texto que vote mañana la Cámara de Representantes.
Los republicanos, mientras, esperan que la iniciativa les rebote. “Tendrán que votar la ley aprobada en el Senado, con subidas de impuestos, recortes a Medicare e infames acuerdos de trastienda y tendrán que votar algo peor, su 'arreglo' con más impuestos, más recortes a Medicare y nuevos acuerdos especiales”, afirmó el portavoz republicano de la Cámara de Representantes, John Boehner.
Si finalmente la Cámara aprueba la versión del Senado, sólo restará la firma de Obama para su aprobación final y definitiva y que se convierta en ley. Sin embargo, pasará de nuevo por el Senado en un mero trámite que se espera pase sin problemas.