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Pillados por los pelos

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El análisis del cabello es uno de los métodos más eficaces para determinar el consumo de drogas e informar sobre el estado y la historia de dependencia a dichas sustancias. En un artículo publicado en el último número de la revista científica 'Schironia', que edita el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM), un equipo de investigadores españoles de la Facultad de Farmacia y el Centro de Espectrometría Atómica de la Facultad de Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid analiza las ventajas de usar el cabello como marcador biológico.

Los autores destacan que este tipo de prueba permite conocer si un individuo está o no consumiendo droga y distinguir entre los distintos perfiles de consumidores (esporádico, asiduo, crónico o no consumidor), ya que el tiempo de permanencia de la droga se prolonga durante meses o años, frente a las horas de las muestras de sangre o los apenas dos o tres días de la orina.

El análisis del cabello en los casos de consumo de cocaína ofrece una fiabilidad diagnóstica del cien por cien frente a la información obtenida en las entrevistas personales que dista en muchos casos de ser cierta. Además permite evaluar, por ejemplo en el caso de mujeres embarazadas, el riesgo de que esta droga se incorpore al feto. La toma de esta muestra biológica resulta más sencilla que otros métodos, como los análisis de sangre, orina o sudor, según se destaca en el artículo.

La determinación de drogas de abuso en cabello se utiliza en estudios muy diferentes como la prevención de malformaciones fetales en niños de madres drogadictas, detección de dopaje en deportistas, diagnóstico de intoxicaciones en niños, medicina forense e incluso en antropología.

A pesar de que el análisis de drogas en el cabello aún no goza de valor legal, en algunos países como Italia y en Estados Unidos se admite como prueba complementaria en la concesión de licencias de conducir. El cabello no sólo nos proporciona una información fiable del consumo de drogas, sino que puede utilizarse para monitorizar otras sustancias en el organismo como agentes insecticidas, herbicidas, aditivos de comidas, agentes carcinógenos, tóxicos ambientales y todo tipo de medicamentos.