Comer en familia fomenta los lazos afectivos de los habitantes de la casa y facilita la comunicación y la educación de los hijos, pero también es bueno para la salud. Otro estudio (ya había evidencias anteriores al respecto) respalda las comidas en familia como una forma de prevenir los trastornos de la alimentación.
En este caso, el objeto de análisis han sido chicas adolescentes. La investigación prueba que aquellas que acostumbran a comer acompañadas son menos propensas a utilizar píldoras para perder peso, a abusar de laxantes y a caer en otras estrategias poco sanas para mantenerse delgadas.
Los efectos beneficiosos de comer en sociedad no se limitan al periodo en el cual se pone en práctica: cinco años después de haber salido de casa, las jóvenes seguían manteniendo una relación más sana con los alimentos si desde su adolescencia comieron con la familia.
Los datos se han dado a conocer en el último número de la revista científica 'Archivos de Medicina Pediátrica y Adolescente'.
CONDUCTA
Otro estudio, éste firmado por investigadores de la Universidad de Chicago, llegaba a la conclusión de que los niños y adolescentes que comen en el hogar con sus padres están más alejados de comportamientos de riesgo en general. “La frecuencia de las comidas en familia es el factor de predicción más poderoso a la hora de determinar el grado de adaptación de los adolescentes”, concluín los autores.
La comida en familia favorece la comunicación entre sus miembros. Sirve como un excelente foro de debate así como escenario ideal para contar experiencias personales y conocer mejor a los otros miembros de la familia.
En el citado estudio se llegaba también a la conclusión de que los niños y adolescentes que no comen con sus padres o lo hacen fuera de casa se alimentan peor. En casa se consumen, por lo general, alimentos más sanos y nutritivos que en restaurantes y demás establecimientos. Además, se cuida una dieta equilibrada alternando diferentes comidas a lo largo de la semana.