Santiago Aldama: “Cualquiera que me conozca sabrá que soy de Quel, es mi tierra y siempre lo será”

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Santiago Aldama Alesón (Quel, La Rioja, 7-12-1968) es un exjugador de baloncesto que llegó a ser olímpico en los Juegos de Barcelona 1992. Con 16 años dejó su querida La Rioja para incorporarse a la cantera del CAI Zaragoza, equipo en el que debutaría en la élite del baloncesto español la temporada 1987-88. En la 89-90 levantó la Copa del Rey con el combinado maño y, dos años después, pudo disputar los Juegos Olímpicos de Barcelona en los que la selección española masculina de baloncesto se enfrentó, entre otras selecciones, a la Estados Unidos de Michael Jordan, Larry Bird y Magic Johnson.

A pesar de lograr sus mayores éxitos a nivel de clubes en Zaragoza, también pasó por las filas de otros equipos completando una brillante carrera hasta su retirada en el Ourense: CAI Zaragoza (1987-90), Huesca La Magia (1990-91), CAI Zaragoza (1991-94, desde 1992 Banco Natwest Zaragoza), Forum Valladolid (1994-95), CB Gran Canaria (1995-97), CN Helios Zaragoza (1997), Porto Banco Mello (1997), CN Helios Zaragoza (1997-2000), Drac Inca (2000-01) y CB Ourense Baloncesto (2001-2003). Parece que el apellido Aldama trae baloncesto, puesto que el hijo de Santiago Aldama Alesón, también llamado Santi Aldama, ha debutado esta temporada en los Memphis Grizzlies de NBA. Los Aldama, tienen el baloncesto de serie.

¿Qué es lo que más te llamó del baloncesto?

Bueno, la verdad que han pasado muchos años y han muchas cosas. Realmente empecé a jugar a baloncesto básicamente por mi altura. Comencé a jugar en el colegio de Quel por un profesor, José Luis Rodríguez que, hoy en día, todavía mantengo contacto con él, le gustaba mucho el baloncesto e hizo un equipo que competía en juvenil. Yo con 13 empecé a jugar allí durante una temporada, pero no se me daba muy bien, estaba delgado, se me rompió un dedo… Hubo ciertas cosas que, al final, dejé de jugar. Esa fue mi primera experiencia con el baloncesto, pero 3-4 después que ya estaba estudiando en Calahorra, un amigo, Gerardo, siempre me decía que yo tenía que jugar. La verdad que no estaba suficientemente motivado porque mi primera experiencia no había sido buena. Él fue quien me animó a presentarme a la ‘Operación Altura’ en el CAI Zaragoza. Fui para allá y, en Zaragoza, con mi altura y la proyección que iba a tener posteriormente, fue el primer empujón para jugar. No fue una cosa de amor al baloncesto, sino que fue algo que llegó posteriormente. Por mis condiciones tenía esa capacidad, al final me gustó y, evidentemente, dediqué mucha parte de mi vida al baloncesto.

¿Seguías mucho el baloncesto, la liga en España, la NBA, etc.?

Posteriormente ya cuando estuve en Zaragoza sí, pero anteriormente no. En los primeros años de los 80 había dos canales de televisión y los partidos que se podían ver eran del Real Madrid… Yo creo que NBA ni se veía. Luego ya en Zaragoza iba a ver todos los partidos del equipo ACB, empecé a seguir más la ACB, la NBA… No he sido de ver mucho baloncesto, veo más ahora. Me veo baloncesto de todas las categorías: NBA, ACB, LEB… Siempre me gusta ver estadísticas y partidos sobre todo de gente que conozco, de hijos de los que conozco...

¿En qué momento te diste cuenta que podías ser jugador profesional?

Es un poco complicado. En las categorías inferiores de mi equipo profesional empiezas a ver un poco cuál es el entorno, el desarrollo de tus compañeros, de los que son un poco mayores y, ya en ese momento, te planteas que tu objetivo es ese. Al estar terminando mi segundo año en Zaragoza, vi que realmente empezaba a tener cierto nivel y empezaba a ir con el primer equipo. Ahí te planteas un poco que puedes ser profesional, pero tampoco es algo que estuviera todo el día en la cabeza. Simplemente ves que esa es la proyección que puedes tener y es lo que buscas.

¿Si te tuvieras que quedar con un momento como jugador cuál sería?

La verdad que toda la época como jugador fue muy buena. Eres joven, disfrutas de lo que estás haciendo y eres un privilegiado de hacerlo. Cuando ganas un título siempre es un buen momento. Por ejemplo, para mí, dos momentos muy buenos fueron el poder ir a los Juegos de Barcelona con la selección después de un verano en el que no era uno de los que tenía más papeletas para ir, pero el trabajo de ese verano y algunas lesiones hicieron que pudiera estar allí. Quizá, visto con perspectiva, ese fue el momento más importante de mi carrera. Y el haber estado en ACB 7-8 temporadas y el haber ganado la Copa con el CAI Zaragoza que, precisamente, se disputó en Las Palmas de Gran Canaria. En ese momento nadie me podía haber dicho que iba a terminar viviendo aquí.

Respecto a los Juegos, ¿te esperabas algo más de la selección? ¿Teníais expectativas más altas?

Las expectativas eran altas desde el punto de vista que éramos anfitriones. La selección tenía un buen nivel aunque no se habían cosechado logros. Se había conseguido la Plata en Los Ángeles, pero habían pasado ya 8 años. Las expectativas eran buenas, evidentemente ganar una medalla era una quimera porque estaba Estados Unidos por primera vez con su equipo profesional, Croacia, Lituania… Había muchos equipos en Europa con potencial, entonces, era muy difícil optar a medalla. Quedamos novenos, el objetivo estaba intentar entrar en las semifinales al menos, no se consiguió y fue una pequeña decepción. Muchas veces estas cosas pasan, no acompañan los resultados y no fuimos capaces de competir bien en los partidos que marcaban un poco esa manera de llegar a las semifinales.

¿Qué sentiste antes de enfrentarte a Estados Unidos? ¿Estabas muy nervioso, estabas tranquilo, qué se comentaba en el vestuario?

No era nervio, todo el mundo estaba muy expectante porque estabas teniendo delante a un equipo irrepetible, todas las grandes estrellas de la NBA de muchos años anteriores, como algunos que estaban a punto de retirarse, como era el caso de Larry Bird que fue su última competición. Ver ahí a todos esos jugadores, que llegabas ahí a algún entrenamiento previo y te cruzas con ellos, o el día que llegas al partido ver a todos ahí te genera expectación. En ese momento era algo único, pero al final era jugar un partido y ya está. Había que intentar competir lo mejor posible dando una buena imagen porque sabías que era muy difícil ganarles. Y así fue. Ningún equipo, ni tan siquiera en la final, pudo realmente competir con ellos de tú a tú porque estaban en otro nivel de competitividad y físico.

¿Eran tan inaccesibles como se decía? ¿Era difícil cruzarse o hablar con ellos?

Sí, bueno, todos los deportistas estábamos en la Villa Olímpica y ellos habían cerrado un hotel en Barcelona para ellos y sus familias. Era difícil cruzarte con ellos. En la Villa Olímpica sí que hacían visitas programadas varios de ellos, un poco me imagino que para promocionarse. Estaban un poco aparte y solo se dejaban ver por el pabellón.

¿Era David Robinson tu jugador favorito de aquel momento?

Como pívot y ala-pívot, como jugador en el que me fijaba e ideal para mí, sí. Era un jugador con un gran físico y gran talento y era el jugador en el que yo me fijaba. Mi jugador preferido era, es y será toda la vida Michael Jordan.

¿Recuerdas alguna anécdota de aquel partido con Estados Unidos?

Hay una que siempre me acuerdo, cuando hicieron la presentación de ambos equipos, yo jugaba con el número 9 y, Jordan, también. En el típico saludo antes del partido en el que das un banderín, una camiseta o un pin, yo iba mirando a ver a quién le daba la mano y cuando me di cuenta estaba frente a Michael Jordan. Él vino directamente al número 9 del otro equipo, no se mató la cabeza. Cuando intercambiamos los regalos yo le dije “Good luck” (Buena suerte en inglés). Era lo normal que dijeras a cualquiera, pero está claro que él no necesitaba buena suerte para ese encuentro.

Cuando acabó el choque, ¿cómo fue la reacción entre los jugadores?

No recuerdo con claridad pero era un poco como una fiesta, me refiero, que lo único que había que hacer con ellos era competir. Creo que el resultado es lo de menos, competimos e intentamos hacer un buen partido sin que fuera una 'pachanga'. Comentamos alguna jugada que había habido, algún mate de alguno de ellos… Los veías jugar y estaban en otro nivel físico y de competitividad. Entonces cuando ellos apretaban un poco, hacían lo que querían. En el momento en el que apretaban, se iban. Si tú te acercabas un poco en el resultado al principio, hacían dos-tres jugadas, 2-3 robos y se iban en el marcador. Era más un poco hablar de las pequeñas anécdotas de jugadas que habían ocurrido.

¿En qué notabas tú que ellos eran muy superiores?

Físicamente. La diferencia que había en esos años de Estados Unidos con Europa era el físico. Estaban mucho mejor trabajados, hacían mucho más hincapié en el físico que en Europa. El ser físicamente superior te hace saltar más, ser más rápido, más explosivo, correr más, que robes balones… A nivel de competición era difícil con ellos. De hecho, en aquella época, había dos jugadores americanos en la mayoría de los equipos. En ese momento marcaban las diferencias. Está claro que los jugadores nacionales ayudaban, pero el tener dos americanos te ayudaba a competir. Los americanos que jugaban en Europa eran los descartes de la NBA. Imagina ya si jugabas contra un equipo en el que jugaban los mejores de los últimos 20 años de Estados Unidos. Esa diferencia física ha desaparecido. Hoy en día los jugadores europeos, no solo los que están en la NBA, han mejorado físicamente. Se ha evolucionado mucho en el aspecto físico de los jugadores. Eso te hace que hoy en día se pueda competir contra la selección de Estados Unidos o que jugadores europeos puedan competir en Estados Unidos. Podía haber alguna otra diferencia, pero esa era la más grande y era plausible.

Tirando del hilo de la NBA. ¿Cómo te sientes al tener a tu hijo en la mejor liga del mundo?

Me siento muy contento. Cuando empiezas a jugar a baloncesto quieres emular a los mejores. Un niño cuando juega a baloncesto su objetivo siempre será jugar en la NBA. Habrá alguno que quiera jugar en Europa, por supuesto, pero la NBA es un poco el máximo donde poder competir. El hecho de que mi hijo lo logre con tan solo 20 años es motivo de orgullo para toda la familia y, para él, el estar allí en este momento es ya un gran logro. Ahora vendrá la parte de buscar la fórmula para trabajar y mejorar físicamente para poder hacer carrera allí y mantenerse.

¿Te suele preguntar cosas? ¿Le sueles dar consejos?

Sería una pregunta para él, pero creo que he sido un padre bastante tranquilo en ese aspecto. No he querido estar muy encima de todo. Sí que he visto la gran mayoría de los partidos que ha jugado mi hijo hasta que se fue a Estados Unidos. Incluso los que ha jugado en Estados Unidos. Siempre le he dado consejos, pero muy generales. Recuerdo, sobre todo al principio, que veía partidos y mentalmente iba anotando cosas, no las apuntaba. Pero cuando terminaba el partido lo que hacía era decirle algo en general de lo que me había parecido todo. He sido muy generalista, obviamente he hablado de anécdotas mías dentro del baloncesto. Las conoce todas porque las habrá oído contar a amigos y todos los conocidos del baloncesto, pero no he sido alguien que le haya dado demasiados consejos, sino siempre consejos generales de lo que creía que se debía o podía hacer en momentos de decisiones importantes. Él ha tomado luego esa parte y, gracias a dios, parece que todo ha ido bien encaminado.

¿Tiene planeado la familia ir a Memphis a algún partido esta temporada?

Nos gustaría ir, tendremos que organizarnos. No hemos ido todavía porque no se podía pero intentaremos ir a Memphis a ver a Santi y a ver partidos ahí porque es una oportunidad única.

¿Te sientes riojano? ¿Echas de menos la comunidad?

Cualquiera que me conozca sabrá que soy de Quel, sin ninguna duda. Además, mucha gente por mi afinidad con Zaragoza, por haber estado desde los 16 años y haber jugado muchas temporadas allí, cree que soy de Zaragoza. Toda esa gente que en algún momento ha estado conmigo sabe que soy de Quel. Lo llevo con mucho orgullo, es mi tierra y siempre lo será. Aunque nací en Logroño me siento queleño y siempre lo seré. Todos mis amigos también dirán que cuando vamos a un restaurante o hacemos cualquier tipo de fiesta y estoy yo, solo se bebe vino de La Rioja. Los que me conocen saben que estoy orgulloso y siempre va por bandera. Sí que es verdad que me fui con 16 años de Quel a Zaragoza, y he pasado por muchas ciudades. Llevo ya 18 años viviendo en la zona de Gran Canaria continuadamente, la realidad es que voy poquito a La Rioja, pero sí que mantengo contacto con todos los quintos de mi pueblo. Tenemos un chat en el cual siempre me mantienen informado de todo lo que ocurre en Quel y en La Rioja en general. Mi familia, aunque no tengo mucha, tanto en Logroño, como en Quel y Calahorra, estoy en contacto con ellos y con los amigos también. Aunque no voy mucho porque por temas de distancia y de tiempo es complicado, me siento orgulloso de ser riojano y mantengo contacto con gente de mi tierra.

¿Qué es lo que más te gusta de la comunidad?

El vino de La Rioja me gusta mucho y me gustaría haber podido hacer mucho más turismo, haberles enseñado más a mis hijos, haber tenido más tiempo de ir a hacer turismo por toda La Rioja. Tengo pendientes muchas visitas a bodegas y a algunos pueblos de amigos que tengo de haberlos conocido en Zaragoza. Pero siempre está ahí, todavía hay tiempo y seguro que algún día lo haremos. Me gustaría poder disfrutar de otras zonas de La Rioja aparte de Quel y La Rioja baja, que siempre que voy a la comunidad es el sitio al que voy, Logroño, Quel, Calahorra y alrededores.

Foto: Santiago Aldama