Sheyla Gutiérrez es de Logroño. Tiene 23 años y ya es uno de los pesos pesados dentro del ciclismo. De hecho, son numerosos los retos que tiene por delante. Este mismo mes de febrero, el sábado 25, compite en Bélgica. Marzo y abril tampoco le darán un respiro porque la logroñesa tendrá competiciones, casi cada semana. Así lo cuenta en una entrevista concedida a la web Zikloland.
Su previsión de comer en casa ha sido modificada sobre la marcha, porque aún le queda un trecho para llegar. Así que ante un buen tentempié y un refresco la ciclista española recibe la llamada de zikloland.com. La riojana apura las jornadas de entrenamientos en altura.
Está puliendo su forma ante los inminentes retos que le avecinan. Sheyla sigue vinculada al Cylance estadounidense, equipo en el que recaló en 2016 y con el que acudirá en pocos días a varias clásicas belgas. “El 25 de febrero competimos en Bélgica y allí disputaremos en pocos días hasta cuatro clásicas. Después, la Strade Bianche. En marzo y en abril cada semana tenemos competición. Y la verdad es que a estas alturas estoy muy contenta y muy ilusionada. Tengo ganas. Y el equipo llega con un par de victorias en el zurrón logradas en Australia [concretamente las de la holandesa Kirsten Wild en el Santos Women´s Tour]”, dice.
Gutiérrez afronta su segundo curso en el Cylance, donde recaló después de tres campañas en Lointek. Tenía claro que quería probar a competir en el extranjero. “El Lointek es la mejor lanzadera que hay en España. Tenía la opción seguir con ellas. Logré coger unos puntos UCI y eso fue algo que me dio visibilidad. Tuve varias ofertas. Al final opté por el Cylance. Que Manel Lacambra sea director allí no tuvo que ver, al contrario de lo que se pudiera pensar. Él siempre lo recuerda, que no era una cuestión de nacionalidad. Manel es un técnico con mucha experiencia. Tiene mucho criterio y realmente me ayuda mucho. Sabe dónde está nuestro sitio y sabe cómo puede sacarnos siempre un plus más. Me aprieta las tuercas”, valora la riojana.
Sheyla lleva sumando puntos UCI en el calendario femenino desde el año 2015. Entonces reunió 62, muchos de ellos gracias a su tercera plaza en la general por puntos de la O cenu ÄÂeského Švýcarska checa. Ese año también triunfó en el Gran Prix de Plumelec francés, en la que era la primera victoria de una corredora española en una carrera fuera de sus fronteras en casi siete años.
En 2016, ya enrolada en el Cylance, el botín de puntos ascendió hasta los 238. Muchos días de competición por todo el mundo. Desde Argentina hasta China, pasando por Suecia, Noruega, Reino Unido o Estados Unidos; también muchísima presencia en tierras belgas y neerlandesas. Y un generoso aporte de los Mundiales de Catar.
En la lucha arcoíris de cunetas más despobladas y ambiente menos pasional, Gutiérrez concluyó octava. Un grandísimo resultado para el ciclismo femenino estatal. Y también una confirmación. “Estoy contenta con ese top-ten, claro, lo considero meritorio. Porque la idea era esa: ir a competir y a luchar, a por todas. Ya en la categoría júnior había acabado sexta en 2011 y séptima un año después. Este resultado en Doha te hace pensar que aquellos no fueron una casualidad. Te refuerza. Y te mentalizas en trabajar más, en mejorar. En crecer. No practico este deporte para hacerme millonaria, porque me habría equivocado de disciplina, o para que simplemente se me vea”, indica.
Doha no fue otra cosa, sin embargo, que el punto culminante a un año intenso. Sheyla lo valora así: “El 2016 me deja un sabor de boca positivo. Para mí se presentaba un año duro, con poco descanso, con mucha presión por los puntos. Y luego, claro, el nuevo equipo; con el miedo y la incertidumbre… Poco a poco fui cumpliendo con las expectativas. Trabajé mucho en ayuda de Shelley Olds, me he dejado la piel, y ese rol me ha hecho mejorar muchísimo.
Ahora, digamos, todo me resulta más fácil. Lo conozco. El enfoque es distinto. Conoces las carreras. Y también las formas de correr. En el extranjero la gente es completamente profesional. No es un juego. El ciclismo no es un juego. La gente se involucra al 100%. Le va la vida en ello, por decirlo de alguna manera. En España se ha avanzado mucho, hay más carreras y más participantes, incluso hay estructuras más sólidas que hace unos años, pero aún queda mucho terreno por recorrer“.
Entre las pruebas que compitió el curso pasado se encuentra la Strade Bianche italiana, una carrera que la cautivó en su segunda edición para féminas y que incluso la ha animado a experimentar aventuras a pedales en sus tierras riojanas y vecinas. “Sí, me he metido alguna vez con la bicicleta entre las viñas (sonríe). Esta zona tiene muchas posibilidades. Se podría hacer sin duda una Strade Bianche por aquí. La Rioja Alavesa es muy interesante. Hay repechos duros, tramos de gran exigencia… ¿Por qué me gusta la Strade? Bueno, ya desde la televisión se ve fantástica. Sobre la bicicleta es muy técnica y muy dura”; comenta.
Allí Sheyla finalizó en la 44ª plaza. Y allí se encontró como pez en el agua. “Soy una todoterreno. Se me dan bien las carreras técnicas, con repechos, con llegadas difíciles”. “De 2016 me quedo con las vivencias en Drenthe, en Flandes, en el Giro de Italia… Ha sido un año muy intenso. En 2017 quiero aprovechar el calendario de las clásicas, hacerlo bien. Será un buen incentivo. También me gustaría hacer un buen Giro de Italia”, concluye.
En el momento en el que conversamos con Sheyla uno de los temas más candentes del panorama ciclista es el del debate de las azafatas en los podios. No dudamos en preguntarle al respecto sobre la cuestión y su parecer: “Nosotras muchas veces no tenemos ni tan siquiera azafatos (sonríe)… Yo lo que quiero ver en un podio es a un ganador a una ganadora. Un podio no queda más bonito con azafatos o con azafatas, sino con ganadores. Ellos son y deben ser los protagonistas. Usar la imagen de una chica por su estética, como un objetivo, como un florero por decirlo de alguna forma, no me parece positivo. Una chica o un chico, me da igual; tampoco quiero hombres-florero”.