El sábado en Arnedo no brillaba el sol pero se respiraba ambiente taurino como las tardes de antaño de clavel reventón. Con las gradas casi llenas se celebró un mano a mano con Diego Urdiales y Alejandro Talavante y reses de Domingo Hernández, de justa presencia y de juego desigual, aunque con posibilidades para cogerles las orejas, cortó Talavante tres orejas y Diego falló con los aceros.
Diego en su primero lanceó con facilidad con unas bonitas verónicas, en redondo comenzó por el pitón derecho y lo fue templando poco a poco, sacó algunos naturales templaditos, tras un pinchazo le recetó una estocada entera y tras el aviso recibió palmas.
En el que hacía segundo, Alejandro lo recibió a pies juntos y de mano baja se lo sacó a los medios con suavidad por ambos pitones, tras la voltereta que sufrió el toro se quedó un poco tocado de una mano, que le impidió embestir con cierta clase, tras brindarle el toro a Urdiales lo toreó con gracejo pero lo mejor vino con los naturales de mano baja y templada, tras manejar los aceros y viajar bajos, hubo pañuelitos por las gradas.
El tercero para Urdiales al que lanceó con manos bajas con el capote, por el izquierdo torea con suavidad pero por el derecho se acuesta demasiado y sale distraído. Después de la voltereta que se dio tras el brindis a Juan Carlos Tirado, el astado se quedó más templadito, lo que aprovechó Diego por el pitón derecho pero sacó unos naturales con los que fue muy aplaudido, tras manejar mal los aceros fue ovacionado.
El cuarto de la tarde lo recibió Alejandro con un saludo capotero con el revés del capote y templando con arte. Tras el brindis al respetable se puso de rodillas toreando con buen son, sufrió un tirón quitándole los trastos, pero vuelve a ponerse de rodillas corriéndole bien la mano y rematando con el de pecho, faena templada por ambos pitones, tras un pinchazo y una entera consigue una oreja.
El quinto de la tarde al que Diego recibió con ganas de triunfar. Tras el saludo capotero la grada está con el diestro, y tras brindarlo al público realizó una faena con un toro que salía distraído y mirón, daba arreones de mansurrón, pero a base de paciencia lo fue metiendo, tras una media estocada se entretuvo con el descabello y perdió algo más.
En el que cerró plaza, Alejandro demostró que es un gran capotero, tras brindarlo al público demostró que domina el valor y la torería que le atesora, mano baja, cambiados por la espalda y toreo firme en redondo, derrochando temple y valor, con los aceros se tiró derecho y paseó dos orejas.
Estos dos se volverán a ver muchas tardes este año, pero la próxima vez que dejen participar al sobresaliente aunque sea en un quite, que Rubén Sanz se lo merece, y más en Arnedo.