El uso inapropiado de los antibióticos se ha convertido en una seria amenaza para la salud pública. Tomar antibióticos para indicaciones inadecuadas o de forma incorrecta provoca que las bacterias sean resistentes a los tratamientos. Así, cuando se necesiten antibióticos en el futuro puede suceder que no tengan efecto.
Por esta razón, los antibióticos están perdiendo su eficacia a un ritmo inesperado, sobre todo en los últimos cinco años. Si este problema no se toma en serio y se siguen consumiendo antibióticos en la tasa actual, Europa se enfrentará a un retorno a la época en la que una simple infección bacteriana podía ser una causa de muerte.
Los últimos datos publicados por el Sistema Europeo de Vigilancia para Resistencias Antimicrobianas (EARSS, por sus siglas en inglés) confirman que el número de pacientes infectados por resistencias bacterianas está aumentando y que la resistencia a los antibióticos se ha convertido ya en una grave amenaza para la salud pública.
El uso responsable de antibióticos puede ayudar a detener las resistencias a las bacterias de los países en desarrollo y ayudar a mantener la eficacia de los antibióticos para el uso de las generaciones futuras. Es importante informar sobre cuándo tomar antibióticos y cómo tomarlos responsablemente. El éxito de las campañas de sensibilización pública, que ya han tenido lugar en algunos países, han dado lugar a una reducción del consumo de estos fármacos.
¿QUÉ ES UN ANTIBIÓTICO?
Un antibiótico es un medicamento destinado a acabar con procesos infecciosos producidos por un determinado tipo de agentes microbianos, las bacterias. De la misma forma que existen múltiples especies de bacterias capaces de provocar enfermedades en personas y animales, existe una amplia variedad de antibióticos que actúan con cierto grado de selectividad frente a tales bacterias. El objetivo terapéutico del antibiótico es ayudar al organismo en su lucha biológica frente a las bacterias causantes de la infección.
Existen muchas clases de antibióticos, que actúan de formas diferentes y sobre grupos diversos de bacterias patógenas. Por ello, es fundamental que previamente a la utilización de un antibiótico se lleve a cabo un diagnóstico médico preciso, para determinar cuál es el alcance de la infección, su posible agente microbiano causal y su tratamiento más adecuado, teniendo en cuenta también otros aspectos específicos del paciente.
Es importante que la selección del antibiótico sea llevada a cabo por el médico que ha realizado el diagnóstico, quien además de elaborar la correspondiente receta, indicará al paciente la posología y la duración del tratamiento. Por consiguiente, los antibióticos sólo deben ser utilizados si han sido debidamente prescritos por un médico y dispensados en una farmacia presentando la correspondiente receta médica.
RESISTENCIA BACTERIANA
Las bacterias son organismos vivos y, por tanto, presentan una notable capacidad de adaptación al entorno. De hecho, esa capacidad les ha permitido soportar 3.000 millones de años de evolución biológica.
Tal capacidad de adaptación también se manifiesta en las bacterias con capacidad para producir enfermedades en personas y animales. En este sentido, muchas de estas bacterias patógenas han sido capaces de desarrollar mecanismos por los cuales se vuelven resistentes a uno o varios tipos de antibióticos. Y ese es uno de los motivos por los que el empleo de algunos antibióticos en determinadas infecciones ha ido perdiendo paulatinamente eficacia.