Euorpa tiene un aroma especial. El Palacio lo sabe, lo aprecia y lo disfruta. Sobre todo si el Naturhouse se hace grande y encuentra la manera de poner en orden lo que no encaja, de correr, de imprimir una marcha más y de hacerse duro en su campo. Con Kappelin, descomunal por momentos (15 paradas), el cuadro riojano siempre tiene opciones. Da igual que esté bloqueado, que su ataque no fluya... la clave pasa por la intensidad defensiva, por salir y evitar que los rivales armen el brazo. Desde ahí, todo es posible. Hasta clavar un parcial de 8-0 que rompa, por completo, a un Oporto feroz durante la primera mitad y menor en la segunda.
Pasar del 9-12 al 17-12 en 9 minutos fue demasiado para un cuadro portugués que se desintegró tras el descanso. Mermado por la exclusión en el tramo final del primer acto de Silva Soares, los de Jota González exprimieron sus piezas para avasallar y encarrilar un partido que se había puesto muy cuesta arriba tras unos 30 minutos muy completos del Oporto. Dos goles de Ángel Fernández y un penalti detenido por Kappelin a Silva dejaban el marcador en empate a 12. Malmagro, Rocas -preciosa vaselina-, Vigo, Molina y Val permitían un 17-12 inaudito. Duarte, con dos tantos consecutivos, rompía la sequía lusitana, un respiro visitante.
Pero la maquinaria ya estaba en marcha. Val -5 de 5 en la segunda mitad y sustituto de Javi García, que abandonó la pista tras un encontronazo que le mermó la rodilla derecha- recibía balones francos ante una defensa que ahora se abría más, sufría, no tapaba con tanta agresividad ni contundencia. Vigo, por fin, hallaba la manera de dar fluidez y continuidad a los suyos. Sin embargo, ese despertar tiene su razón de ser en lo que ocurría atrás, en lo que Garabaya -espectacular- lideraba, en lo que Molina y Stenmalm eran capaces de ayudar para trabar a un Oporto que abusaba de las individualidades de Duarte, Morales -algún gol suyo fue para enmarcar- y Rodrigues.
El Naturhouse estaba imparable
Los de Jota González estaban en modo imparable. El 20-11 de los últimos 30 minutos dicen mucho de lo que se vio en la pista. Con diferencias entre 4 y 5 goles, los locales se veían ganadores. Anotaban con regularidad y seguían firmes para evitar que el Oporto pudiera creer en rascar algo del Palacio. El 24-19 a falta de una decena de minutos invitaba al optimismo. Máxime cuando irrumpía Macheda, tras más de un mes en el dique seco, para dar velocidad a los suyos. Si encima Malmagro acertaba desde los siete metros -un pero en la tarde del sábado, con 4 de 7, 2 fallos de Malmagro y 1 de Rocas- era inevitable que la diferencia se elevara hasta el 30-21 (minuto 58). La fiesta no disminuyó pese a que el Oporto maquilló el marcador para concluir 30-23.
Evidentemente, hubo dos partes porque la primera no se pareció en nada a la segunda. Al principio, las defensas se impusieron a unos ataques encorsetados, sobre todo el del Naturhouse, menos fresco y ligero que el que asombra en Asobal. Con un Quintana serio y con una defensa 6-0 pesada, agresiva y potente el Oporto fue manejando los tiempos ante un conjunto local que no estaba cómodo sobre la pista, que parecía estar ofuscado, precipitado a veces, e imprecios en otras.
Dudas en el arranque
Pese a que Kappelin mantenía a los suyos en el partido con 7 paradas en poco más de 15 minutos, el cuadro portugués amansaba a los franjivinos con dureza y permisividad arbitral -esa con la que no se encuentra el Naturhouse cuando ejerce de visitante-. El 1-0, de Stenmalm, y el 4-3 fueron anecdóticos porque los lusos iban por delante: 1-2, 2-3, 4-5.
A los de Jota González les costaba un mundo empatar, cada gol era trabajado, muy trabajado. La igualdad era constante: 3-3, 4-4, 5-5 (minuto 15), 6-6. El 6-8 (minuto 22) abría una grieta que había reparar. Por suerte, dos goles de Pedro Rodríguez (un 'fly' asistencia de Vigo y una contra) levantaron a los aficionados de sus asientos y permitieron la igualdad en el electrónico, además de dar un poso de confianza en los riojanos.
Pero de nuevo, atasco en ataque y problemas en campo propio, donde César, tirando de veteranía, era un inconveniente para los locales que se colocaban 3 abajo (8-11 y 9-12). Mal pintaba el asunto, pero Ángel Fernández estuvo listo. El tiempo se acababa y tiraba desde el centro del campo. El balón le golpeaba en los pies a Silva Soares, lo que permitía una esperanza para la segunda mitad debido a la exclusión del portugués. Por si fuera poco, Malmagro, con el tiempo cumplido, marcaba de golpe franco (10-12); raro ver que ocurra. Sin duda fue el punto de inflexión para que el Naturhouse arrollara en los siguientes 8 minutos a un Oporto que se quedó seco. El resto es historia viva de un Naturhouse que sabe crecerse ante las adversidades. Europa bien lo merece.
Naturhouse La Rioja: Kappelin (p), Rocas (3), Vigo (4), Garabaya (1), Molina (1), Stenmalm (1), Ángel Fernández (4), siete inicial, Val (5), Malmagro (8, 4p), Javi García, Pedro Rodríguez (2) y Cacheda (1).
Oporto: Quintana (p), Duarte (5), Morales (3), Sousa (1), Moreira (1p) y Hernández (1), Pitre (1), siete inicial, César (3), Amador (1), Pereira (2), Rodrigues (4, 1p), Silva Soares (1) y Madeira (p).
Parciales: 1-2, 3-3, 5-5, 6-6, 8-8, 10-12 (descanso); 14-12, 17-13, 20-16, 24-18, 27-21 y 30-23 (final).
Árbitros: Michael Johansson y Jasmin Kliko (Suecia). Excluyeron a los locales Stenmalm (mins. 35 y 53), Garabaya (min. 49) y Molina (min. 57) y a los visitantes Amador (min. 5), Hernández (min. 25), Silva (min. 30), Morales (min. 45) y Duarte (min. 47).
Incidencias: 1.200 espectadores en el Palacio de los Deportes en la segunda jornada de la EHF Velux Champions League.