El alumbrado público de Madrid recupera protagonismo con los primeros apagones de escaparates para ahorrar energía

Víctor Honorato

10 de agosto de 2022 07:31 h

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Los temores de tiniebla súbita en las calles del centro de Madrid con la entrada en vigor del decreto de ahorro energético del Gobierno resultaron exagerados. Desde esta medianoche está operativa la orden de apagar la iluminación nocturna de locales comerciales y edificios públicos, que a partir de hoy miércoles deberán desconectar los focos a las 22.00, pero la Puerta del Sol no se quedó a oscuras y los turistas y paseantes pudieron volver a casa sin tropiezos. En Madrid sigue habiendo farolas, aunque su luz quedase ahogada entre los haces que despiden últimamente las pantallas publicitarias que invaden las vitrinas comerciales.

Las dudas del primer momento dieron lugar a equívocos sobre cuándo entraba en vigor el decreto. La propia presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, contraria a la medida por su supuesto efecto negativo sobre el turismo, el comercio y la seguridad, dio por hecho que las restricciones comenzaban “el martes por la noche”, aunque técnicamente empezasen el miércoles a las 00.00. En cualquier caso, para curarse en salud, varios comercios emblemáticos decidieron anticiparse y apagar escaparates a partir de las 22h de ayer. Por ejemplo, el Corte Inglés de la Puerta del Sol, donde un empleado despejaba las preguntas al respecto. “Pregunta a los jefes”, decía encogiéndose de hombros tras salir del establecimiento al cierre. El guardia de seguridad tampoco estaba avisado, pero a los pocos minutos las luces se apagaron. Lo mismo en el edificio de la Fnac. Los comercios de Inditex de esta calle mantuvieron la iluminación, por el contrario. La trabajadora de una joyería de la vía explicaba tras cerrar con llave que la empresa no había dado aviso, aunque habitualmente las luces se apagan automáticamente a medianoche.

La Comunidad de Madrid ha anunciado que recurrirá el decreto si no decae o se altera en el Congreso por, entre otros motivos, una supuesta contradicción con la ley autonómica de libertad de horarios, que permite abrir cuando se le antoje al dueño. Así suelen hacerlo los de comida rápida, algunos de los cuales abren casi hasta el amanecer. Anoche eran los que mayor iluminación mostraban. En la tienda de ropa de Primark en la Gran Vía, los operarios sacaban palés pasadas las 00.00, y era comprensible que no lo hiciesen a oscuras. Más al norte, en la comercial calle Serrano, que alberga varias tiendas de marcas de lujo, cada establecimiento optó por apagar o seguir encendido a medianoche sin un patrón claro. Por ejemplo, en la esquina con Goya, la tienda de Loewe estaba a oscuras. Unos metros más arriba, la de Lacoste refulgía. Así sucesivamente, sin que el mayor o menor lujo de la marca fuese indicativo de mayor o menor celo cumplidor.

En busca de vacíos legales

Está por ver, por otra parte, cómo de estricta es la Administración en el control de la norma, pero ya se adivinan las primeras triquiñuelas. Por ejemplo, en la discusión sobre si en el concepto de escaparate se incluye a la vitrina iluminada, el letrero o el propio interior del establecimiento. Además, si en un escaparate clásico se entiende que la mercancía está expuesta, en muchos casos ahora las vitrinas solo muestran pantallas que anuncian el género y las ofertas. Los grandes carteles animados de publicidad de la Plaza de Callao tampoco se apagaron, y el decreto no se refiere específicamente a ellas, por lo que a priori están exentos. 

El ahorro lumínico sí se notó en los edificios oficiales. En el primer tramo de la calle Alcalá, con su sucesión de edificios públicos, se notaba menor luminosidad, aunque no hasta el punto de que se viesen las estrellas en el cielo. Cumplió también la monarquía, en esta ocasión: el Palacio Real extinguió los focos puntualmente. La Real Casa de Correos, sede de la Comunidad de Madrid, y el Palacio de Cibeles, que ocupa el Ayuntamiento, apagaron los focos pasada la medianoche. La fachada de la casa Real de Correos se mantuvo hasta la 1.00 de la madrugada por su “interés cultural y turístico” y, en el caso del Palacio de Cibeles, el alcalde de la capital, Martínez-Almeida, explicó ayer martes que no va a apagarse a las 22.00 por tratarse de un Bien de Interés Cultural y albergar un restaurante.