De los 143 nuevos bancos que el Ayuntamiento de Madrid está instalando en la fase final de las obras de ampliación de la Gran Vía, 110 serán bloques macizos de granito para evitar que entren los coches en las zonas peatonales y mejorar la seguridad de la calle. Algunos ya están puestos: pueden verse -y usarse- en el tramo que va del cruce con Alcalá a la estación de metro de Gran Vía.
El objetivo de esta medida es impedir la entrada de vehículos a la acera. “No hay alarma. Pero a raíz del atentado en La Rambla de Barcelona se incluyó en los debates sobre el nuevo diseño de Gran Vía a los equipos de seguridad”, explican fuentes de la Concejalía de Desarrollo Urbano Sostenible. Así, si tras los atentados de agosto del año pasado algunas de las calles céntricas de Madrid (por ejemplo, Preciados) se llenaron de maceteros y bolardos temporales para evitar nuevos ataques, a partir de ahora estos elementos disuasivos poblarán la Gran Vía.
No son fijos, eso sí. “La idea, tanto del ayuntamiento como del arquitecto del proyecto, es hacer un banco modular que puedas mover en cualquier momento”, explican desde la empresa fabricante, Granilouro, en Pontevedra. “Es un tipo de movilidad urbana adaptable. Ahora se colocan como bancos, pero no los quieren anclar al suelo porque los ayuntamientos cambian de opinión”. Cada bloque pesa 540 kilos -“es como un bolardo grande”, continúan- así que arrasarlos con un coche es difícil igualmente. Si en algún momento el ayuntamiento quisiera, sería sencillo anclarlos.
Urbanismo 'antiproblemas'
Los 110 bancos “duros” van tratados con material antigrafitis para evitar el vandalismo. Su precio ronda los 120 euros la pieza, según la empresa, y son de granito claro, que acumula menos calor que el oscuro.
“Coge la misma temperatura que el suelo, donde te puedes sentar tranquilamente”, indican en Granilouro. En las plazas más duras de Madrid -las que más granito tienen, como Sol o Callao. este tipo de mobiliario se suma a la falta de vegetación y provoca que se recalienten y se formen islas de calor: zonas en las que la temperatura es más alta y ni siquiera baja por las noches, porque el calor acumulado se desprende.
Los nuevos bancos de Gran Vía son muy similares a los de las plazas duras. La empresa fabricante, de hecho, ya ha trabajado con Madrid antes: en las Cuatro Torres y en la Cuesta de Moyano, donde también le compraron bloques de granito.
“Los de Gran Vía servirán de parapeto, pero también para que la gente no se siente cómodamente y no se puedan tumbar los mendigos”, considera Dolores Brandis, catedrática de geografía de la Universidad Complutense. “Así el espacio público es muy limpio y se evitan las personas non gratas”, ironiza.
“Se emplean muchos medios para fomentar la seguridad. Algunos pasan desapercibidos”, continúa. “El diseño de las plazas nuevas está pensado para que la policía pueda entrar fácilmente y la gente no pueda esconderse detrás de elementos. Cuanto más diáfano es un espacio, mejor se puede defender y evitar que sea tomado”.
Otro elemento a tener en cuenta, indica, será cuánto espacio se le deje a las terrazas, que ya han tomado parte de las aceras ampliadas. “Es un asunto interesante: por un lado se quitan elementos para dejar el espacio más diáfano, pero por otro se permite que se incorpore la hostelería. Se pasa de la seguridad a lo económico. Tanto es así que muchos vecinos se echan a temblar cada vez que oyen que se van a ampliar aceras, porque automáticamente aparecerán terrazas que les impedirán disfrutar de su calle”.
Si los bloques sirven para evitar ataques o no es un debate que se reabre cada vez que hay uno: ni todos los espacios se pueden proteger con bolardos (los atentados en Berlín fueron en una zona de paseo y un mercado navideño) ni todos los ataques se hacen con coches o furgones (en Barcelona, la célula yihadista preparaba otro con explosivos, aunque el de La Rambla sí hubiera podido evitarse con barreras).
33 bancos con chaise-longue
La reforma de Gran Vía terminará previsiblemente el 23 de noviembre e incluirá más elementos nuevos: 95 semáforos, 228 farolas, 89 árboles y 33 bancos de madera (además de los 110 de granito). Según los datos públicos de mobiliario urbano de Madrid, actualmente Gran Vía tiene solo 15 bancos, así que la calle ganará en espacios para sentarse.
El diseño de estos otros bancos se escogió mediante un concurso en 2015 en el que el Ayuntamiento pedía a los participantes que diseñaran bancos para “compartir”. Los tres ganadores, escogidos por jurado de entre 218 propuestas, se presentaron en julio de 2016. El primer puesto se lo llevó el diseño “Yo tenía tres sillas en mi casa” del arquitecto Marcos Plazuelo: es un diseño modular que permite mover piezas y montar varias combinaciones de bancos diferentes.
La fabricación e implantación de este banco ha sido más larga de lo habitual por el concurso, pero está previsto que llegue a otros distritos más allá de Gran Vía.