Es una aparente contradicción. O no tanto. Desde las elecciones autonómicas del 28 de mayo, Isabel Díaz Ayuso ya no depende de los votos de Vox. Cuenta con una mayoría absoluta y no necesita un solo acuerdo para aprobar ninguna de las leyes o de los presupuestos del Gobierno de Madrid con la formación de Santiago Abascal. Sin embargo, pese a no necesitarlos, la presidenta de la Comunidad de Madrid se ha convertido en la principal defensora de Vox dentro del PP. Ayuso es a día de hoy la líder que más aboga por llegar a acuerdos con la formación de extrema derecha. Pide respetar a sus votantes, minimiza la negación de la violencia machista por parte de los de Abascal y hace suya la agenda más reaccionaria del partido ultraconservador en una evidente apuesta por ocupar el espacio más a la derecha del PP y evitar fugas al partido ultra.
Tras dos semanas casi desaparecida a partir de su arrolladora victoria el 23J, Ayuso reapareció para su sesión de investidura y la posterior toma de posesión como presidenta de la Comunidad de Madrid para previsiblemente –falta saber qué pasa en las generales del 23J– los próximos cuatro años.
La cita coincidía con un momento muy delicado para otros barones del PP y para el propio líder del partido, Alberto Núñez Feijóo, porque debían decidir la relación con Vox en un momento en que la práctica totalidad de su poder territorial dependía del partido de Abascal. Mientras la líder del PP extremeño, María Guardiola, había escenificado un golpe en la mesa para negarse a pactar un gobierno de coalición con la extrema derecha por ser xenófobos, machistas y homófobos, según ella misma describió, en la Comunitat Valenciana el partido se había apresurado a hacer lo contrario y sellar un acuerdo exprés con la extrema derecha que incluía guiños al negacionismo de Vox sobre la violencia machista.
En esos días el líder de la formación conservadora, Alberto Núñez Feijóo, trataba de hacer malabares para explicar las diferentes posturas dentro el partido. Fue entonces cuando Isabel Díaz Ayuso decidió romper su silencio y aprovechar el debate de investidura para lanzar un mensaje a los suyos: “Yo no voy a estar en clave electoral a nivel nacional para saber qué pactos hay que hacer o no hay que hacer. Yo lo que tengo claro es que este país necesita un cambio, que tenemos que estar a la altura, que para eso, desde luego, van a tener [en referencia a Vox] nuestra mano tendida”, dejaba claro la lideresa madrileña.
Desde entonces, Ayuso ha dejado clara su posición en cuanto a los pactos con la extrema derecha: hay que llegar a acuerdos sin “líneas rojas” y sin ceder a “los mantras de la izquierda”. Este lunes, Ayuso abogaba por que los acuerdos entre PP y Vox “pasen ya” y lleguen “a buen puerto lo antes posible” a la vez que defendía que establecer esas líneas rojas en materia de violencia machista supone ponerse “una soga al cuello con los problemas de la izquierda y los mantras de la izquierda”. “Yo lo que no creo es que haya que poner líneas rojas para hablar lo que supuestamente a la izquierda le preocupa y está en su marco mental constantemente”, insistía una y otra vez.
Fue precisamente en la toma de posesión de Ayuso el pasado viernes 23 en la Puerta del Sol cuando se fraguó el giro de 180 grados en el discurso de María Guardiola, que pasó de rechazar el pacto con Vox en Extremadura a pedir “respeto” hacia la formación de Abascal. “Vox es un partido constitucional con el que me quiero poner de acuerdo”, dijo en una carta a su militancia.
La toma de posesión de la presidenta de la Comunidad de Madrid a la que asistieron Feijóo, el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, la propia Guardiola y el líder del PP valenciano, Carlos Mazón, el primero en sellar la alianza con los de Abascal, fue clave en ese cambio de discurso, según las fuentes consultadas. En ese cónclave del PP en el que faltó el otro gran barón popular, el presidente de Andalucía, José Manuel Moreno Bonilla, también con mayoría absoluta, se recondujo la situación en Extremadura y se convenció a Guardiola de que el desprecio a Vox no era el camino para llevar a Feijóo a la Moncloa. El viaje al interior de la M-30 cambió los planes de la líder del PP extremeño, quien una semana más tarde abría las puertas de la Junta de Extremadura a Vox que tendrá una consejería para gestionar el mundo rural.
La credibilidad de Guardiola quedó sepultada por aquella visita a Madrid. Ella misma admitió este viernes que su palabra vale menos que los intereses de los extremeños.
En realidad, esta defensa de los pactos con Vox que Ayuso no ha necesitado gracias a su mayoría absoluta, si los ha llevado a cabo en todos esos ayuntamientos en los que el PP ha necesitado al partido de Abascal para gobernar tras el 28M. Incluso en aquellos municipios en los que los populares fueron primera fuerza y habría bastado con gobernar por ser la lista más votada, el PP de Madrid que preside Ayuso ha preferido llegar a acuerdos de coalición con Vox.
La agenda ideológica
Pero la defensa de Ayuso a los postulados con la extrema derecha no termina en un apoyo público a que PP y Vox se entiendan. La presidenta regional ha comenzado la legislatura prometiendo una de las exigencias de la formación ultraconservadora el pasado mandato: una reforma de la ley trans autonómica. Según indicaba este lunes Ayuso en rueda de prensa, esta modificación legislativa para no “hacer ingeniería social a costa de nadie”, en palabras de la dirigente madrileña, se aprobará antes de que termine el año ya que ha prometido que la llevará a la Cámara autonómica en el primer periodo de sesiones que comprende de septiembre a diciembre. Ayuso incluso ha avanzado que el texto que llevará al Parlamento y que se aprobará gracias a la mayoría absoluta del PP, ya está redactado.
Ayuso hace suyo así uno de los postulados de la extrema derecha, en contra de lo que ella misma defendió en 2016 cuando el PP se abstuvo de la norma que el resto de grupos apoyaron en la Cámara regional con Cristina Cifuentes de presidenta. “No necesitamos los escaños porque usted es parte de la agenda ideológica de Vox”, le dijo durante el debate de investidura la portavoz Rocío Monasterio atribuyéndose las iniciativas anunciadas por la presidenta regional. Además de la reforma de la ley trans regional, Ayuso también llevó al centro de su discurso la educación concertada o la apuesta por tener en cuenta a los bebés no nacidos, algo que, de nuevo, celebró Vox.
La supuesta ruptura de Ayuso con Vox en marzo queda en eso, en una suposición porque tras los comicios y desde la libertad que le blinda su mayoría absoluta, la presidenta madrileña se ha convertido en la mayor valedora del acuerdo con la extrema derecha dentro del PP.