Ayuso, presidenta... de Tabarnia con Ortega Cano, Girauta y chistes de Puigdemont

Víctor Honorato

6 de septiembre de 2022 22:38 h

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Aunque sus propios promotores reconocían ya el año pasado que la broma empezaba a languidecer, los promotores de Tabarnia, una campaña más o menos humorística de crítica al referéndum de independencia catalana de 2017 y sus defensores a cuenta de la hipotética secesión de Barcelona y Tarragona de Cataluña, aprovecharon los coletazos de verano madrileño para intentar insuflar aire al movimiento con una comida en un restaurante próximo al recinto ferial de la capital, en la zona norte. El reclamo (y la noticia) fue la asistencia a un acto de ese tipo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que llegó a incluir semejante evento en la agenda oficial del Gobierno, para ser nombrada presidenta del territorio imaginario. Asistieron algo menos de 200 personas.

La reunión se anunciaba satírica, y con esa intención parecía que estaba dispuesto en el exterior del restaurante un cartel de los de introducir la cabeza para posar, frecuentes últimamente en bodas y banquetes. Se trataba de una viñeta en la que la cabeza ausente sería la de Carles Puigdemont, metido en el maletero de un coche de camino a Bélgica. “Se alquila maletero, usado solo una vez. Firmado: Puchi”, se leía debajo, acompañada la estampa de la figura de un cerdo de juguete con gafas y peluquín negro, que representaría al expresidente de la Generalitat y eurodiputado, reclamado por el Tribunal Supremo. Ayuso no tuvo ocasión de pararse a verlo, porque había docena y media de periodistas esperando su llegada que bloqueaban la visión. No hizo declaraciones, pero sí posó con la bandera, también inventada.

Dentro la esperaban los patrocinadores del asunto, de lustre diverso. En ausencia del ideólogo, Albert Boadella, estaban el abogado José Luis Martín Mendoza, el periodista Miquel Giménez, el comentarista deportivo Tomás Guasch y el exdiputado de Ciudadanos Juan Carlos Girauta, muy solícito en la puerta con la prensa. “Las damas primero, cuántas hay”, exclamaba, mientras hacía pasar a redactores y cámaras.

En el interior esperaban ya viejos conocidos de la política y las televisiones, como Alejo (en ocasiones, Aleix) Vidal-Quadras, el director de la Oficina del Español, Toni Cantó, que sigue en nómina de la Comunidad de Madrid, y otro ex de Ciudadanos, y últimamente también del PP, Fran Hervías. Por allí andaba también el torero José Ortega Cano, plenamente reinsertado y también en un cargo del Gobierno madrileño, el abogado Miguel Durán, en su día presidente de Telecinco, absuelto más adelante de ahorrarle impuestos ilegalmente a la compañía, o el comunicador Javier Cárdenas, despedido (según su versión) por “decir verdades y meterse con el Gobierno”. Ortega Cano declaró, inevitablemente, que Ayuso, como él, aguanta “las cornadas” que le da la vida. “Maestro, impresionante, ole”, aclamaron los comensales.

El ambiente del restaurante recordaba al de unas bodas de plata, quizás hasta de oro. Mesas redondas, estampados florales, camisas sin corbata y americanas, con presencia catalana y también madrileña, incluido algún alcalde y portavoz municipal del PP de los de edad intermedia, que reconocían que parte del motivo de acudir era saludar a la presidenta en un entorno informal. El menú era sufrido, sin alardes, pese a los 40 euros del cubierto: ensaladilla, guacamole, mejillones (tres por cabeza) y corte de rodaballo, más tarta de chocolate, además de bebida (una copa de vino o una cerveza, nada excesivo). 

Medio Dúo Dinámico y el letrista de David Civera

Hubo que esperar, en todo caso, a la celebración del acto, en el que se había de nombrar a embajadores de Tabarnia. Además del citado Cárdenas, estaba el Dúo Dinámico, aunque solo se presentó una pata de la pareja, Ramon Arcusa, pues Manuel de la Calva sufre una indisposición de salud. Avisó que intentarán estar para el concierto del día 30 en Torrejón de Ardoz. Se presentó también la actriz Mónica Pont, que vive entre México y Miami, y el compositor Alejandro Abad, recién instalado en Pozuelo de Alarcón, que adaptó la letra de la canción “Que la detengan”, éxito de David Civera de hace 20 años, a las circunstancias: “Somos la resistencia, no nos rendiremos jamás”, cantó. Los demás seguían la letra como podían y reían. Presentaba el acto el periodista Albert Castillón, que ya había estado en la manifestación de Colón de 2019, la de la foto de los líderes de PP, Ciudadanos y Vox.

La estrella era Ayuso, en cualquier caso. A la hora en que el presidente nacional de su partido trataba de presentarse como alternativa y líder de un partido solvente en el cara a cara ante Sánchez en el Senado, ella era “investida” presidenta de Tabarnia. En el restaurante y en semejante compañía, tomó la palabra y leyó un discurso en el que volvió a repasar los puntos de su ideario político y cultural. “No vamos a crear premios culturales ni ningún reducto oficial para premiar al agraviado”, llegó a decir, mientras Toni Cantó miraba el teléfono móvil. “Tenemos uno de los mejores estados de bienestar del mundo, con impuestos bajos”, describió sobre el modelo madrileño. Acerca del carácter local, destacó la querencia por “la convivencia, la alegría y las cosas normales”. En el mismo sentido, y sin mayores explicaciones: “Nos gusta más un abrazo que un decreto”. Después mencionó varias especialidades gastronómicas catalanas y madrileñas, se comparó en broma con otra Isabel, La Católica, y criticó el proceso constitucional de Chile, de “cambios por la puerta de atrás”.

“Es monísima, monísima”, comentaba una señora entre el público en pie, teléfonos móviles en ristre. Todo el mundo se rio a carcajadas ante la sucesión de gracietas. Al término, los asistentes se turnaron para ir a saludar a la presidenta. Como no todos pudieron, algunos volvieron a intentarlo en el descanso entre el prime y el segundo plato.