'Tetuán no es un casino'. Bajo este lema, los vecinos de este barrio del norte de Madrid salieron a la calle el pasado 29 octubre, Día Mundial Sin Juegos de Azar, para protestar contra la proliferación de casas de apuestas en el vecindario. La manifestación transcurrió por la calle de Bravo Murillo, principal arteria del barrio y, también, punto caliente para estos negocios: en los 2,5 kilómetros que hay entre Plaza de Castilla y la glorieta de Cuatro Caminos se concentran 16 locales de juego. Y está prevista la apertura de más: al menos dos espacios están en obras.
“Son una amenaza para la clase trabajadora, para nuestro barrio, así que decidimos organizarnos”, explica Marian Jiménez, vicepresidenta de la Asociación de Vecinos Cuatro Caminos-Tetúan, a eldiario.es: “Lo decimos con orgullo, somos el barrio pionero en hacer una manifestación contra el juego”. De hecho, asegura que la Policía Municipal les dio “las gracias” por convocar la marcha: “Ellos también ven que esto va a ser un problema”.
A su lado está Antonio Ortiz, presidente del colectivo, que advierte sobre los “cambios estructurales” que el fenómeno puede propiciar: “Algunos ya hemos visto cómo una generación se echó a perder. No estamos dispuestos a que de aquí a unos años tengamos que vivir algo similar a lo que ocurrió en el barrio con la droga hace décadas. Los antiguos Centros de Atención a Drogodependientes (CAD) se están reconvirtiendo hacia la ludopatía”.
Marian y Antonio intercambian palabras mientras caminan por Bravo Murillo y señalan los distintos puntos para apostar, una constante a lo largo de la calle. “Esto toma apariencia de Las Vegas”, lamentan. Una metáfora que también repiten los vecinos de otros barrios. Es el caso de Moscardó, en el distrito de Usera, donde en 850 metros de la calle Marcelo Usera –principal avenida del barrio– se concentran hasta ocho puntos para apostar.
“No pedimos que se cierren las casas de apuestas, sino una regulación justa, equitativa, hecha con cabeza. No puede haber en apenas 50 metros tres o cuatro locales”. Son palabras de Alberto Comeche, miembro de la asociación de vecinos de este barrio, que muestra cómo en una calle aledaña ya ha comenzado la reforma de un establecimiento para la apertura de otro de estos negocios.
En la puerta de un local de Sportium –una de las principales empresas del sector–, Alberto señala un caballete colocado en la acera -“como si fuese un menú del día”- en el que aparecen cuotas de juego y distintas ofertas: “Muchos infringen claramente distintas ordenanzas municipales: publicidad en la calle, puertas abiertas, consumo de alcohol de menores, se fuma dentro, no hay ningún registro a la entrada...”.
También apunta a los grandes letreros luminosos -algunos ocupan toda la fachada-, que en ocasiones contrastan con la escasa iluminación de las calles. O a la ostentación que presentan las fachadas exteriores, algo que también choca con la imagen de los edificios más deteriorados del barrio.
“Hay chicos que creen que se van a ganar la vida así”
Cerca de Marcelo Usera, también en el sur de la capital, se encuentra otro de los puntos calientes de casas de apuestas. Se trata de Puente de Vallecas: a su alrededor, en un ratio no superior a los 400 metros, se concentra una decena de locales. María José García Berral, integrante de la asociación de vecinos del barrio, recuerda: “Al principio lo vimos como algo extraño, porque hace unos tres años empezaron a proliferar como setas. Y también comenzamos a recibir comentarios de familias preocupadas por cómo los jóvenes iban a apostar cada vez más”.
“Salen a jugar hasta en el recreo de colegios e institutos”, asevera esta vecina, que recuerda que “ha aumentado el registro de ludópatas, donde la edad es cada vez menor, además de que ya llegan noticias de trapicheo y pequeños hurtos”.
En el Estudio y análisis de los factores de riesgo del trastorno de juego en población clínica española 2017, coordinado por la Dirección General de Ordenación del Juego –dependiente del Ministerio de Hacienda– se establece un perfil del ludópata en España: son “hombres, con una media de edad de 43 años, originarios de España (menos de un 5% es procedente de otros países), casados y con un nivel socioeconómico medio-bajo o bajo”.
Este informe destaca que “un inicio precoz de la conducta de juego y haber experimentado un alto número de acontecimientos vitales estresantes son potentes predictores de la severidad-afectación”. “Las preferencias de juego guardan una estrecha relación con el grupo de edad”, prosigue el texto, que destaca que los hombres de entre 18 y 35 años realizan “apuestas en un número mayor de juegos diferentes”. También recalca que la edad de inicio “presenta una media próxima a los 21 años”: un 36% de los participantes asegura haberse iniciado en el juego antes de los 18 años.
Por otro lado, la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL) ya ha advertido en numerosas ocasiones de que están tratando cada vez con personas más jóvenes: muchos no superan los 25 años. En solo un lustro, los adictos que han pedido ser vetados en locales de juego se han cuadruplicado en la Comunidad de Madrid. El tramo que va de los 18 a los 25 años ha sido el que más ha crecido, pasando del 11,19% al 19,15% del total.
Tal y como reveló una investigación de El País, uno de cada cuatro centros de educación secundaria está a menos de 150 metros de una casa de apuestas. Por ejemplo, el centro de Formación Profesional Teide de Quintana tiene un salón de juego en uno de los locales comerciales que hay bajo sus aulas. A pocos metros de este instituto se ubica la sede de la APAL. Frente a ella también hay un punto de apuestas deportivas.
María José subraya que estos espacios ya no son solo sitios en los que realizar apuestas de forma puntual: “Se está convirtiendo en un punto de reunión para los más jóvenes. Es algo normalizado entre ellos”. También apunta a “cómo se cultivan actitudes y valores machistas” con estas dinámicas: “El otro día un chaval comentaba que, cuando salían con las novias, ellas iban de compras y ellos a jugar. Se generan comportamientos diferentes”.
“Los modelos sociales que recibe un chaval con fracaso escolar o sin perspectivas de empleo son raperos y futbolistas que están todo el día anunciando en la televisión que apostar es algo guay. Hay chicos que creen que se van a ganar la vida así, piensan que pueden a las máquinas: es lo que les dice la publicidad”, agrega.
'No solo van a ganar los futbolistas, ¿no?'. 'Apuesta y gana lo que la quiniela no te quiere dar'. 'Todos llevamos un jugador dentro'. 'Las matemáticas no fallan'. 'Lo normal es ganar'. Todos son eslóganes que se repiten en las fachadas de los locales de estos barrios.
Una de las propuestas que plantea la asociación de vecinos de Puente de Vallecas es contrarrestar las apuestas con el deporte: “Queremos trabajar con los clubes deportivos, que en Vallecas son muchos: el deporte o el juego no tiene nada que ver con las apuestas. También tenemos que colaborar con las peñas del Rayo [Vallecano]”.
En Moscardó también lamentan la falta de “alternativas de ocio, amplia, diversa y accesibles para jóvenes”. Alberto, el vecino de este barrio que ha atendido a este periódico, critica que “solo hay un centro cultural, pequeño y con actividades no muy atractivas para jóvenes”. De hecho, apunta: “Hemos planteado incluso la posibilidad de habilitar un local para que los jóvenes puedan ver los partidos de fútbol. Hay que escucharles”.
La práctica desaparición del fútbol de visionado en abierto es otro factor que atañe al fenómeno: “Ya no se puede ver el fútbol si no es de pago y ver el partido gratis es un aliciente. Eres joven, sin dinero dinero, y en casa no tienen fútbol: te ofrecen verlo gratis comiendo y bebiendo en un local. En ciertas edades, tu cabeza solo mira en una dirección”.
Generalmente, los locales de apuestas suelen abrir a primera hora de la mañana –la mayoría ya promociona menús de desayuno en su puerta– y su cierre no llega hasta entrada la medianoche. Además de las bonificaciones -que van desde cuotas ventajosas a dinero gratis para que apuesten nuevos clientes-, muchos también promocionan comida y bebida gratis (o a precios reducidos).
Los vecinos de Tetuán suscriben las palabras de sus compañeros de Vallecas y Usera. “Son el único sitio en el que acogen a los jóvenes, y eso nos da miedo”, lamenta Antonio, el presidente de la asociación del barrio. Su compañera Marian también destaca la falta de expectativas para conseguir un trabajo entre los jóvenes del barrio. Así, el colectivo ha pedido la creación de una escuela de formación en el Mercado Maravillas: “Se trata de que los chavales tengan un oficio y pueden trabajar. Si eso no se instaura, la juventud del barrio, que es mucha, corre el riesgo de perderse por el camino”.
Los barrios 'olvidados'
Estos son los barrios más activos a la hora de movilizarse contra el auge de las casas de apuestas en Madrid. Pero, más allá de la expansión de estos negocios, todos dicen tener algo más en común: son zonas degradadas por, denuncian, la dejadez de las administraciones públicas y las crecientes desigualdades sociales y económicas.
Ante esta situación, la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM) decidió crear un grupo de trabajo para estudiar el fenómeno, al ver que se estaba “convirtiendo en un problema de salud pública”. Silvia González, responsable de estas tareas en la FRAVM, explica que “los distritos con renta más baja son los que más han visto cómo crecen estos locales”: “Nos estamos encontrando estas problemáticas en los lugares más golpeados por la crisis. Están implantándose en las zonas más vulnerables”.
Aunque los vecinos de Tetuán han sido los únicos que han convocado una manifestación, en Moscardó y Puente de Vallecas también son de los más activos a la hora de organizar distintos actos y campañas para tratar de concienciar sobre los problemas derivados de las apuestas. “Esto es un riesgo de una adicción sin sustancia y, como tal, hay que tratarlo”, comenta María José.
No obstante, otros barrios y distritos también se han visto afectados y están comenzando a movilizarse contra la proliferación sin control de las apuestas en la ciudad. Son los casos de Aluche -que forma parte de Latina, distrito que ha registrado el mayor crecimiento de los puntos para apostar y uno de los de menor renta-, Quintana y Pueblo Nuevo -en Ciudad Lineal-, o Moratalaz.
“Vallecas es un barrio obrero y sentimos que esto es una suma más a la degradación”, continúa María José, que subraya los bajos índices de renta y altos de desempleo: “Esto tiene que estar dentro del programa de un reequilibrio territorial: hay que trabajar de otra manera con los distritos que están en condiciones de desigualdad”.
Alberto, de Moscardó, insiste en esa misma idea: “Nos preocupa lo que pueda impactar esto en los hogares y familias. Todo lo que estos negocios traen por detrás no son cosas buenas”. En Tetúan también enfatizan la desaparición de cines y otros espacios de ocio, pero también de las tiendas “de toda la vida”: “En los barrios tiene que haber también comercios de cercanía, no hay cines o librerías en el eje de esta calle. Tienes que desplazarte al centro, no tienes elementos de vida en común”.
“Aquí no podemos hacer vida de barrio ni de ciudad, ¿qué es esto, un barrio dormitorio? O ni eso, porque también están llegando los pisos turísticos”, lamenta Antonio, a lo que Marian añade: “Es una concatenación de cosas: la casas de juego, los pisos turísticos, la falta de empleo, de alicientes... Hay que transformar esto, así no hay futuro”.
También critican la falta de inversiones de obra pública: “El coste de arreglarnos una calle, la calidad de la obra, es la misma en cualquier barrio: ¿por qué tenemos que admitir una obra de cuarta categoría y otros de primera? En el fondo, esa es la cuestión”.
Así, denuncian que, aún siendo proyectos presupuestados y aprobados, muchas veces tardan demasiado en ejecutarse, si es que llegan a hacerlo. Mientras toma un café en un conocido establecimiento de la zona, Antonio señala desde la cristalera a una fachada que está en proceso de reforma: “Eso que están pintando es con dinero de 2017. Es bastante simbólico de cómo se hacen las cosas”.