Cada sábado, temprano, comienza el ajetreo. Las calles de pizarra de Patones de Arriba se llenan de turistas, la carretera de acceso que sube la montaña queda cerrada y la parte de abajo del pueblo se colapsa de vehículos. Algunos días, si un vecino baja a comprar el pan o hacer algún recado, no puede volver a subir. El lunes, sobre el suelo solo quedan mascarillas desperdigadas y papeleras repletas.
Este episodio se sucede desde el pasado mes de mayo, cuando terminaron las primeras restricciones de movilidad por la pandemia, aunque, según denuncia a este diario el alcalde de este municipio de la sierra norte de Madrid, Oscar Sanz, durante las últimas semanas la situación se ha vuelto prácticamente insostenible. Así lo han manifestado tanto él como varios regidores de otros pueblos de la sierra madrileña, que piden más agentes de seguridad para poder contener el turismo masivo.
La semana pasada, los alcaldes de Soto del Real, Manzanares El Real, Miraflores de la Sierra y El Boalo, Cerceda y Mataelpino enviaron una carta conjunta a la Comunidad de Madrid y al delegado de Gobierno regional, José Manuel Franco, para pedir “apoyo urgente” para garantizar la seguridad en los “caminos y vías públicas y pecuarias”, que se ven “colapsadas de visitantes y vehículos” cada semana.
“Estamos teniendo problemas de afluencia desde hace varios meses. Con el número de policías que tenemos, no podemos hacer frente al control no solo del Covid sino también de la naturaleza, del entorno y de la seguridad de los visitantes”, explica José Luis Labrador, alcalde de Manzanares el Real, una población de 8.936 habitantes al pie del berrocal de La Pedriza. Labrador detalla que las localidades de la zona tienen unos 14 policías de media, un número insuficiente cuando cada fin de semana se “duplica o incluso triplica la población”.
Manzanares es un municipio acostumbrado históricamente a la afluencia de turistas. Tiene atractivos culturales y patrimoniales como un castillo medieval, pero además, cuenta Labrador, es uno de los principales accesos al Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y el punto más cercano a uno de los mejores parkings para dejar el coche y luego dar un paseo por La Pedriza, el de Cantocochino.
“En circunstancias normales la barrera del parking se cerraba a las 9:00, pero ahora se está cerrando sobre las 7:30. Esos vehículos que no pueden acceder acaban saturando las calles y el casco urbano y generando muchos problemas de seguridad, por ejemplo, si tiene que pasar un camión de bomberos”, lamenta.
La escena es semejante en Miraflores de la Sierra, el último pueblo antes del ascenso al puerto de La Morcuera. “Antes de la pandemia, la población ascendía aproximadamente en 1.000 personas los fines de semana. Ahora estamos en 2.000 personas más. Esto nos genera un problema, porque por mucho que queramos no podemos hacer cumplir las medidas de seguridad con los efectivos que tenemos, necesitamos más”, expresa Luis Guadalix, regidor del municipio.
Guadalix asegura que con la dotación de policía actual, sumada a los voluntarios de Protección Civil, les es muy difícil garantizar que se cumplan las medidas sanitarias: evitar que se acumulen grupos de más de seis personas, garantizar que la gente lleve mascarilla o hacer cumplir el toque de queda.
Esta semana, en previsión de una afluencia de turistas aún mayor y en respuesta a la petición de los ayuntamientos, la Delegación de Gobierno se ha comprometido a reforzar la seguridad de los pueblos de la sierra con “más de 270 efectivos” de la Guardia Civil y del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza, también perteneciente al Instituto Armado), así como con vigilancia aérea a través de helicópteros.
No obstante, esta medida no alcanzará a ayuntamientos como Patones, que tendrán que resistir como cada fin de semana. “Esperamos recibir 4.000 personas este fin de semana, y en Semana Santa, algo parecido. Nos sentimos desamparados porque en términos de porcentaje, lo que aquí aumenta la población es mucho más que en otras zonas, es una brutalidad. Es muy complicado encontrar el equilibrio entre el turismo, la seguridad y el bienestar de los vecinos del pueblo”, comenta Sanz.
El dispositivo sí comprende a Soto del Real o Guadalix de la Sierra, dos municipios que antes de la pandemia no tenían tanta concurrencia, pero que hoy en día reciben todo el turismo que rebota de los destinos más demandados de la zona.
El alcalde de Soto, Juan Lobato, asegura que la afluencia de visitantes actual es inédita, lo que ha descolocado tanto a los vecinos como a los cuerpos de seguridad. “Hasta ahora tenía mucha más afluencia Manzanares, Miraflores, La Pedriza, pero ahora como está todo lleno la gente prefiere quedarse en Soto, que tenemos la Hoya de San Blas. Antes estabas solo y ahora hay 200 coches”, dice.
“Estamos acostumbrados a quienes vienen aquí estacionalmente porque tienen segunda residencia y por eso con 15 policías, más los voluntarios de Protección Civil, nos movíamos bien. Pero ahora estamos doblando la población los fines de semana, además con un extra de ciclistas y caminantes que antes no teníamos”, subraya.
Alpedrete es otro pueblo que se ha beneficiado del lleno de localidades tradicionalmente más turísticas como Guadarrama, Cercedilla o incluso Navacerrada. Su regidor, Juan Rodríguez, muestra menos recelos a la llegada de visitantes: “La gente sube a Navacerrada y a veces no puede entrar. Entonces buscan sitios en la zona y llegan hasta aquí. No creo que ponga en peligro la seguridad de la zona y además es muy bueno para los comercios y la hostelería de la zona”.
Hoteles, casas rurales y restaurantes, repletos
Todos los alcaldes consultados para este reportaje coinciden en que la ocupación hotelera estos días está al máximo. También ha aumentado notablemente la reserva de casas rurales. De acuerdo con los datos del portal clubrural.com, la Comunidad de Madrid acapara cerca del 25% de todas las reservas nacionales, mientras que hace dos años, la región representaba sólo el 4% del total.
Los municipios más demandados son Gascones, Mataelpino, Alpedrete o Lozoyuela. “Los cierres perimetrales han perjudicado a las comunidades fronterizas, sobre todo a Castilla y León y Extremadura, pero han beneficiado muchísimo a Madrid”, explica Aroa Salazar, responsable de comunicación de la plataforma. La mayor cantidad de demanda ha provocado que los precios suban ligeramente en la comunidad madrileña, un euro de media, también según datos del portal de reservas de alojamientos rurales.
“La hostelería está feliz. Tenemos un hotel, otro hotel rural, varios alojamientos. Todos al 100% estos días”, indica Sanz, el alcalde de Patones, que asegura asimismo que los restaurantes de la localidad están triplicando los turnos de comida. Lobato, de Soto del Real, coincide: “Está todo lleno. El tema de los alojamientos ha crecido mucho además con Airbnb y han surgido muchos bares, panaderías, comercios. La dinámica contraria a la de la ciudad”.
Un turismo más responsable
Algunos alcaldes lamentan que se les haya podido malentender con las declaraciones de los últimos días. “En ningún caso hemos pedido que no vengan. Nosotros damos la bienvenida a quien quiera venir, pero sí pedimos que se respeten las medidas igual que se respetan en la ciudad”, apunta Guadalix, que insiste en la necesidad de disponer de agentes policiales suficientes.
Labrador se expresa en la misma línea: “Pedimos también un poco más de colaboración a los ciudadanos. Nosotros estamos encantados de que vengan, pero si por ejemplo ven que un parking está cerrado pueden dejar el coche en otro lugar o ir a otro pueblo que tenga más disponibilidad”.
“La gente tiene que ser consciente de que sigue estando en una situación de riesgo, aunque esté en la sierra, y tiene que mantener las mismas medidas. Los vecinos ven algunas cosas y se pueden llegar a sentir incómodos e indefensos”, concluye Sanz.