La Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, responsabilidad de Marta Rivera de la Cruz, ha negado la máxima protección patrimonial al edificio de la antigua fábrica Clesa, del arquitecto Alejandro de la Sota. A pesar de la reclamación del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) y de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), con más de 700 firmas, para la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de una de las “catedrales del patrimonio industrial” de la región, Rivera de la Cruz ha rechazado la petición de los ciudadanos por conservar este legado.
Las razones que argumentan en un breve escrito son tres, tal y como indica a este periódico Vicente Pérez, presidente de FRAVM: que el edificio ha perdido los valores arquitectónicos, que tiene amianto en la cubierta y que ya no hay maquinaria. “Las tres razones son estúpidas. El edificio no ha perdido ninguno de sus valores esenciales, sin duda, los conserva intactos. Los techos de amianto no han impedido la declaración BIC de ningún edificio y basta con desmontarlos, como sucederá con la futura obra. Y, por último, ¿cuántas fábricas se han declarado BIC y no tenían la maquinaria que usaron cuando estaban activas? Esto es una broma”, sostiene Vicente Pérez.
La petición de la protección de BIC para el edificio se pidió en 2021, avalada por el COAM y por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fue reclamada antes del fallo del concurso de reforma y ocupación de Clesa, abandonado desde 2011. Ahora, dos años después, la Dirección General de Patrimonio de la Consejería de Cultura asegura a los vecinos haber redactado un informe que ha preferido no hacer público, tras la visita técnica que realizaron al edificio el pasado cinco de octubre de 2022. Tras el estudio aseguran que “el informe técnico concluye que la fábrica Clesa no reúne los requisitos para ser declarada Bien de Interés Cultural, porque ha perdido gran parte de sus valores culturales”.
Un edificio imprescindible
“Alejandro de la Sota es una figura muy relevante sin obra extensa, pero muy intensa. Clesa es de una importancia sustancial en la historia de la arquitectura industrial porque logró traspasar la estricta funcionalidad de la fábrica”, ha indicado Ramón Andrada, portavoz de COAM, que creía “imprescindible y necesario” que Clesa fuera declarado BIC.
El COAM y la Real Academia reclamaron la máxima protección para el edificio ante la amenaza de una reforma muy agresiva con el edificio original realizado en 1960. La inmobiliaria holandesa Kadans ha logrado un alquiler del lugar para los próximos 75 años del edificio, que a su vez dedicarán a alquilar, aseguran desde la empresa, a pymes dedicadas a la investigación científica. La propietaria del suelo es Metrovacesa, que cedió la fábrica al Ayuntamiento a cambio de beneficiarse de una modificación de su uso, para promover en él la construcción de dos torres de 25 plantas. El proyecto ganador fue “Val-Verde”, diseñado por Carlos Rubio Carvajal, con quien este periódico ha intentado hablar pero no ha sido posible.
La sociedad civil reclamó a la consejera la protección de urgencia de la antigua fábrica para evitar su derribo, en el Consejo Regional de Patrimonio Histórico celebrado en mayo. Alertaron a la responsable de Cultura de la destrucción de un elemento fundamental en el maltrecho patrimonio industrial de la comunidad. La familia De la Sota también se ha mostrado contraria a la intervención que pretende hacer Carlos Rubio Carvajal y Kandas.
El hijo de Alejandro de la Sota dice que se ha quedado “impactado”. “No hemos encontrado a nadie de la arquitectura y de la cultura que haya tenido la mínima duda. Dábamos por hecho que el BIC iba a aprobarse para vigilar y proteger esos valores. La Politécnica de Milán tienen una asignatura en la que estudian las soluciones arquitectónicas de Clesa. No nos entra en la cabeza la razón de la maquinaria. Precisamente la obra de mi padre los volúmenes y los espacios son la clave, y es lo que se mantiene. No se ha perdido ningún elemento esencial”, indica con desaliento. “Si logramos parar a las máquinas de Metrovacesa, te adelanto que seguiremos peleando por su protección. Estamos convencidos de que tenemos razón, avalados por toda la profesión”, ha añadido. El responsable de la Fundación De la Sota no se explica cómo los responsables políticos que deberían protegerlo se dediquen a desprotegerlo.
Razones “absurdas”
Alberto Tellería, portavoz de la asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio (MCyP, reconoce la sorpresa de la decisión. Pensaban que la Consejería de Cultura confirmaría el valor y la protección, porque el valor del edificio “está reconocido internacionalmente como elemento a defender”. El arquitecto cree que las tres razones que dan “son absurdas”. “¿La maquinaria? Estamos hablando de proteger el edificio. Matadero tampoco conservaba la maquinaria. Lo del amianto es lo más ridículo, porque cualquier edificio de esa época usaba fibrocemento como material. Hay que quitarlo. Son tres motivaciones tan débiles que demuestran el interés por no protegerlo. Es una respuesta indignante”, indica Tellería.
Desde Madrid, Ciudadanía y Patrimonio (MCyP) consideran que el abandonado edificio Clesa es un elemento “muy relevante de la historia de la arquitectura española”, aunque el Ayuntamiento de Madrid tampoco le ha otorgado la protección considerada “nivel 1”, es decir, “integral”. En estos momentos tiene “nivel 3” o “parcial”. Esta catalogación convierte al edificio en un bien muy vulnerable. Amparo Berlinches, arquitecta y presidenta de MCyP, cree que la destrucción del edificio sería una pérdida irreversible para la arquitectura industrial de la región y del país. “Y desde luego sería una mancha imperdonable en su gestión”, ha añadido Berlinches.
Berlinches ha definido el trabajo de Rubio Carvajal como “un proyecto destructor que sólo sirve a unos intereses económicos, y eso de la mano de un arquitecto del que no esperábamos un resultado semejante”. ¿Qué daños irreversibles causará el nuevo Clesa al original? Tal y como indican los arquitectos proteccionistas, se romperán foros, se abrirán ventanas en fachada y se introducirán elementos absolutamente ajenos al concepto espacial y funcional de su arquitectura. El proyecto seleccionado, indica Berlinches, “ni siquiera conserva debidamente los elementos que caracterizan al edificio”.
Esto incumpliría la primera línea de las bases del concurso, en el que se especificaba que con la intervención se pretendía “rehabilitar el edificio, ponerlo en valor y adaptarlo a la normativa actual para albergar usos culturales y de innovación”. Además, en el proyecto se puede comprobar cómo sólo el 4% del espacio se destinará a los usos culturales del que en 2019 se dio a conocer a los vecinos de Fuencarral-El Pardo como el “Matadero del norte”.
“Los valores esenciales que quedan son altísimos por un espacio interior fascinante y una volumetría extraordinaria. En efecto se ha tirado alguna nave, pero queda la parte más valiosa. Eso es lo que hay que proteger, el espíritu de ese espacio”, añade el portavoz de MCyP. Avisa que ahora se reunirán con los vecinos para iniciar un proceso de protección ante los tribunales, “aunque la amenaza es muy cercana”. Pero con la Academia y el COAM tenemos muchas garantías.