Más de dos décadas de lucha vecinal contra las políticas arboricidas del PP de Madrid

Peio H. Riaño

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Había avisado: se ataría a un árbol si Alberto Ruiz-Gallardón seguía adelante con su plan, que quería borrar el Paseo del Prado y volverlo a hacer. En la maniobra salía beneficiado el Museo del Prado, que pasaría a disponer de una acera mucho más grande. Pero el Museo Thyssen-Bornemisza, no. Y eso a la vicepresidenta del Patronato del museo público no le gustó. No se le podía hacer ese feo a Carmen Cervera, viuda del barón Heinrich Thyssen-Bornemisza. 

Convocó a los medios y se encadenó a uno de los plataneros del jardín de entrada al museo. Se presentó vestida de un impecable blanco, con pantalón, tacón, bolso de Chanel, perlas y sombrero. Un conjunto primaveral rematado con una cadenita que la protagonista se colgó sobre los hombros, a modo de chal, para las cámaras. Esa es la foto icónica, ese es el recuerdo grabado en la memoria popular. Los vigilantes del museo dejaron sus puestos y aseguraron un perímetro que salvaba a Cervera del pelotón de curiosos, visitantes y periodistas de cultura, del corazón y de la política. Una mezcla en las noticias que solo es capaz de aglutinar Cervera y cuyo eco la convierte en una de las mujeres más influyentes en la opinión pública del país. 

El 6 de mayo de 2007, a las 12 de la mañana, “encadenada” al platanero, nació una fuerza política indestructible. Logró paralizar a Gallardón y pasar a la historia como la protectora de los árboles en peligro. Estos días se compara su acción con la de los vecinos de Madrid que se están levantando contra Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida para defender sus parques y sus árboles. Pero como veremos, la única similitud con aquellos días es la política de tala indiscriminada del PP y la resistencia que las madrileñas y madrileños han demostrado durante todos estos años para salvar su patrimonio natural.

Salvar árboles

Esta historia arranca con José María Álvarez del Manzano, el primer alcalde talador. Le recuerdan muy bien las vecinas que frenaron algunas de sus políticas de exterminio verde mientras fue regidor de la ciudad, entre 1991 y 2003. Álvarez del Manzano pretendía arrasar con la arboleda de la calle Antonio López y no pudo. Penélope Ranera y Pilar Gómez se conocieron en 1998 manifestándose contra este proyecto: talar 129 plátanos de sombra, con cerca de 50 años. Pilar empapeló los árboles del barrio para avisar de que iban a morir. En el local de la Asociación de Vecinos de Comillas, en Carabanchel, echó a andar el grupo que se llamaba SOS Árboles de Antonio López. Lograron detener aquella tala y muchas otras más. Entre ellas la del Paseo del Prado, ya constituidos como SOS Árboles de Madrid. 

“Ganamos y los árboles se salvaron y empezaron a llamarnos de otros barrios, en los que estaba pasando lo mismo: Álvarez del Manzano arremetía con todo lo que se encontraba para cambiar las aceras”, recuerda Ranera. Luego llegaron los días de Alberto Ruiz-Gallardón y pelearon por salvar el Parque Santander, en Chamberí, en parte destruido por la construcción de un campo de golf declarado nulo por derecho. O el paseo de Virgen del Puerto, arrasado para hacer los colectores del soterramiento de la M30, o la supervivencia del Parque de la Arganzuela. “Era un parque protegido y de la mañana a la noche se le quitó la protección y fue arrasado para meter las tuneladoras del soterramiento de la M-30. De aquel destrozo apenas sobrevivió la arboleda del paseo de plátanos y algunos cedros”, recuerda Ranera. Esos supervivientes son los que ahora están amenazados por la Línea 11 de Metro, que Isabel Díaz Ayuso quiere hacer aflorar en pleno parque.

“Leerse un plan urbanístico es dificilísimo, requiere muchas horas y muchos días. En lo que publican nunca cuentan lo que van a hacer. Los proyectos urbanísticos de Madrid siempre pasan por la destrucción del patrimonio cultural y natural. Es una ciudad que sus gestores no la quieren”, añade Ranera.

Otoño de 2006. Sin esperarlo, se enteran de que la intervención del Paseo del Prado es inmediata, que está aprobada desde hace años. “Nos fuimos con una mesita de camping a la Cuesta de Moyano, que todavía tenía árboles antes de ser arrasados y lapidados con granito. Todas las reformas son así, crear metros de suelo alquilable y abrasarnos al sol”, explica la vecina. Allí dedicaban tres o cuatro horas de su vida para comunicar al resto lo que Gallardón pretendía hacer en el Paseo del Prado. Recogían firmas y pensaban en todas las cosas que podían hacer. En aquella mesita estuvieron semanas, pero apenas recibían atención. “Sabíamos que Recoletos estaba perdido, pero la arboleda del Paseo del Prado está vinculada a las instituciones culturales y sabíamos que aquella era nuestra única oportunidad”. Llamaron a la puerta del Museo del Prado, nadie les atendió. La Biblioteca Nacional de España, tampoco.

Vieron a la “Virgen”

Alguien trajo un recorte de un periódico en el que aparecía una nota breve donde se decía que Carmen Cervera estaba en contra de ese proyecto. Había que buscar la manera de llegar a ella. “Cuando ella contestó, se nos presentó la Virgen”, indica Pilar Gómez. “Creamos una relación por teléfono, fue súper amable. Sabíamos que sin Tita esto no salía para adelante. Fue incorporarse a nuestra lucha y aquello fue una locura. Hubo interés en los medios y no solo en Madrid. Llamaban medios de toda España y nos superó. Fue una locura. Por lo menos se reconocía nuestra lucha. Fue un subidón. Ella se aprovechó de nuestra causa y nosotros de ella”, recuerda Pilar.

Así llegaron al 6 de mayo de 2007. “Una locura”, resume Pilar. “No me acuerdo ni de la mitad. A mí me desbordaba todo. Había concejales, candidatos, que también venían. Es que se apuntó todo el mundo. La gente quería ver a Tita, porque había gente que venía a defender los árboles y gente que venía a ver a Tita y que la sacase ”El Tomate“. El programa de Jorge Javier Vázquez tampoco podía perderse el día en que Tita se convirtió en ecologista. No agarró las pancartas de los vecinos, pero asumió su mensaje. 

No se van a talar. Primero me tienen que talar a mí un árbol, un brazo, hombre”, dijo Cervera a pie de platanero. En 2019 Cervera se sentó con Jordi Évole en el museo y en ese encuentro recordó el día que fue activista: “Hubo un mitin que vinieron miles de personas. Me hicieron caso y no se cortaron. Estoy muy feliz. Esos árboles, cada vez que los veo... los árboles tienen también vida. Tú te abrazas a un árbol y te pones contento”. Los vecinos ganaron, también Tita. Ella conocía los intereses de ellos, pero los vecinos no sabían los de ella.

El polémico plan

El proyecto de reforma del Paseo del Prado se encargó, tras un concurso internacional, a los arquitectos Álvaro Siza y Juan Miguel Hernández León, actual presidente del Círculo de Bellas Artes y exdiputado de cultura del PSOE en la Comunidad de Madrid. “Lo que pasa es que ocurre que este señor, Álvaro ”Císar“, portugués, no conoce Madrid a fondo como nosotros, los españoles...”, argumentaba Cervera aquellos días contra los diseñadores. 

Pero la versión de los arquitectos nunca trascendió. Juan Miguel Hernández León explica a este periódico que realizaron un estudio en profundidad con investigadores del departamento de Agrónomos y de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid, en el que se analizó árbol por árbol la situación fitosanitaria en la que se encontraban. “Y se detectó que había una cantidad importante de ejemplares que estaban en una situación peligrosa: había sóforas que estaban huecas. Se planteó la posibilidad de sustituir 70 de ellos. En su lugar proponíamos plantar 150 castaños de indias”, cuenta el arquitecto. Penélope Ranera y Pilar Gómez quieren mostrar su total desacuerdo con este punto de vista del arquitecto, porque consideran que los árboles no estaban enfermos.

“Esa consideración deducida de la situación fitosanitaria de los árboles fue lo que se acogió como lema de 'arboricidas'. Parecía que queríamos liquidar, que queríamos dar prioridad al tráfico. Era todo lo contrario: el índice de contaminación del Museo Thyssen, el Prado y Reina Sofía provenía del tráfico en un 60%. No era solo la cuestión paisajística, sino la protección de las colecciones”, dice Hernández León. 

Menos tráfico en el Prado

El proyecto de Siza y León pretendía crear un gran eje peatonal frente al Museo del Prado, sacando el tráfico de la vía que pasa por la puerta de la pinacoteca. Y que hoy hace insostenible la presencia en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco. Asegura el arquitecto que su pretensión era reducir a la mitad la contaminación, conectar los tres grandes museos y ampliar las zonas verdes. Pero no frente al Museo Thyssen. “Ella pedía más acera. Entendía que la Fundación Thyssen y su edificio tenían tanta importancia como el Museo del Prado y si a este le dábamos una expansión al acceso principal, con vegetación recuperada y peatonalización, ella quería un tratamiento equivalente”, recuerda.

El Prado saldría beneficiado y Tita lo impidió. Amaba los árboles, pero quería los mismos privilegios que el museo más importante de España. Y pudo con todos, porque encontró una aliada poderosa en la sombra: Esperanza Aguirre. La expresidenta ha llegado a decir que fue ella quien le dio la idea del encadenamiento. Los arquitectos tenían el apoyo del alcalde Ruiz-Gallardón, pero frente a ellos estaba la presidenta de la Comunidad de Madrid. “No he conocido dos rivales políticos más profundos”, indica Hernández León. A la expresidenta madrileña le sorprendieron con un micro abierto que captó esto: “Yo creo que nosotros hemos tenido la inmensa suerte de dar un puesto a Izquierda Unida, quitándoselo al hijoputa”. Los correos del expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa también dejaron constancia de la guerra en el PP

“Yo he tenido conversaciones con uno y con otro en privado. Sé lo que pensaba uno del otro”, resume aquella situación insostenible Hernández León. “Esperanza Aguirre decidió que la reforma de Gallardón no se iba a hacer y ahí apareció Carmen Cervera, un personaje que fue, si me apuras, utilizado”. Esperanza Aguirre telefoneó a Cervera para decirle que aguantara, que mientras ella fuera presidenta de la Comunidad de Madrid, Gallardón no podría hacerlo. 

“Tita convenció a los ecologistas y todo el mundo se apoyó en esa imagen mediática”, señala Juan Miguel Hernández León. Por un lado estaba la lucha de los vecinos, por otro la de Gallardón contra Aguirre y, además, la de Cervera y el Prado. La reforma del Paseo del Prado murió el 6 de mayo de 2007. Pilar Gómez comenta que los vecinos han vuelto a la lucha hace unos días, en la manifestación para detener la tala de Madrid Río. Esta vez alcalde y presidenta parecen unidos en su intención taladora. Esta vez los vecinos van a necesitar más manifestaciones, que se les presente otra Virgen y, de paso, un San José.