Casi un centenar de personas se concentraron desde las 07:30 de la mañana en la plaza Luca de Tena en el barrio madrileño de Arganzuela. Su objetivo era el de impedir que la policía desalojara el Centro Social Okupado Autogestionado (CSOA) La Ferroviaria. El desahucio, ordenado por el Juzgado de primera instancia nº9 de Madrid y programado para las 09:30 de la mañana, se efectuó sin violencia policial ante la concentración y los cánticos de la gente. “La Ferro no se vende”, coreaban los asistentes desde el inicio frente a las ocho lecheras policiales con antidisturbios que cortaban las calles.
El espacio que ocupaba La Ferroviaria era una antigua sucursal bancaria de Banesto que quedó vacía cuando a este lo absorbió el Banco Santander. El lugar llevaba deshabitado más de 12 años, según fuentes del Centro Social, que aseguran también que la última inspección data de 2007. La propiedad del local pasó a manos de Retail Company SL, participada al 100% por la entidad de Ana Botín y que se define como una entidad de bienes inmobiliarios.
La Ferroviaria se presentó como CSOA en junio de 2021. Allí se juntaban hasta 15 colectivos dedicados al activismo político —feminismo, lucha LGTBIQ o ecologistas—. Pero no solo se dedicaban a organizar asambleas. También tenían clases de baile, teatro o hasta boxeo para los vecinos del barrio. Hasta 200 personas participaban activamente, según las personas implicadas en el proyecto. “Hemos creado aquí lazos emocionales fuertes”, destaca Paula R., miembro del centro, a elDiario.es. A su alrededor, otros participantes comparten chocolate con churros para desayunar.
Para intentar evitar el desahucio, los miembros de La Ferroviaria se pusieron en contacto con los abogados de la empresa del Banco Santander. “Nunca nos llegaron a contestar para mediar la situación. Tampoco lo esperábamos”, declara Víctor C., otro miembro del CSOA. “Solo nos queda venir a defenderla”, sentencia. Sin embargo, la Comisión Judicial competente entró al espacio igualmente.
Aunque la edad de la mayor parte de asistentes oscilaba entre los 20 y 30 años, vecinos de Arganzuela de toda la vida se acercaron a solidarizarse con la causa. “Tras el desalojo de EVA (un antiguo Centro Social en Arganzuela) después de la pandemia, es el único sitio donde podíamos reunirnos los movimientos sociales en el barrio”, relata Maite Manzanares, una señora que a sus 66 años se sitúa en la primera línea de la concentración. Destaca la importancia de estos espacios en los barrios: “Están relegando los lugares del ocio a únicamente a los bares. La gente joven no tiene dónde juntarse si no es para consumir”.
“Casi tres años son bastantes para un Centro Social en el centro de Madrid”, valora Paula R. Sin embargo, “estas cosas te recuerdan que estamos bajo las decisiones de siempre. Solo se busca el lucro económico y la rentabilidad”. Ella cree que el espacio se venderá o alquilará a alguna franquicia, habitual en la zona, dice. Y recuerda que este mismo miércoles 13 se desalojará también el CSOA L’Obrera en Barcelona y, la semana que viene, La Bankarrota en Moratalaz. “Hay una ofensiva contra estos espacios”, asegura la activista, y recuerda las infiltraciones policiales en movimientos sociales que se han destapado en los últimos años.
Mirada al futuro
Al preguntar por el futuro, el proyecto se ve incierto. “Veremos qué hacemos. A priori seguiremos activos y ojalá podamos reconstruirlo, aunque sin un espacio es complicado”, manifiesta Víctor C.
Para Paula R., aunque “desalojan más centros de los que se crean”, es importante destacar la creación de un nuevo Centro Social Okupado en un edificio abandonado en La Latina. “Por ahora está saliendo todo bien. Es delicado porque está en el centro de Madrid, pero la creación de estos espacios de libertad y que plantean nuevas fronteras es siempre positivo”, valora. “Okupamos porque queremos recuperar lo que es nuestro”, esgrimían en el comunicado ante el desalojo. Ambos activistas se van para avisar al resto de medios de que han desalojado La Ferroviaria y desconvocan la concentración.