Desde hace prácticamente dos décadas, para poder convertirse en una figura relevante en cualquier gobierno de la Comunidad de Madrid controlado por el PP resulta imprescindible cultivar la habilidad de sortear los casos de corrupción que han salpicado al partido en la región, pero también una cierta perspicacia para situarse en el centro de la polémica. Ambas aptitudes las cumple Enrique Ossorio (Badajoz, 1959), vicepresidente del Ejecutivo madrileño y mano derecha de Isabel Díaz Ayuso, que ha estado presente en la administración madrileña desde la época de Alberto Ruiz-Gallardón.
Esta misma semana el portavoz de Ayuso, que hace solo unos meses negó la existencia de ciudadanos pobres en Madrid, se convertía en el protagonista de una nueva controversia al asegurar que las familias de los ancianos muertos en residencias durante lo peor de la pandemia ya lo “han superado”.
La izquierda ha pedido la dimisión o el cese de Ossorio tras su respuesta a la petición de Vox de crear una comisión de investigación sobre lo ocurrido en los centros de mayores y de personas dependientes cuando se desató la COVID-19 y la consejería de Sanidad distribuyó un protocolo que impedía trasladar a los ancianos de las residencias a los hospitales. “Esa comisión yo creo que va a causar un daño a las familias que podrán volver a pensar: ¿Se podría haber evitado la muerte de mi familiar? Yo creo que las familias eso ya lo han superado y volver a esto por interés electoral yo creo sinceramente que no es procedente”.
Y han sido esas palabras las que han causado dolor e indignación entre buena parte de los familiares. “Los hijos no hemos superado la muerte de nuestros familiares”, tuiteaban desde la cuenta de Marea de Residencias. “Como hija, puedo decir que más de dos años después aún necesito pastillas para dormir”, lamentaba otra afectada.
Lejos de asumir responsabilidades, Ossorio ha acusado a la izquierda de manipular sus palabras y se ha apresurado a difundir el mismo vídeo que ha salido en los medios de comunicación, acompañado de un mensaje: “Evidentemente, la muerte de un ser querido nunca se supera, pero sí se ha superado la mentira de la izquierda, sin escrúpulos, que afirmó que se pudo haber evitado”, dijo.
Pero lo cierto es que no es la primera vez que el vicepresidente demuestra falta de sensibilidad en sus declaraciones. Cuando Cáritas publicó un informe en el que advertía que el número de pobres había crecido en la región hasta el 22%, el entonces todavía consejero de Educación afirmó: “Pues yo no lo veo”. “Dicen que en Madrid hay tres millones de pobres, pues dónde estarán”, llegó a decir mientras hacía el gesto de buscarlos tras él. “Creo que en el gesto me equivoqué”, reconoció después.
Ossorio cobra en estos momentos 112,351,56 euros como vicepresidente del Gobierno regional, según los datos del portal de transparencia de la Comunidad de Madrid. Percibe al mes un salario incluso superior que el de Ayuso, que ingresa cada año 103,090,32 euros; y mucho más el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que tiene un sueldo de 84.845,16 euros. Además, Ossorio tiene más de 1,4 millones de euros invertidos en diferentes fondos y el 75% de una vivienda cuyo valor supera los 417.000 euros, según su declaración de bienes en la Asamblea.
Pese a la defensa a ultranza del sector privado y la apuesta firme por una reducción drástica del gasto público que hace el Gobierno madrileño, Ossorio no ha percibido esas cantidades de dinero por su trabajo en la empresa privada. De hecho, ha desarrollado toda su carrera profesional primero como alto funcionario y, después, en política.
Con Gallardón, Rato, Aguirre, González...
Ossorio es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense y funcionario por oposición del Cuerpo Técnico Superior de la Administración de la Seguridad Social desde 1983. Sin embargo, su trayectoria profesional, al menos en el último cuarto de siglo, se ha centrado en la política. El hombre fuerte de Ayuso en el Gobierno lleva siendo un alto cargo 'popular' desde 1996 y es el miembro del Gobierno que más tiempo ha sido consejero. Aquel año entró en el Ejecutivo de Ruiz-Gallardón como director general de Tributos de la consejería de Hacienda.
En este departamento ha sido donde Ossorio ha desempeñado buena parte de su labor, colaborando de forma estrecha en la construcción del entramado fiscal de la Comunidad que marca el rumbo neoliberal del PP y del que se han aprovechado más quienes más tienen. Pero antes, el ahora vicepresidente pasó por el Ejecutivo de José María Aznar como director adjunto del secretario técnico permanente de la Comisión Mixta de Coordinación de la Gestión Tributaria. Lo hizo bajo la batuta del poderoso exvicepresidente segundo Rodrigo Rato, el primero de sus jefes que acabaría en prisión por el caso de las tarjetas black.
De la administración central del Estado volvió a la Comunidad de Madrid en 2001 como viceconsejero de Hacienda. Se mantuvo en el puesto también con Esperanza Aguirre, hasta 2007. Para esa época, la entonces líder popular ya había impulsado la senda neoliberal que se sigue a día de hoy en la región. A partir de 2008 asumió también la viceconsejería de Hacienda, hasta 2011, cuando fichó como asesor de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria durante unos meses e hizo una breve incursión como secretario general de Coordinación Autonómica y Local del Ministerio de Hacienda de Cristóbal Montoro, en el primer Gobierno de Rajoy.
Del ministerio regresó a la Comunidad de Madrid en 2012, cuando Ignacio González le hizo consejero de Economía y Hacienda. Para entonces ya habían comenzado las investigaciones por la trama Gürtel, que afectó al Gobierno de Aguirre, pero de las que Ossorio salió indemne. Lo mismo ocurrió con Lezo, que llevó a González a prisión, y con Púnica, que terminó con el número dos del PP de Madrid y consejero de la Comunidad en la cárcel. El actual vicepresidente compartió Gobierno con todos ellos.
Con Cifuentes no compartió gabinete, pero durante su mandato ocupó otro puesto relevante en el organigrama conservador. Ossorio fue portavoz del grupo parlamentario popular en la Asamblea. Desde ahí, sacaba la cara por el Gobierno regional. Lo hizo incluso por su presidenta cuando se destapó el caso master, pero con la habilidad suficiente como para abandonar esa lealtad cuando su continuidad era inasumible. Así, se mantuvo en la portavocía con Ángel Garrido, hasta que Isabel Díaz Ayuso le abrió de nuevo la puerta del Gobierno.
En 2019 Ossorio ocupó la Consejería de Educación y ejerció, además, las funciones de portavoz del Gobierno que le hacían salir a dar la cara ante la prensa tras los Consejos de Gobierno. Y es en ese atril en el que ha protagonizado sus mayores polémicas. Él estaba acostumbrado a manejarse en departamentos puramente económicos, pero la hacienda madrileña estaba reservada a Javier Fernández-Lasquetty, otro conocido en el PP de Madrid.
Desde su cartera, Ossorio se hizo fuerte confrontando con el Gobierno central por la nueva ley educativa y recibió su recompensa en junio de este año. El ‘número dos’ de Ayuso en el Ejecutivo hasta entonces había sido el consejero de presidencia, Enrique López. Tras su guerra interna con Casado, la presidenta hizo una pequeña remodelación de su gobierno que afectaba a Ossorio, a quien nombraba vicepresidente.
“Ha redactado dos veces el programa electoral con el que me he presentado a las elecciones y es uno de los motivos principales que me han llevado a nombrarle vicepresidente”, aseguró Ayuso. Ossorio ha sido el responsable de la cara y la cruz electoral de la presidenta. En 2019, el PP gobernó pese a obtener su peor resultado de la historia en la región. Dos años después, sumó más diputados que toda la izquierda junta. Cuando anunció su nombramiento, la también presidenta del PP de Madrid le encomendó la tarea de preparar los compromisos del partido para los comicios de 2023 pero con vistas también a comprometer a la Comunidad para los próximos lustros: “Lo que quiero es que, a partir de ahora, además de coordinar el Gobierno, lo prepare para la nueva legislatura, porque nuestro objetivo es decidir qué Madrid queremos para los próximos 10 o 15 años”.
El nombramiento era también un premio a la fidelidad. Ossorio ha defendido a Isabel Díaz Ayuso por todos los frentes. Lo hizo durante su guerra con Casado, cuando aseguró que “hay personas que han traspasado todas las líneas de moralidad y decencia y deberían tomas las decisiones correspondientes”. No lo decía por ella sino por el exlíder del PP, Casado, que fue paradójicamente quien la eligió a dedo para ser candidata a la Comunidad de Madrid.
El vicepresidente también defendió a Ayuso cuando la presidenta atacó al Papa Francisco por pedir perdón por los pecados cometidos durante la colonización. De marcadas convicciones religiosas, él se puso del lado de su jefa. “Lo que hizo fue mostrar su sorpresa, sorpresa que tuvimos muchos católicos al conocer las declaraciones del Papa sobre unos hecho que acontecieron hace siglos y que pienso que deben ser analizados por historiadores”, justificó.
Esta semana, mientras Ayuso evitaba entrar en la polémica por sus declaraciones sobre los muertos en las residencias, todo su grupo parlamentario y los consejeros se alineaban con él. “Quieren encasquetarme a mí su falta de humanidad”, acusaba Ossorio a la izquierda, mientras sus compañeros le aplaudían.