Fue víctima del frenesí urbanístico disparado al calor del ansia por celebrar unos Juegos Olímpicos en Madrid. El estadio de Vallehermoso había sido escenario de momentos históricos del atletismo mundial y por sus seis vetustas calles aparecieron Edwin Moses, Carl Lewis, Irina Privalova, o Yelena Isinbayeva. Pero terminó destruido en 2008, bajo el mandato de Alberto Ruiz-Gallardón, sin que hubiera un plan cerrado para sustituirlo. Fiado su futuro a un proyecto inmobiliario de 100 millones de euros que nunca nació.
Vallehermoso ha permanecido más de diez años como un gigantesco agujero en medio de la ciudad. Ahora solo espera recibir su nueva piel de tartán, que será verde lima, para recuperar el deporte el próximo 25 de agosto. “Es de la más alta calidad. Como el de Berlín”, cuenta el director general de Deportes del Ayuntamiento, Francisco Javier Odriozola, mientras mira el anillo desde las gradas del estadio reconstruido.
El Gobierno de Manuela Carmena rescató el proyecto y lo ha levantado en 17 meses por 14,5 millones de euros, un presupuesto un 80% menor que el de Gallardón. Es una de las tantas infraestructuras que la ya exalcaldesa de Madrid ha dejado en herencia al recién estrenado primer edil, José Luis Martínez-Almeida (PP), que será el encargado de inaugurar el estadio este verano.
Inaugurado por primera vez en 1957, Vallehermoso es historia del deporte, pero en 2007 se había quedado viejo. El estadounidense Edwin Moses vio detenida allí su racha de 122 victorias seguidas en 400 metros vallas en 1987. El hijo del viento, Carl Lewis, corrió en esa pista los 200 metros más rápidos disputados nunca en Europa. En su foso, un español saltó más de ocho metros de longitud por primera vez. Yelena Isinbayeva batió la plusmarca mundial de salto de pértiga en 2005. Incluso el fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba relataba que allí se lesionó en su época de velocista. De eso no queda ya nada. “Bueno, las letras que recuperaremos”, explican los responsables de la obra mientras custodian la visita de eldiario.es a las instalaciones.
“Lo cerré y, si todo va bien, espero volver a abrirlo”, cuenta a este periódico el velocista Ángel David Rodríguez, uno de los pocos que compitieron en el antiguo estadio y va a poder regresar al nuevo Vallehermoso. “Fue la primera pista de tartán que pisé en 1991”, recuerda el explusmarquista nacional de 100 metros. “Allí quedé tercero alevín de Madrid en los 60 metros en 1992”, rememora.
Lo que se va a encontrar es muy diferente: ocho calles, una pista de calentamiento elevada sobre las gradas, con algún detalle puramente atlético: el pasillo de salto con pértiga se come una sección de césped central, lo que hace muy difícil que se dedique al fútbol como ocurría en el pasado (el Rayo Vallecano en 1975). “Es, sobre todo, una pista de atletismo”, incide Odriozola. Su artífice, el arquitecto Alfonso Cano, es saltador de pértiga y ha situado esta prueba en el lugar que creía que merecía para una buena visión de los espectadores.
Ángel David competía el día que Vallehermoso registró su único récord del mundo en 2005. “Para entonces, el meeting internacional ya tenía muchísimo nivel”. También esprintó en esa pista durante la última prueba celebrada en 2007. “Me dio mucha pena, pero entonces parecía que había un plan. Creo que, al final, se corrió mucho a la hora de derribarlo”.
En ese 2007 vencía la concesión del Ayuntamiento de Madrid a la Comunidad. Subido a la ola de las candidaturas olímpicas, el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón había asegurado en 2004, delante del presidente de la Federación Española de Atletismo, que “recuperaría” el estadio. Lo que vio el Ayuntamiento fue la oportunidad para montar una operación urbanística de altos vuelos: si se tiraba todo (pista, gradas, polideportivo…) se abría un gigantesco solar. Había espacio para un anillo atlético, pero también para levantar torres de oficinas. El proyecto se presupuestó por 110 millones de euros.
Cuando se derribó Vallehermoso (octubre de 2008), Madrid ya había sido rechazada para organizar los Juegos de 2012 y estaba a punto de sufrir el segundo revés para la opción de 2016. Vallehermoso no contaba para los planes olímpicos del Ayuntamiento. Su suelo había sido destinado a otros planes. Solo la demolición costó 5,4 millones de euros. Pero, finalmente, nadie apostó por financiar los planes de Gallardón. El concurso quedó desierto. Para 2010, el Ayuntamiento renunció a ese proyecto y sacó uno nuevo por menos de la mitad de presupuesto, 37,5 millones de euros. El nuevo plan previó dividir el suelo y adjudicar a una empresa la construcción y gestión de un centro deportivo municipal que lleva cinco años funcionando como gimnasio privatizado. Del estadio, ni rastro.
Botella: un negocio privado de residencia estudiantil
Ya con Ana Botella en el poder, después de que Gallardón fuera nombrado ministro de Justicia en el primer mandato de Mariano Rajoy, se dio otra vuelta de tuerca para levantar el estadio, pensada para un momento en el que tenía el grifo presupuestario cerrado por la desorbitada deuda municipal, que ella misma había contribuido a engrosar: 1.100 millones más por el tercer intento fallido para unos JJOO en Madrid.
El proyecto incluía una pista de atletismo estándar y espacio para 5.300 espectadores (la mitad de aforo que tendrá el actual). El espacio central sería un campo de hierba para disputar partidos de fútbol. También habría un aparcamiento subterráneo con capacidad para 344 plazas, la mitad de las diseñadas por Gallardón. Lo más novedoso para sacar adelante un proyecto de 40 millones de euros, es que se levantaría a su vez una residencia deportiva universitaria de cuatro plantas y 300 habitaciones que contaría también con un párking bajo tierra con espacio para otos 105 vehículos. El plan de Botella pasaba por que un promotor privado pagase las infraestructuras a cambio de gestionar durante más de 40 años la residencia estudiantil, el verdadero negocio del proyecto.
Cuando Carmena llega en junio de 2015 a la Alcaldía, este plan estaba en fase de información pública. El Gobierno de Ahora Madrid lo paraliza y decide apostar por un proyecto más modesto financiado por el Ayuntamiento para que la gestión del estadio fuese 100% municipal: desaparece la residencia de estudiantes y las plazas de párking. La dirección general de deportes decide mantener el proyecto del estudio de arquitectura Lasso Cano que ganó el concurso público en época de Gallardón.
Pero la iniciativa del equipo de Carmena se ha retrasado un año con respecto a su previsión inicial de inaugurarlo a finales de 2018. Ahora lo hará Almeida. Desde el Consistorio lo justifican por el cambio de las competencias de las obras para que pasasen a la dirección general de patrimonio a la de deportes, un trámite que se dilató durante algunos meses. El equipo municipal sacó a concurso las obras por 17 millones de euros. Las empresas presentaron ofertas muy por debajo de ese presupuesto y, cuando se les adjudicó, se retiraron por la inviabilidad de levantarlo por menos de 13 millones, motivo que volvió a retrasar su inicio. Finalmente se está haciendo por 14,5 millones.
Gestión municipal “para todos”
El nuevo Vallehermoso contará con un aforo para 10.000 espectadores. Como novedad con respecto a los demás estadios del mundo, cuenta con una zona de entrenamiento cubierta (75x12 metros) sobre las gradas. Fue la solución del arquitecto Alfonso Cano –saltador de pértiga– en un estadio que por su configuración dificultaba que estuviera en su zona natural (debajo de las gradas). “Ese módulo servirá además para entrenar en invierno, incluso la pértiga, porque tiene altura suficiente”, explica Odriozola.
En agosto se acabarán 11 años sin estadio. En el Ayuntamiento reconocen la “pena” porque vaya a ser el Partido Popular, quien lo destruyó, el que ahora lo inaugure, aunque se sienten satisfechos de haberlo podido levantar: “Esta obra es un motivo de inmensa satisfacción, se ha hecho y ahí quedará para todos”, asegura el director general de deportes de Madrid. La gestión del recinto será municipal (sus precios también) y estará abierto a todas las personas y categorías, más allá de los grandes campeonatos.
“La verdad es que lo dábamos un poco por perdido”, cuenta Antonio Burgos, que ganó allí varios campeonatos de España de 1.500 metros en la década de los 70. Burgos compitió en Vallehermoso sobre ceniza y luego sobre tartán. “El ambiente era fantástico. Por eso se nos quedó marcada la memoria con este estadio”, explica. “¡Se llenaba! ¡Había un montón de gente!”, afirma el antiguo mediofondista. “Las gradas estaban cerca de la pista, se notaba el aliento del público. Las mejores carreras de mi vida las corrí allí”, remata.
Tanto el atleta en activo como el retirado destacan que “se ha echado mucho de menos” al estadio. Ángel David añade expectante: “Ahora ya hay ganas de ver qué hay allí. Entrenar. Y competir”.