La crisis de los pactos con Vox ha opacado la toma de posesión de Isabel Díaz Ayuso tras recuperar para el PP las mayorías absolutas en Madrid. El siempre hiperideologizado discurso de la ‘lideresa’ no ha podido con la presencia de los dos barones del partido que han puesto sobre la mesa las contradicciones de la derecha para entenderse con la ultraderecha: María Guardiola, quien mantiene su ‘no’ en Extremadura, y Carlos Mazón, quien sí abrazó a Vox en la Comunitat valenciana. Alberto Núñez Feijóo ha esgrimido el “modelo” de Ayuso y Moreno como propio, pero ha tenido que responder sobre los acuerdos. “Yo soy razonable”, ha asegurado en conversación con los periodistas en el hall de la Casa de Correos en la Puerta del Sol.
Todos, o casi todos, los que tienen algo de poder institucional en Madrid se han agolpado este viernes en la sede del Gobierno regional para rendir pleitesía a Ayuso en su tercera toma de posesión como presidenta. Políticos de uno y otro partido, empresarios, la alta curia, el Defensor del Pueblo, la portavoz del Gobierno, alcaldes, expresidentes, representantes de instituciones del Estado con sede en la ciudad, presidentes autonómicos, …
Toda una demostración de fuerza. Pero hoy Ayuso no ha sido la protagonista. En las sillas blancas colocadas frente a ella para que las autoridades pudieran escuchar su discurso, el protocolo ha sentado codo con codo a las dos personas que se han llevado toda la atención: Mazón y Guardiola. El presidente ‘in pectore’ del País Valencià tras pactar una coalición con Vox y la líder extremeña del PP que ha renunciado al Ejecutivo regional precisamente por no cogobernar con la ultraderecha.
Ambos han preferido no hacer declaraciones a los medios y han compartido confidencias fuera del alcance de los fotógrafos presentes en el acto institucional. Al finalizar el discurso, mientras parte de los asistentes se lanzaban a por los canapés, desde sus equipos han defendido su posición.
“Esperamos que la sensatez impere, solo queremos lo mejor para nuestra tierra”, han apuntado desde el entorno de Guardiola.
También desde el equipo de Mazón. “La gente ha votado para que se vaya Puig”, han asegurado. Fuentes cercanas al próximo presidente de la Generalitat han recordado que han sacado de la ecuación al candidato de Vox condenado por violencia machista, Carlos Flores, aunque han escurrido la responsabilidad de su futuro aterrizaje en el Congreso: “No hacemos las listas de Vox”. Tampoco han valorado el ascenso a vicepresidente y consejero de Cultura del torero Vicente Barrera.
En el PP valenciano hacen cuentas de que en su tierra el pacto con Vox no solo no les penalizará, sino que pueden lograr un resultado casi récord y duplicar, o casi, los ocho diputados nacionales que ahora mismo tienen en el Congreso.
Justo lo contrario a lo que puede ocurrir en Extremadura, tal y como barruntan en el PP. La ruptura con Vox y la avocación a una repetición electoral impactará, a la baja, en el resultado de la ultraderecha en las generales, lo que permitirá a Guardiola tener una mayor posición de fuerza para renegociar tras el 23J.
Feijóo se ha sumado a esta teoría cuando, en declaraciones a los medios, ha asegurado: “Hay una divergencia importante, al menos de momento”.
El líder del PP no ha cerrado así la puerta a un entendimiento en Extremadura, aunque se ha ahorrado revelar si hay conversaciones (o no) de las direcciones estatales de ambos partidos.
Feijóo ha terciado en la polémica con una defensa cerrada de lo hecho por sus dos barones, así como por lo logrado tras las elecciones autonómicas y municipales. Justo lo contrario de lo dicho por Esperanza Aguirre. La expresidenta, que nunca rechaza ofrecer una opinión ante las cámaras, ha señalado directamente a Guardiola: “Nos va a perjudicar en las generales”.
El gallego ha lamentado que el “ruido” mediático alrededor de los pactos postelectorales impide a la gente percibir con claridad los acuerdos alcanzados tras el 28M. El líder del PP ha explicado que su partido gobierna ya en cinco de las nueve comunidades que se pusieron en liza en mayo, que el pacto con Vox en Valencia era “inevitable”, que en Extremadura “había un acuerdo” para repartirse la Asamblea regional y el Ejecutivo “que mandaron parar”, en referencia a la dirección de Santiago Abascal.
Pero también ha puesto sobre la mesa los gobiernos en solitario de Madrid, Andalucía y Galicia. O las cesiones al PSOE y al PNV en Barcelona y Vitoria para evitar que gobiernen Junts y Eh Bildu, respectivamente.
El líder del PP no ha querido insistir en las referencias aritméticas que él mismo planteó esta semana, cuando situó en el 12% de voto la frontera para que la ultraderecha entre en los gobiernos, lo que abriría la puerta a Vox en Murcia, Baleares e incluso Aragón. Sobre estas dos últimas comunidades, Feijóo ha dicho que su partido ha sido “generoso” al ceder la presidencia de ambos parlamentos autonómicos. Los dos ejecutivos regionales siguen en negociación. La ausencia en Sol de los máximos dirigentes regionales, Jorge Azcón y Marga Prohens, tampoco ha pasado desapercibida.
“Me critican por pactar con Vox y por no pactar”, ha lamentado. “¿De qué se nos acusa? Yo soy razonable”, ha dicho. Después, ha abandonado la sala para reunirse con la presidenta Ayuso en los despachos de las plantas superiores.
Ayuso a lo suyo
Mientras todo eso sucedía, la presidenta regional ha preferido permanecer ajena. Era su día grande –tomaba posesión del cargo por tercera vez en cuatro años– y se ha centrado en explotar su tan poco conocido perfil institucional. En su discurso, no ha habido referencias a los pactos del PP y Vox, pese a ser la comidilla de la jornada, como sí había ocurrido el día antes cuando durante el debate de investidura tendió “la mano” a la formación de Santiago Abascal, porque, dijo, “este país necesita un cambio” y el PP “tiene que estar a la altura”. Tampoco ha habido ataques y menciones explícitas al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Todos se los había reservado los días antes. Hoy tocaba hablar de “concordia”, tras cuatro años en los que la presidenta regional ha crecido en relevancia pública a base de explotar el enfrentamiento y la crispación contra el Gobierno.
Ayuso se ha limitado durante su breve intervención a reivindicar a su nuevo gobierno del que ha dicho, está formado por “hijos de la transición”, tras cuatro años en los que la presidenta regional ha crecido en relevancia pública a base de explotar el enfrentamiento y la crispación contra el Gobierno. “Representan una España respetuosa y fiel, que trabaja mucho, y se ha formado a conciencia. Es también una generación que pide paso porque le ha llegado la hora. Esta es mi generación: somos los nacidos en torno a 1977, hijos de la Transición, a la que tanto debemos”, dijo.
Solo en un momento del discurso ha dejado el sello más propio de su trayectoria estos cuatro años cuando se ha referido a la Guerra Civil como “guerra fratricida”, que ahora, ha defendido, “se quiere desenterrar, para llevarnos a destruirnos en agravios, división y rencores”, en referencia a la ley de Memoria Democrática y a las exhumaciones en el Valle de los Caídos. Ha sido su breve alusión, para hablar de bandos en los que ella apuesta por la “libertad”.
La imagen de este viernes ha sido también la de los consejeros salientes y los entrantes, a los que Ayuso ha agradecido por el servicio y por lo que viene. La ya nuevamente proclamada presidenta de Madrid ha decidido reformar todo su ejecutivo con perfiles de menos peso político, un papel que ha decidido reservarse solo para ella ahora que arranca una nueva etapa, sobre todo tras el 23J. Los nuevos consejeros no tomarán posesión del cargo hasta el lunes, pero han aprovechado para darse a conocer, después de que los portavoces de los otros grupos hayan reconocido que desconocen sus trayectorias. Habrá que ver los próximos meses si apuestan más por la “concordia” o buscan sus propios perfiles políticos.