Las tres listas de izquierdas que se presentan a las elecciones autonómicas del 4 de mayo afrontan la campaña electoral centradas en hacer el menor daño posible a sus adversarios de bloque ante la ventaja que las encuestas dan a la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, y las promesas de la presidenta regional de incluir a figuras de Ciudadanos y Vox en su Gobierno como estrategia para absorber todo el voto de la derecha.
“Las elecciones no es ver a quien tenemos a los lados, sino el objetivo”, aseguró la candidata de Más Madrid, Mónica García, en una entrevista en Telecinco. Su formación y Unidas Podemos han rehuido desde el principio las críticas a los rivales de izquierda –salvo por el mínimo y breve conato de enfrentamiento cuando Pablo Iglesias le propuso sin éxito una candidatura conjunta–. Sin embargo, el candidato del PSOE, Ángel Gabilondo se apartó al inicio de la precampaña de esta estrategia dando la espalda a Iglesias y mostrando su preferencia por un pacto con Más Madrid y Ciudadanos. “Con este Iglesias, no”, dijo.
Gabilondo ha suavizado su postura con el paso de los días y concedido que los dos partidos aliados en el Gobierno nacional han trabajado “bien en algunos puntos en la Asamblea de Madrid”. El rechazo al entonces vicepresidente de Pedro Sánchez chirrió, además, en las filas socialistas, que veían complicado defender ese argumento para captar votantes moderados. El candidato socialista ha matizado la maniobra de distanciamiento hacia el líder de Unidas Podemos para negar que exista un veto e indicar que no tiene tanto que ver con el fondo, sino con su forma de hacer campaña.
Sánchez, volcado en la campaña, ha evitado en casi todas sus intervenciones referirse a sus oponentes por la izquierda más allá de una breve alusión en uno de los primeros mítines, en la que se refirió a algunos partidos, que no citó expresamente, que defenderían una “cierta pureza izquierdista absoluta” frente a su campaña dirigida a captar el centro: “Va a haber partidos que lo reclamen, pero no se me antoja que haya programa más progresista ni acción más valiente que evitar que Madrid caiga en manos de la coalición de derecha y ultraderecha”. “Hoy es un solo partido el que puede evitarlo y es Ángel Gabilondo el que puede evitarlo”, reivindicó en la presentación del candidato.
El candidato de Unidas Podemos, por su parte, ha abanderado este pacto de no agresión desde el mismo momento en que dejó la Vicepresidencia del Gobierno. En el vídeo en el que comunicó su decisión, ya dejó claro que esa estrategia sería una de las claves de su campaña. Iglesias ha rechazado desde entonces en todas las entrevistas las preguntas de los periodistas que buscan contradicciones o confrontación con Más Madrid o el PSOE. “No me van a oír ni una sola palabra contra ellos”, ha dicho en más de una ocasión, incluso cuando ha sido preguntado por asuntos en los que es público y notorio que difiere de Gabilondo, como la vivienda o los impuestos.
El enfrentamiento también se ha aplacado en el Congreso. “Estos meses, mientras el Gobierno de coalición combatía al virus y los efectos económicos derivados de la pandemia, hemos visto florecer un movimiento político reaccionario que amenaza gravemente las bases materiales y civiles de nuestra democracia. Y, frente a esa amenaza, las fuerzas del espectro progresista no podemos estar divididas”, dijo el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, en la última sesión de control.
La estrategia es distinta a la mantenida durante la campaña de las elecciones catalanas del 14 de febrero, cuando las discrepancias entre los socios de la coalición fueron prácticamente una constante. La iniciativa de eliminar las penas de cárcel de los delitos relacionados con la libertad de expresión a raíz de la encarcelación del rapero Pablo Hasél, las declaraciones de Iglesias cuestionando la “normalidad democrática” en España o las polémicas en materias como las pensiones o la limitación de los precios del alquiler estuvieron presentes durante buena parte de la campaña de las catalanas y la tensión se recrudeció en la recta final.
El escenario es por ahora diferente en el caso de la pelea contra Isabel Díaz Ayuso, en la que tanto PSOE como Unidas Podemos y Más Madrid son conscientes de que la pugna es entre dos bloques muy igualados y donde sus esfuerzos se centran en la movilización del electorado progresista. El candidato de Unidas Podemos ha apelado en las últimas semanas al voto progresista, de forma genérica, sin reclamarlo para su formación aunque sea de forma indirecta. Iglesias ha hecho de la derrota de Isabel Díaz Ayuso el listón con el que medir su éxito o fracaso en las elecciones del 4 de mayo.
El líder de Más País, Iñigo Errejón, metido ya también de lleno en la campaña autonómica, ha argumentado en varias entrevistas que, aunque no estén “de acuerdo en todo” con PSOE y Unidas Podemos, “la prioridad es tener un Gobierno en la Comunidad de Madrid que en lugar de fabricar titulares se encargue de la salud de los madrileños”. El diputado contestaba así a propósito de la negativa de Gabilondo a subir los impuestos, con la que su formación discrepa. Tampoco quiso entrar en confrontaciones la candidata Mónica García cuando una periodista le preguntó si prefería pactar con PSOE y Ciudadanos o con PSOE y Unidas Podemos. “Preferiría que no gobernara la señora Ayuso ni la señora Monasterio, que nos pusiéramos de acuerdo para tener un gobierno decente”, contestó la candidata.
Más Madrid también se ha lanzado a la búsqueda de los electores de Ciudadanos que rechazan un pacto con la extrema derecha y que dudan de la utilidad de su voto ante el riesgo, vaticinado por las encuestas, de que el partido de Inés Arrimadas se quede fuera de la Asamblea de Madrid. Detrás de la distancia calculada del PSOE hacia Iglesias, a quien sitúa junto a Ayuso en la “confrontación”, está el mismo objetivo. No obstante, la formación naranja ya ha avanzado que su socio preferente sigue siendo el PP.
En Podemos han teorizado desde hace años que fueron los enfrentamientos internos los que quebraron el empuje de la formación a partir de 2016. Y, en concreto en Madrid, donde consideran que fue la escisión de Íñigo Errejón y Manuela Carmena en 2019 lo que impidió revalidar la Alcaldía de la capital y obtener un mejor resultado para el bloque progresista en las autonómicas al desmovilizar a parte del electorado.
Esa movilización del electorado de los barrios más populares, que suelen votar más a las fuerzas progresistas y a la vez donde más abstención se produce, forma parte de la estrategia de Iglesias y también, aunque en menor medida, de Más Madrid. La participación en estas zonas va a ser determinante para inclinar la balanza hacia un bloque u otro.
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