Alcalde de Chacao (Venezuela) con menos de 30 años, condenado por participar en el intento de golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002, amnistiado, vuelto a condenar por instigar las protestas de 2014 contra Nicolás Maduro que se saldaron con decenas de muertos -él ha negado su implicación-, encarcelado, excarcelado y hoy exiliado, Leopoldo López sigue siendo uno de los más beligerantes opositores a lo que él llama la “dictadura” y “autocracia” de su país. Este martes, en un encuentro en el Ateneo de Madrid para debatir sobre ‘Desinformación y la amenaza a la democracia“, el político, que ahora trata de tejer una red internacional de apoyo a figuras perseguidas, ha incluido a Venezuela en una lista de países diseminadores de desinformación, en la que participan también Rusia, China o Irán.
El debate, moderado por el presidente del Ateneo, Luis Arroyo, reunía a López con dos visitantes vinculados a la delegación europea de la fundación del expresidente de Estados Unidos, Barack Obama. De un lado, Chris Simon, presentado como especialista en desinformación. Del otro, Sahra-Josephine Hjorth, fundadora de una plataforma digital de formación y una de las participantes este año en el “programa de liderazgo” de la fundación en el viejo continente. Allí debatieron sobre el fenómeno de las noticias falsas o fake news y su explosión con motivo de la revolución digital, sin llegar a conclusiones definitivas.
“Hará falta algún tipo de regulación”, opinó Simon sobre la gestión de los contenidos en las grandes redes sociales, con el caso de Facebook de fondo, que podría ser una autorregulación o una intervención de tipo legislativo, quizás transnacional. Es preciso también, según apuntó Hjorth, una educación de los jóvenes en “ética digital”, que limite el matonismo y otros comportamientos abusivos en redes sociales. No hay soluciones evidentes, previno, poniendo como ejemplo la ausencia de la extrema derecha de los medios informativos tradicionales en Suecia, que no ha evitado su auge electoral.
López recordó que los regímenes políticos represivos lograron digerir el primer surgir de las redes sociales como medios de información alternativa y disponen hoy de herramientas para ahogar los discursos críticos, como ejércitos de colaboradores a sueldo. También señaló que en Venezuela hay portales de noticias a los que para acceder es necesario emplear programas que sorteen el bloqueo impuesto por el gobierno, de forma similar, aunque por motivos más perversos, se entiende, a las dificultades para acceder a los medios oficiales rusos desde la Unión Europea en los últimos meses.
Ejemplo de la internacional de trolls, de La Habana a Teherán, son, en su opinión, las “claras” injerencias rusas en el debate público de Cataluña al hilo del referéndum de independencia de 2017, o de la consulta sobre la salida del Reino Unido de la UE el año previo. Fuera de las democracias, esos problemas son los mismos, pero con mayor intensidad, defendió. Preguntado por cómo tolerar la presión en las redes, defendió que hay que tratar de “ser sincero con uno mismo” y no dejar que los ataques destruyan la autoestima y retraigan a los opositores de participar en los foros públicos. Llamó también la atención sobre el número de presos políticos en el mundo, “una pandemia”, a su entender, que se da en numerosos países. Aquí amplió la lista: Hong Kong, Zimbabue, Turquía y Arabia Saudí también adolecen de graves problemas.