Aeropuerto de Madrid, turistas y Metro: el lío para sacar los billetes que no caduca

Ya lo dijo en su día el ministro Pedro Duque: “El sistema [de billetes de Metro] está mal”. El primer español que viajó al espacio no era capaz de entender el complicado sistema de suplementos que Metro de Madrid aplica para acceder o salir del aeropuerto de la capital. Es de lo mismo que se quejan los turistas que llegan en avión a Madrid pensando en disfrutar sus vacaciones y lo primero que se encuentran es tener que lidiar con la compra de un billete de Metro.

Para los trayectos entre el aeropuerto y el resto de la ciudad no se compra un billete normal, sino que se añade un 'suplemento' a un tícket comprado previamente. Puede sonar sencillo, pero la realidad es que muchos viajeros no lo entienden, especialmente los turistas, y en las estaciones de Metro del aeropuerto la gente cargada de maletas se amontona en colas para comprar su billete frente a las máquinas expendedoras.

A las dificultades para sacar el billete se suma que en el caso de la estación para acceder a las terminales 1, 2 y 3, en plena temporada alta, sólo hay dos trabajadores por turno para la atención al público. “Deberíamos estar cuatro personas y, a pesar de ser periodo vacacional, no hay refuerzos. Eso sumado a que las máquinas no son fáciles de usar, al final no se da el servicio como se debería. Y en la estación de la T4 es mucho peor”, explica uno de ellos.

“No es sólo el 'suplemento', es también la incompatibilidad entre diferentes billetes en una misma tarjeta. No lo entienden y les acabamos haciendo la compra nosotros”, relatan.

Así le ocurre a la familia Gómez. Son un grupo de cinco y tienen una tarjeta a la que le quedan dos viajes. Tienen que desplazarse desde el aeropuerto a un barrio del centro y entre la incompatibilidad de esos billetes con la compra de billetes sencillos y los suplementos necesarios para cada trayecto, no entienden cómo tienen que hacer la recarga para poder viajar. No les queda otra que pedir ayuda.

La cola de viajeros se alarga detrás de ellos mientras uno de los dos empleados les aconseja pacientemente qué opción elegir: “Lo mejor es que carguéis dos suplementos, pasen dos, y el resto vuelva a cargar la tarjeta con más viajes y los suplementos que falten”. A la madre se le queda cara de intentar resolver un enigma matemático e insiste: “Lo que queremos es llegar a Pirámides”.

“Al final lo que les pedimos a los usuarios es que confíen en nosotros. Elegimos lo que consideramos mejor para ellos y a veces no les explicamos nada porque sabemos que no lo van a entender y mientras se amontona más gente en la cola. No podemos hacer que esperen tanto”, reitera otro trabajador de Metro Madrid.

A otros se les antoja un suplicio el funcionamiento de las máquinas y que haya diferentes tipos. Es el caso de Tom. No habla español y acaba de bajarse del avión desde Bélgica. Llega a la entrada del Metro y lo primero que ve son 'máquinas rápidas', otras para cargar el abono turístico y un tercer tipo para usar sólo tarjeta como modo de pago. Como muchos otros, no sabe cuál debería elegir. Los trabajadores lo explican: “Llegan con la prisa del viaje y no se paran a leer, no saben qué máquina usar. Cuando consiguen aclararse con el billete, de repente sacan monedas para pagar en una máquina que sólo acepta tarjeta y les toca hacer otra cola. Es bastante incómodo cuando supuestamente lo que se pretende es hacerlo más fácil. Todas las máquinas son capaces de hacerlo todo y al final lo que sí sería más fácil es que fueran iguales y con todas las funciones”.

“Lo primero que no entienden es que sea tan caro”, explica otro empleado. A la tarjeta de 10 viajes o al sencillo (el que se carga de forma individual y que ya vale entre 1,5€ y 2€, o 3€ si es el combinado), hay que añadirle el 'suplemento' del aeropuerto que puede costar hasta 6 euros más dependiendo de la zona de destino. Esto hace que el precio pueda llegar hasta los 9€ en algunos casos, lo que provoca enfados entre los usuarios. “Han llegado a ponerse violentos y hemos necesitado la intervención de los agentes de seguridad o de la Policía”, cuentan los empleados.

Sobre los pasajeros que hacen el trayecto contrario, desde la ciudad al aeropuerto, los trabajadores de estaciones del centro aseguran que quienes se quejan del precio “no son tanto los turistas, sino los españoles”. “Para los extranjeros, la duda más frecuente es no saber que necesitan previamente una tarjeta para poder viajar”, detallan.

Detrás del trabajador que explica su día a día se repite la escena en la que la máquina puede más que el ser humano: una familia de italianos mueve con indignación las manos con los dedos unidos apuntando hacia arriba después de varios intentos en vano para cargar los billetes en uno de los terminales. Al final desisten y acaban pidiendo ayuda.

Los empleados cuentan que cuando los usuarios están molestos a veces “descargan” con ellos, pero “no llevan las reclamaciones a donde hay que presentarlas”. Metro de Madrid ha confirmado a eldiario.es que las quejas en este sentido “son residuales”. En lo que llevamos de 2019, en su departamento de Atención al Cliente se han registrado 34 reclamaciones sobre el precio del 'suplemento' del aeropuerto, 14 respecto a si el número de máquinas disponible no es suficiente, y otras cinco referentes a su funcionalidad.

“La gente viene de viaje y no van a molestarse en ir a presentar escritos. Y luego la Comunidad de Madrid se cree que todo funciona bien y que aquí nadie se queja, porque para ellos lo único que cuenta es la estadística”, lamenta una trabajadora de las estaciones de Metro del aeropuerto.