Este miércoles el movimiento vecinal ha logrado parar un desahucio que estaba convocado para el mediodía. El 1 de marzo el Centro Social Okupado La Bankarrota avisaba a través de redes sociales de que el fondo buitre Arguijo había exigido desocupar el espacio y solicitaba la ayuda de otras organizaciones y militantes para intentar frenarlo. “Algunos llevamos aquí desde las 5 de la mañana, hay compañeras dentro y la mayoría estamos fuera para intentar parar el desalojo”, comenta hoy una de las activistas del centro situado en el distrito madrileño de Moratalaz.
La Bankarrota fue reivindicada el día 20 de febrero de 2015 por el Colectivo Nadie, integrado por algunas personas de los proyectos CS Salamanquesa y ESA Salamanquesa. Por esos momentos era una sucursal bancaria de Bankia; sin embargo, tras la caída de la misma pasó a ser propiedad del fondo buitre Arguijo y, desde entonces, el centro okupado se ha dedicado a promover iniciativas para la mejora del barrio, asambleas, eventos culturales y proyectos a favor del feminismo, antirracismo y por los derechos sociales.
La convocatoria de este miércoles estaba prevista para las 8 de la mañana y, pese a que algunos activistas se encontraban en el lugar desde la madrugada, el grueso del movimiento se ha concentrado alrededor de esa hora. Desde entonces, la jornada ha transcurrido con tranquilidad. “Si no hay noticias es que hay buenas noticias, imagino”, comentaba uno de los asistentes ante la calma que se había instaurado en el lugar al no recibir notificación ni visita de ningún dispositivo policial. “No creo que se atrevan, somos bastantes, necesitarían cuatro lecheras como poco para sacarlo adelante”, decía otro mientras daba sorbos al café adquirido en uno de los bares del barrio. Los vecinos que pasaban por la zona paraban expectantes para ver qué sucedía con aquel centenar de personas situadas en el parque infantil que se halla frente al Centro Social.
Con el paso de las horas el ambiente se ha ido haciendo más distendido, los activistas se acomodaban en los bancos de la zona, la bollería industrial y las bebidas energéticas comenzaban a ser una constante entre todos y las noticias de qué podría pasar seguían sin aparecer. “Bueno, yo me voy a ir yendo ya que a este paso no llego a clase, con lo que sea me vais avisando a ver qué pasa”, le decía una de las activistas a otra mientras recogía su cazadora y su mochila. En un momento, un coche patrulla paraba en la calle colindante a La Bankarrota; tras unos minutos, volvía a retomar la marcha. “Habrá pedido refuerzos o informado de la situación porque si no ya me contarás”, explicaba uno de los militantes mientras permanecía atento al movimiento del vehículo.
Ya llegadas las 11 del mediodía, uno de los representantes de la organización pedía la palabra para explicar al resto de compañeros que el desalojo se iba a llevar a cabo y que la policía estaría en el lugar en media hora. La calma había llegado a su fin, los activistas comenzaban a reincorporarse y a concentrarse en la entrada del centro. “Hay un coche patrulla junto a otro de Securitats Direct bajando la calle, seguro que son ellos”, avisaba una de las manifestantes. Tras unos minutos de incertidumbre, llegaban un par de agentes al centro junto a las abogadas para solicitar algún representante del movimiento con el que poder dialogar. El resto, agrupado en la entrada de La Bankarrota, esperaban expectantes a las novedades que pudieran surgir.
La noticia llegó después de varias conversaciones entre ambas partes: finalmente, el desalojo se había parado. Pese a ello, los activistas permanecieron a la espera al ver que el dispositivo policial continuaba estacionado. “10, 100, 1000 Centros Sociales”, fue el cántico que se propagó entre todos los manifestantes al confirmarse que el desahucio no había podido producirse. Una victoria del movimiento vecinal que confirmó que con organización y solidaridad se pueden frenar este tipo de acciones. “Después de lo que pasó con La Ferro hemos venido todos a primera hora de la mañana, conscientes de que debíamos hacer todo lo posible para no seguir perdiendo espacios”, explicaba satisfecho uno de los presentes.
El desalojo no se ha llevado a cabo finalmente; sin embargo, la asociación sigue esperando una nueva fecha en la que se volverá a intentar y, de nuevo, junto a la solidaridad de otras instituciones, militantes y vecinos de Moratalaz, se hará todo lo posible para evitar la desokupación de un centro que promueve la diversidad, el feminismo y el antirracismo, además de eventos culturales y asambleas con las que poder construir un mejor barrio.