Cuando estalló el 15M, Rita Maestre era una activista de Juventud Sin Futuro, que se movilizaba contra las consecuencias de la crisis económicas y sus recetas de austeridad, la presencia de símbolos religiosos en la universidad y la degradación de unas instituciones que parecían estar más al servicio de quienes las ocupaban que de aquellos a los que decían representar.
Cuatro años después, Maestre entró en la institución y se convirtió en la portavoz del gobierno municipal de Manuela Carmena. Dirigente de Podemos, uno de los actores de la candidatura de confluencia de Ahora Madrid, Maestre ha puesto voz, cara y ojos a la corporación municipal.
El 13 de junio de 2015 se sentaba por primera vez en el despacho en el que ahora recibe a eldiario.es para reflexionar sobre los años de gobierno y el siguiente ciclo electoral, marcado por la espera del sí definitivo de Manuela Carmena a revalidar su candidatura y, también, por cambio de inquilino en Moncloa tras la moción de censura ganada por Pedro Sánchez con los apoyos de Unidos Podemos y partidos nacionalistas.
Se cumplen tres años de la llegada de Manuela Carmena y Ahora Madrid a la Alcaldía. Cuando mira atrás, ¿cómo recuerda aquel momento, esa campaña electoral, en la que muchos de ustedes venían de hacer política, pero fuera del marco institucional?
Fue extraordinariamente novedoso, lo recuerdo con mucha alegría. Al principio, nadie daba un duro por nosotros: no aparecíamos en las crónicas, nadie cubría nuestros actos... Fueron dos meses de campaña casi invisible. Hasta que aparecimos oficialmente unas dos o tres semanas antes de las elecciones: era una bola de nieve ciudadana, un boca a boca que hacía que los actos estuvieran llenos, que la gente lo hablara en las redes sociales, que se hablara de Manuela Carmena y de la posibilidad de una candidatura novedosa y alternativa, y muy ilusionante.
Y eso no cambió la dinámica porque la ilusión venía de antes y la organización venía de antes. Fueron muy pocos meses, a diferencia de otras candidaturas como la de Barcelona que llevaban casi un año preparándose. Tres meses literales, tres meses preciosos, de muchísimo trabajo, de muchísima ilusión, con mucha confianza por nuestra parte. Cuando no aparecíamos, cuando éramos invisibles, nosotros palpábamos lo que la gente decía, cómo se comportaba en los actos, como se acercaba a Manuela [Carmena] por la calle... No nos pilló desprevenidos, aunque cuando finalmente terminamos de ver los resultados, fue un momento casi de no creerlo.
¿Y cree que es necesario que se vuelva a producir esa efervescencia para repetir el resultado o ahora hay otros elementos?
Pese a que nos vayamos a volver a presentar a las elecciones siendo ya gobierno, seguimos siendo una excepción en la norma institucional en la cuidad de Madrid y también en el resto de la las instituciones en España. Somos un proyecto de continuación, pero seguimos siendo un proyecto de cambio. Para todos los proyectos que rompen con el orden normal de las cosas, hace falta una dosis extra de ilusión. Los conservadores no necesitan convencer de su necesidad, es normal que estén ahí.
Nosotros tenemos que convencer de la necesidad excepcional de que estemos en la Alcaldía. Y eso va a volver a pasar en 2019. Hay elementos distintos que tienen que ver con que ahora conocemos la ciudad, cómo hacer políticas públicas y tenemos retos que arrastramos de estos tres años y también algunos éxitos. Pero esa dosis de autoorganización, de espontaneidad, de ilusión es necesaria.
¿Cómo cree que se podrá generar ese desborde, esa ilusión? ¿Qué habría que tocar de aquí a 2019?
El desborde y la ilusión ya están en marcha. A mí me pasa, cuando voy por la calle con Manuela: hay decenas de personas que se acercan a decir 'alcaldesa, guapa, sigue adelante, lo estás haciendo muy bien, no dejes que te critiquen, sigue, que estamos contigo'. Eso lo he visto hoy mismo cuando veníamos por la calle de un acto juntas. Ese cariño, esa ilusión, la noto todos los días. De cara a la campaña electoral, hay que organizarse, hay que poner algunos mimbres, pero no creo que haya que encender ahora una chispa, sino que hay un caldo de cultivo latente bastante importante sobre el que se va a poder montar esa campaña de ilusión.
¿Y cree que ese desborde puede repetirse sin Manuela Carmena como candidata?
Creo que es más difícil. Hay que ser honestas en los análisis. Si Manuela es el plan A, los B son los secundarios. Que Manuela sea la candidata, que espero que suceda, es una garantía de repetir en la Alcaldía. Si no es ese el caso, nos las ingeniaremos para encontrar a una persona que sea válida y para montar a su alrededor un buen proyecto para la ciudad de Madrid.
¿Esa persona tiene que ser independiente como lo es Manuela Carmena?
Ni idea. Francamente no pienso en ello, porque nos quitaría mucho tiempo de hacer lo que tenemos que hacer que es, pase lo que pase en 2019, dejar la ciudad mejor de como estaba al llegar.
Ahora, con la experiencia de la gestión, ¿cree que han podido ser injustos con algunas críticas que hacían desde fuera de la institución después de ver cómo funciona desde dentro?
La verdad es que no, al contrario. Aunque gobernar, como hacer política en cualquier esfera, tiene límites, tiene contradicciones, tiene obstáculos... Al contrario, lo que he reforzado sobre mis ideas previas es que desde la política, desde las instituciones se pueden hacer muchas cosas, muchísimas. Quizás el único elemento tiene que ver con la rapidez o con la urgencia. El único obstáculo a veces es comprobar lo que se tarda respecto a lo que uno pensaba o a lo que te dice el sentido común.
Dicho lo cual, se puede hacer casi todo, porque cuando hay límites legislativos, uno trata de encontrar soluciones imaginativas, soluciones normativas, y cuando hay batallas políticas importantes, uno da esas batallas. Si eso lo estamos haciendo nosotros, por supuesto, lo podrían haber hecho los partidos que gobernaron antes.
Durante la legislatura se ha visto el tira y afloja con el Gobierno central por el techo de gasto, incluso hubo algún proyecto para cerrar el CIE de Aluche, pero tampoco se ha podido avanzar porque las competencias no son solo municipales. También con los precios de los alquileres, la turistificación... ¿Hay márgenes?
Espero que nadie confiara en que Manuela Carmena y su equipo de 20 concejales de Ahora Madrid fuéramos a acabar con el capitalismo financiero desde la ciudad de Madrid. Si no existiera la Unión Europea, existiría la Organización Mundial del Comercio que pone límites al tipo de transacciones que se pueden hacer. Es decir, siempre hay una estructura, muchas estructuras legislativas, políticas e institucionales con las que hay que relacionarse, negociar, ceder, ganar y perder. Esto es la política, no solo la política institucional, y uno tiene que asumirlo antes de empezar si no quiere llevarse algunas decepciones.
Lo que yo digo es que a nosotras nunca nos ha valido ni en Madrid ni en el resto de las ciudades del cambio, la excusa o la explicación de que esto no es una competencia municipal o que por ejemplo tal cosa es un conflicto privado y nosotros no podemos mediar ahí.
Siempre decimos que no hay ningún problema en la ciudad que no sea de nuestra incumbencia y por lo tanto en cada uno de ellos lo que tratamos de hacer es calcular y poner encima de la mesa las soluciones que están directamente en nuestra mano para negociar, presionar y hacer política con todo lo que no depende directamente de una ordenanza municipal.
En ese juego, en ese equilibrio, hay un margen bastante mayor del que parece. Y además, el liderazgo de Manuela Carmena y del resto de los alcaldes del cambio, ese dúo Ada Colau-Manuela Carmena, tiene incidencia. Estoy segura de que el nuevo gobierno socialista se enfrenta a lo que ocurre en el CIE de Aluche de una manera distinta a como lo haría si no hubiera sido porque desde aquí y desde el resto de las ciudades del cambio hemos dado una batalla para acabar con unos lugares que son un estado de excepción en cuanto a derechos humanos.
Ha hablado de que en estos tres años ha habido logros pero también retos que no se han podido lograr. ¿Qué retos son esos?
El reto principal, que no es que no hayamos podido hacer sino que es un proceso largo, bastante profundo y sin el que sin otras instituciones es difícil de lograr, es la desigualdad. Una de nuestras prioridades es acabar o reducir la desigualdad de una ciudad como Madrid que es muy rica, pero donde la renta se reparte de una forma manifiestamente desigual.
Como gobierno es un reto que todavía no hemos conseguido, porque no tenemos capacidad de influir en el mercado laboral directamente, porque no podemos influir en las pensiones... No es por quitarnos responsabilidades, es algo en lo que tenemos que seguir trabajando y buscando las herramientas municipales para llegar ahí.
Hablaba antes de que seguramente el Gobierno de Pedro Sánchez afronte de una manera distinta el problema del CIE de Aluche a como lo ha hecho el de Mariano Rajoy. ¿Qué espera del nuevo Gobierno?
Como mínimo se puede esperar, y no lo digo como militante de Podemos sino como ciudadana, que se comprometa con aquellas propuestas que ha respaldado su partido cuando estaba en la oposición. Si uno ha predicado sobre las pensiones, sobre el pacto contra la violencia machista, sobre el salario mínimo interprofesional, ahora es un buen momento para demostrarlo desde el Ejecutivo. Más que esperar, las expectativas tienen que ser moderadas, porque como partido político y como ciudadanía lo fundamental que tenemos que hacer es empujar, es exigir, es apoyar pero estando vigilantes. Esa es una buena forma de hacer una oposición constructiva. Hay que asumir que no todo se va a poder hacer el primer día, pero sí ir colocando esos objetivos, esos retos y esas propuestas urgentes, que desde el gobierno se pueden asumir con rapidez, y estar vigilantes para que se cumplan.
¿Cree que debería haber contado con Podemos para entrar de alguna manera en el Gobierno?
Sería deseable algún gesto de generosidad. Cuando uno gobierna en minoría, y esa es una de las cosas que he aprendido, tiene que aprender a ser generoso y tiene que reconocer quién le apoya y quién no. En ese sentido, nosotros con el PSOE, que no está en el gobierno de la ciudad de Madrid, hay cuestiones fundamentales con las que sabemos que hay que contar. Implica poner por delante el bien común independientemente de quien se apunte la medalla. Modestamente, el Partido Socialista debe saber de qué lado están sus apoyos, quién le va a aprobar propuestas para subir el SMI, las pensiones o para contener la burbuja del alquiler. Tiene que saber dónde están sus socios y mirar hacia esos socios.
¿Cree entonces que en la composición del Gobierno ha habido guiños o gestos con otros partidos?
La verdad es que no lo sé, no sabría evaluarlo. Ha habido gestos que son evidentes hacia el electorado de Ciudadanos. También es una composición que revela una voluntad de mirar a muchos sitios a la vez. Podría parecer contradictorio la propuesta de reforma de la Constitución o volver a algunos puntos del Estatut que rechazó el Constitucional, con las posiciones de [Josep] Borrell [ministro de Exteriores]. Como todo, más allá de los gestos, donde más lo veremos será en las políticas y es ahí donde tenemos que centrarnos. En evaluarlas, en reforzarlas y no solo en criticarlas, en proponer, en aprender... Es en lo que debemos fijarnos más allá de la semana interesante, de toda la lista de los ministros.
En esa lista de ministros de la que habla, hay sectores que han acusado al Gobierno de Pedro Sánchez de hacer nombramientos cosméticos poniendo a 11 ministras o nombrando al astronauta Pedro Duque. ¿Cree que es así?
No, la verdad. El nombramiento de 11 ministras es una demostración y una prueba palpable de que en España existe el movimiento feminista más poderoso del mundo. Con mayor capacidad de marcar la agenda de las políticas, pero también de lo simbólico. Es una noticia fantástica y es la principal razón por la que yo estoy contenta en este momento. En ningún otro lugar del mundo el movimiento de las mujeres tiene esa capacidad de marcar lo que está bien y lo que está mal, lo que es un guiño positivo y lo que es uno negativo. Soy una firme defensora de la discriminación positiva y de las cuotas. Lo que está detrás de eso es la idea de que la presencia de las mujeres es importante.
Por supuesto, no es suficiente. Y lo que espero de las ministras es esa agenda feminista en las muchas áreas en las que van a tener competencias. Pero la presencia de mujeres es importante porque ayuda a configurar los imaginarios y nos permite imaginarnos haciendo otras cosas más allá de las tradicionales. Por eso defiendo las cuotas y defiendo la presencia de mujeres, esperando que además de estar, hagan muchas otras cosas.
Desde el Ayuntamiento, ¿qué asuntos cree que puede ayudar a desbloquear el Ejecutivo de Sánchez?
Muchísimos. Tenemos una lista urgente de temas que tratar que hemos intentado hacer con el Gobierno anterior pero que ha sido muy difícil. Es una agenda que compartimos además con muchos otros municipios, no solo los que conocemos como ayuntamientos del cambio, sino con el conjunto de municipios españoles. Está la cuestión de la financiación, de que el Ministerio de Hacienda deje de tratar a los ayuntamientos como si fuéramos una especie de hijos pequeños rebeldes. Somos las instituciones públicas con las cuentas más saneadas y donde más van los ciudadanos a exigir sus derechos. Necesitamos de forma urgente que Hacienda se comporte con lealtad institucional y respete la autonomía local, en vez de poner piedras.
Otra de las cuestiones fundamentales, en particular para las ciudades grandes, es la reforma de la Ley de arrendamientos urbanos y una política de vivienda que frene en seco el ciclo especulativo. En nuestras ciudades en el último año ha subido el precio de la vivienda más de un 20% y los ayuntamientos tenemos pocas herramientas para tratar de pararlo. En la lucha contra la turistificación tenemos competencias y las estamos ejerciendo, pero hay otras cuestiones que son legislativas que dependen del Gobierno. Ahí hay que tomar una actitud firme y valiente y muy urgente. Cada mes que pasa el problema va a peor.
Con el asunto de la vivienda, y otras decisiones urbanísticas, ha habido una tensión durante la legislatura con alguna parte de la comunidad de Ahora Madrid. Quería preguntarle, cómo ve eso, si aquello que fue el Ganemos que recordamos de hace tres años es lo mismo que ahora y si es tan importante como lo fue en 2015.
No soy la portavoz de Ganemos ni mucho menos y por lo tanto no puedo hablar en su nombre. Lo que creo es que hay una mayoría importante del Gobierno, pero también de las personas, los grupos, los colectivos y los partidos que apoyan o que son parte de ese gobierno, que consideran que no todo es perfecto pero que la mayor parte de lo que estamos haciendo está bien hecho.
Para el próximo ciclo sencillamente tenemos que estar los que queramos estar, los que tengamos voluntad de encontrarnos, de asumir que hay algunas diferencias, pero que en lo central la confluencia es positiva. Porque nos ayuda y nos refuerza, y aprendemos a mirar a otros. Aprendemos a negociar y a mediar. Creo que esa es la posición de la mayoría aplastante de Ahora Madrid como gobierno pero también como comunidad.
También se critica que al no haberse desarrollado Ahora Madrid, al no haber tenido espacios de deliberación colectiva, plenarios, etc., parece que no se rinde cuentas en los procesos internos del espacio. Por otro lado, Manuela Carmena siempre dice que esto no es una suma de partidos, sino que es una suma de personas. ¿Existe cierta desconexión entre esas personas y el espacio político del que vienen?
Hay que distinguir dos cosas. Como concejala rindo cuentas ante los vecinos y vecinas de Madrid, me hayan votado o no me hayan votado. Como Gobierno, las fórmulas de rendición de cuentas, de escucha y de recogida de críticas, son absolutamente incomparables con las que hubiera habido antes en la institución municipal. Somos un Gobierno que está muy a la escucha, muy a la crítica y muy a la calle. Esa es mi principal responsabilidad como concejala de Gobierno, deberme al conjunto de la ciudad. Como activista, pero como militante de Podemos que es lo que soy, tengo muchos espacios de rendición de cuentas, de interpelación y de diálogo con las personas que se referencian en mi organización política y es una práctica que ocupa una parte importante de mi agenda de la tarde desde hace tres años y lo hago con mucha alegría.
Ahora Madrid es una candidatura, un partido instrumental, en el que dos grandes organizaciones que después han cambiado bastante a lo largo de esos tres años, se juntan para poner encima de la mesa un proyecto colectivo y una lista colectiva. En ese sentido, asumo que hay un debate abierto sobre si habría que haberse constituido como una organización política o seguir siendo esa candidatura instrumental como así lo han querido los dos partidos que formaron Ahora Madrid. En el caso de que lo pensemos como déficit, es una responsabilidad muy compartida, porque de esa hoja de ruta han formado parte el 95% de los actores de Ahora Madrid. La de mantener su espacio político y construir un Gobierno que no es un partido, que no es una organización.
En los debates de 2015, se puso en valor la confluencia, la candidata fue desbordante y había ejes claros de la candidatura como las primarias abiertas y el programa participativo. ¿Cómo serán para 2019 esos asuntos que en 2015 parecían fundamentales?
Diría con toda mi franqueza que no pienso en ello mucho, la verdad. No son temas que en estos momentos estén muy encima de la mesa. No hay grandes conversaciones en ese sentido entre los partidos. Sí diría que tenemos la posibilidad de aprender de lo bueno y lo malo de las decisiones que tomamos hace tres años. Por ejemplo, hicimos un programa participativo con una enorme participación de muchos colectivos y de personas, en el diagnóstico de los problemas y en la propuesta de soluciones, pero ese programa se nos quedó falto o corto de algunos elementos. Quizás porque las personas que participamos veníamos de los entornos más militantes y activistas y mirábamos mucho unas cosas y otras simplemente no nos dimos cuenta.
En ese programa, por ejemplo, no se hablaba de la limpieza y cuando llegamos al Ayuntamiento era el principal problema para la ciudadanía. Eso quiere decir que se puede mejorar la fórmula para hacer un programa en el que no solo los colectivos más organizados y las personas más activistas participen, sino que tengamos también la capacidad de escuchar lo que la ciudadanía silenciosa le reclama al ayuntamiento. Hay que aprender de esas cosas de 2015 y mejorar los procedimientos que en general me parecen los correctos.
¿También para primarias? ¿Tiene que haber unas primarias?
Por eso lo decía. Sustancialmente me parecen correctos, sin perjuicio de que en el programa o en otras cuestiones se puedan mejorar los procedimientos. Pero en general creo que la base de lo que hicimos estaba bien.
¿Quiere repetir en la candidatura de 2019?
Como no sabemos lo que va a pasar, yo tampoco lo sé. Estoy muy contenta con el trabajo que estamos haciendo, soy muy feliz, me gusta mucho la política local. Me molesta mucho que se la perciba como una especie de primer escalón hacia una carrera que se supone que es hacia arriba... pero no lo sé. Tendremos que ver qué proyecto hay, qué personas hay...
¿Cuáles han sido los momentos más complicados y cuáles los más ilusionantes?
Ha habido unos momentos políticos desagradables y duros. No me imaginaba el nivel de agresividad y de dureza, de ofensa en el que íbamos a vivir. En ese sentido, ha habido bastantes momentos de supuesta crisis que luego eran mucho menos y a las dos semanas dejaban de existir, que en un principio nos hicieron sentir solos. Como se sobreactuaba tanto y se sobredimensionaba tanto por lo que decían nuestros adversarios, parecía que de repente el mundo entero estaba en contra de los trajes de los reyes magos.
Ahora sale que los trajes de los reyes magos eran una cosa pequeñita en comparación con que el PP desviaba el dinero de la cabalgata para pagar las comidas de Rajoy. Lo leía y pensaba en lo que sufrimos con tres dichosos trajes: lecciones de moral de esta gente que utilizaba el dinero público para pagarse las comidas del partido.
Pero los momentos más duros no tienen que ver con los grandes titulares, sino que son cuando te enfrentas a cosas que son difíciles de gestionar, que las tienes delante y no eres capaz de darle una respuesta rápida. Ese es un momento más duro, me voy peor a casa cuando hay un conflicto en una comunidad de vecinos, cuando hay un fondo buitre que va a echar a diez familias de una casa... eso es más duro que los momentos de sobreactuación en los medios de comunicación y en los plenos.
Dijo en una entrevista reciente con la revista Mongolia que no quería hacer carrera política, ¿se pone alguna fecha de caducidad en su estancia en la primera línea?
Sí, lo he dicho. Creo que no deberíamos estar más de 8 o 12 años. Dicho lo cual, queda para la hemeroteca y es posible que algún día se me vuelva. Pero me parece que los tiempos tienen que ser razonables y que no es bueno para la política ni para las personas pasarse 40 años en política.
¿Y cuándo dirá Manuela Carmena que repite?
Es una decisión que tiene que tomar ella de la que yo no puedo ser portavoz. Tiene que tomarla ella y que comunicarla ella. Es evidente que nos vamos acercando a fechas críticas, pero como lo que espero es que la noticia sea buena, me quedo con eso.
Si no fuera a repetir ya lo habría dicho, ¿no cree?
No, no lo creo. Fundamentalmente porque todo lo que sea hablar o preparar o negociar una candidatura te va apartando de lo que tenemos que hacer realmente, que es gobernar. Entonces, pase lo que pase, hasta 2019 tenemos que seguir gobernando esta ciudad lo mejor posible.