La confrontación que protagoniza la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, contra el Gobierno central es cada vez más descarnada. Pero su socio de coalición, Ciudadanos, ha decidido las últimas semanas desmarcarse de la estrategia de la dirigente del PP. Este jueves, el vicepresidente del Gobierno regional, Ignacio Aguado, insistía en tender puentes con la administración central para buscar acuerdos conjuntos en la lucha contra la pandemia. Para ello, Aguado ha defendido el Grupo Covid-19, del que forma parte, como el camino a ese consenso.
“Me voy a dejar la piel para que ese grupo exista”, ha dicho Aguado en la tribuna parlamentaria donde iba a dar cuenta de los pasos de ese grupo de trabajo en el que también participa el ministro de Sanidad, Salvador Illa, a quien este jueves el PP pedía que dimitiera.
Para Aguado, todo lo que sean “canales de comunicación con otras administraciones son positivos” y desde luego “no sobran”. Y en este sentido, hacía hincapié en que el martes volverá a haber una reunión, que espera que sea “fructífera”. “De nuestra capacidad de entendimiento depende el futuro de mucha gente”, ha remarcado.
El problema es que es el otro lado del Gobierno, el representado por el PP –que es quien toma las decisiones–, el que no escucha las peticiones de “alto al fuego” de su vicepresidente. Y la oposición ha venido este jueves a recordarle precisamente eso, que Aguado es miembro del Gobierno y no puede actuar como si las decisiones de la presidenta no fueran con él. “Si no le gustan dimita”, le decía el diputado de Vox. La izquierda pedía, sin embargo, que abandonara su puesto pero para impulsar otro nuevo gobierno ya sin Ayuso al mando.
“Usted no es un casco azul, es un miembro del Gobierno. Se sienta en esta mesa... no debería ser placebo”, le recordaba la diputada de Más Madrid, Mónica García. En la misma línea iba el portavoz de Unidas Podemos-IU, Jacinto Morano: “Usted actúa como mero espectador”, lamentaba, mientras le advertía que aunque apela a “un alto al fuego” entre dos partes que parecen “ajenas” él pertenece al Gobierno regional. “Usted que tiene la llave sáquenos en la jaula en la que nos ha metido con el apoyo de la señora Ayuso”, concluía García para pedirle de nuevo que apoye una moción de censura que eche a la presidenta madrileña de la Puerta del Sol.
La acusación por parte de Vox venía pero para llamarle “desleal”: “Para nosotros ha sido el Caballo de Troya que han utilizado Sánchez e Iglesias para aplicar el 155 sanitario e intervenir Madrid”, le lanzaba el diputado Íñigo Henríquez de Luna.
Aguado insistía, no obstante, en bajar la crispación, en ir unidos en una lucha contra un virus que golpea a la sanidad, a la economía y que empieza a generar una grave crisis social. El problema es que no explicaba cuál era el camino, algo que le ha reprochado la oposición. El vicepresidente avanzaba que llevará como propuesta a la próxima cita del grupo Covid que hay que intentar llevar la incidencia acumulada de la Comunidad por debajo de 25 casos por cada 100.000 habitantes.
La oposición le preguntaba cómo pensaba lograrlo. Aguado respondía que “sería pretencioso por nuestra parte venir con la receta mágica como políticos para acabar con la pandemia”. Y que no es epidemiólogo, una frase recurrente del número dos del Gobierno regional las últimas semanas.
Las pistolas, protagonistas de la jornada
Todo el debate parlamentario en el que el vicepresidente de la Comunidad iba a explicar sus trabajos con el Grupo Covid-19, en realidad quedaba ensombrecido por una polémica que ha transcendido a la Asamblea de Madrid. Aguado comenzaba su intervención pidiendo “un alto al fuego político” y que se bajen las “pistolas” para poder hablar con “argumentos”.
“Hoy mismo hemos vuelto a ver cómo las pistolas han vuelto a hacer acto de presencia, han vuelto a ser protagonistas, de lo cual no estoy muy orgulloso”, lamentaba el líder de Ciudadanos en Madrid. Las palabras de Aguado no hacían otra cosa que avivar un tema que había ocurrido a primera hora pero que había traspasado las paredes de la Cámara de Vallecas. El Congreso se hacía eco y también acababa entrando el vicepresiente de Castilla y León para defender a Mónica García.
Y es que las pistolas han protagonizado gran parte de la jornada parlamentaria. Primero era Ayuso, que durante sus intervenciones aseguraba que el Gobierno le impuso el estado de alarma “a punta de pistola”. Pero la polémica gorda llegaba en realidad después. El PP formaba un espectáculo por un gesto de la diputada de Más Madrid Mónica García que interpretaron como un “disparo” que concluyeron era una “amenaza”.
Durante su intervención en la comparecencia del vicepresidente, Mónica García ha afeado al portavoz del PP, Alfonso Serrano que haga política de esta forma. García aseguraba que las verdaderas “amenazas” son sus “palabras” que señalan todos los días “sus datos falsos, su mala gestión y su circo”. “Dejen de desprestigiar las instituciones y su adición por la confrontación y por mentir”, lanzaba la parlamentaria, al tiempo que Serrano, junto con la diputada del PP Ana Camins mostraban una foto de la diputada con el gesto que había efectuado por la mañana.
Serrano ha pedido la palabra por el artículo 135 del Reglamento y ha vuelto a acusar a García de ser una “difamadora profesional”. Ha lamentado que haya acusado al Gobierno regional de “robar el dinero de los fondos Covid para otras cuestiones” con un “gesto amenazante y con su cara de odio, con su bilis y con su sectarismo”. Un día más en la Asamblea de Madrid.