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De Orcasitas a El Cañaveral: la eterna lucha de los barrios “incomunicados” de Madrid para la llegada del Metro

Tren de Metro de Madrid.

Diego Alonso Peña

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Los colores de las líneas de Metro de Madrid se entrelazan en el centro de la capital y su expansión durante las últimas décadas puede dar la idea de que se trata de un servicio público universal. Pero fuera de ese mapa de líneas y transbordos quedan barrios enteros desde los que miles de personas deben realizar “excursiones” de hasta media hora a pie para poder llegar al transporte subterráneo.

Félix López-Rey, concejal del Ayuntamiento de Más Madrid, pone voz a esas reivindicaciones. En uno de los últimos plenos, el pasado julio reproducía las quejas recogidas en el barrio de Orcasitas exhibiendo una placa de Metro en el consistorio. “Hace ya más de 15 meses que este pleno aprobó solicitar de la Comunidad los estudios pertinentes para ver la posibilidad de que llegase a Orcasitas, pero ustedes se lo pasan por ahí”, exclamó el edil mientras el Gobierno municipal le aseguraba que “la propuesta estaba en estudio”. El barrio madrileño consta de más de 23.000 vecinos y la reclamación se remonta a hace un par de décadas ya que están rodeados por las líneas 3, 6 y 11 de metro, pero ninguna cerca.

Además, las reclamaciones de los vecinos también han señalado históricamente a la EMT y los escasos autobuses de los que disponen -el 6 y el 60- para los que, en muchos trayectos el viaje a la estación más cercana es más largo que el de ir andando. La estación de Cercanías de Orcasitas está por ejemplo a 20 minutos andando del barrio de Guetaria y la estación de San Fermín-Orcasur está a más de dos kilómetros.

“Sería muy necesario para este barrio una línea de metro, ya que solo hay un autobús -el 102- que no cubre las necesidades de transporte que soportamos los vecinos desde hace años”, comenta Javier, un vecino de Entrevías que pertenece a un distrito de Vallecas donde residen casi 26.000 vecinos. Los reclamos del sur de la capital no se reducen al subterráneo que viaja al centro de la capital. Además de los autobuses, el servicio de Cercanías que conecta gran parte de Madrid sur con el centro también tiene diferentes problemas que entorpecen el día a día de los vecinos.

“Nunca sabes a qué hora llegarás al curro, ni qué nueva aventura te deparará tras atravesar las puertas de la Renfe. Hay días con retrasos de hasta más de 20 minutos, otros que vamos enlatados en el tren y no entra un alma, incidencias de cualquier tipo y, esto, a la mínima que tengas un trabajo medianamente estricto te obliga a salir de casa con un margen muy amplio por lo que pueda pasar”, explica Pilar, una de las vecinas del sur que explica las “hazañas” que debe hacer para llegar a su puesto de trabajo. “El modelo de ciudad te incita a elegir entre los atascos en coche o los retrasos de Renfe y, aunque ninguna es buena opción, siempre tienta más el coche”, admite.

La historia de Butarque es una de permanente lucha para los 21.316 vecinos que están empadronados. Se trata de un barrio relativamente nuevo en el que el esfuerzo por cada servicio público ha sido mayúsculo y cada logro ha llegado “a golpe de protesta”. Así han conseguido dos colegios, un segundo instituto y el centro de salud con el que, a pesar de llevar más de 15 años de retraso, han presionado para lograr, poco a poco, su construcción.

Pese a las victorias conseguidas, el trasporte y la accesibilidad monopolizan las reivindicaciones vecinales. El Metro más cercano al barrio es el de San Cristóbal, entremedias está la estación de Renfe de San Cristóbal de los Ángeles, y para llegar desde Butarque el trayecto a pie es de más de media hora. Además, las carreteras también son protagonistas en las protestas más recientes. El barrio nació encajado entre las vías del tren, la M-301, la A-4 y su variante de conexión entre la M-45 y la M-50. Rodeados de calzadas, sin acceso directo y en el que, desde la Asociación Vecinal Independiente de Butarque aseguran que viven “en una ratonera”.

En El Cañaveral, un barrio de reciente creación que suma ya más 10.000 vecinos, y en el que desde Más Madrid han reprochado que “no se haya tenido en cuenta en las posibles ampliaciones del Metro cuando cuenta con un crecimiento de 500 vecinos al mes” y en el que el Cercanías tampoco tiene fácil accesibilidad. Los vecinos, además, tienen escasez en todos los servicios públicos, no solo el subterráneo. También de colegios, institutos o centros de salud.

Del sur al este y norte

Pese a que las zonas más damnificadas por la situación del transporte público subterráneo se concentran en el sur, en el resto de la región madrileña también hay otras localidades que tienen complicaciones para llegar al Metro. En Horcajo y Fontarrón, barrios de Moratalaz, el tren no atraviesa ninguno de ellos. En el primer caso, las estaciones más cercanas, tanto Artilleros como Valdebernardo, se encuentran a 20 minutos caminando.

En el noreste de la capital, en el distrito de San Blas-Canillejas, Rejas lleva años en lucha por una mejora de su accesibilidad al transporte público. El punto significativo de este barrio es que, además de tener más de 15.000 habitantes, es una zona con una alta concentración de centros comerciales que además también están en expansión. “Desde el punto de vista del Metro es desesperante llegar al Plenilunio u otras tiendas que están por la zona”, explica Roberto, uno de los trabajadores de una reconocida marca del sector tecnológico. “Evidentemente hablo desde el punto de vista externo, pero conozco a gente de dentro después de tanto tiempo trabajando e incluso para salir del barrio con transporte público es un caos en el que se depende por completo de autobuses que, según el día, te pueden jugar una mala pasada”, apunta.

Los vecinos claman, de forma similar al resto de zonas afectadas por una estación de Metro cercana y lamentan haberse quedado “como una isla”, “incomunicados” con el resto de la ciudad.

En el distrito vecino, Hortaleza, también varias localidades siguen a la espera de que alguna línea les facilite el acceso a la red de Metro. Valdefuentes, el barrio fronterizo con la M-11 y que ha sido el lugar de algunas de las últimas intervenciones del Ayuntamiento y la Comunidad, como el Hospital de Emergencias Isabel Zendal o el parque Felipe VI, y en el que reside la Ciudad Deportiva del Real Madrid o el próximo vecindario de Sanchinarro, tampoco tienen una conexión sencilla con el trasporte público. Las estaciones más próximas, como San Lorenzo o Aeropuerto T4, están a casi una hora de trayecto a pie y a media hora en el autobús 171.

Piovera, uno de los barrios con más poder adquisitivo de la región, que también se encuentra en el distrito de Hortaleza, próximo al Campo de las Naciones y rodeado de restaurantes, tiendas o el Juan Pablo II, tampoco tiene acceso al Metro. Las única opción viable es acercarse a la estación de Feria de Madrid, donde está IFEMA, y o se va en autobús o el trayecto a pie será de unos 25 minutos. Por otro lado, uno de los nuevos barrios de la ciudad, Valdebebas, debido a su reciente creación, tampoco tiene accesibilidad al trasporte público subterráneo. Sin embargo, en los planes de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se prevé que esta situación pueda cambiar debido a los grandes proyectos que tiene por la zona como el circuito de la Fórmula 1.

Más en el norte de la capital, Aravaca tiene escasa comunicación con la red subterránea -tan solo llega el final del Metro Ligero 2- y esto produce dificultades en otras urbanizaciones que se encuentran por la zona como las de El Plantío o Valdemarín, que juntas suman más de 10.000 habitantes.

Pese al hito alcanzado de conectar todos los distritos de la capital en 2007, todavía quedan barrios que no están bien comunicados y sus reclamaciones se remontan a años de protestas y movimiento vecinal para intentar revertir la situación de una lucha eterna.

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