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Pepe Noja, el escultor que talló la placa de Largo Caballero: “Jamás pensé que a mis 82 años iba a vivir esto”

Del 1 de abril de 1981, el día que el Ayuntamiento de Madrid inauguró el relieve en homenaje a Largo Caballero para la plaza de Chamberí, el escultor Pepe Noja (Aracena, Huelva, 1938) solo recuerda un detalle. “Me puse al final, en la última fila del acto y me cogieron de la solapa para llevarme a la primera. Lo recuerdo como un día feliz”. Cuarenta años después y a los 82, el artista que esculpió el monumento, autor de un rosario de obras en homenaje a la democracia, lamenta que haya sido retirado por la misma institución que lo promovió y avanza que denunciará al Consistorio de PP y Ciudadanos para “defender” sus derechos de autor.

“No vamos a ceder nada. Es una parte muy importante de mi vida. El arte es del pueblo y para el pueblo. No pueden venir cuatro bandidos a quitarla. Vox siempre es bandido. Viendo la actuación de este grupo, no es para llamarlo de otra manera”, dice en conversación con elDiario.es unas horas después de que el Ayuntamiento ordenara el desmontaje de la placa coincidiendo con el 151 aniversario del nacimiento del socialista. Luego matiza sus palabras: “Indudablemente no voy a culpar solo a Vox. Me es mucho más lamentable la participación de otros partidos demócratas”, añade en referencia a PP y Ciudadanos, que apoyaron la propuesta y la han empezado a ejecutar por la placa.

Hace dos semanas envió una carta al alcalde de Madrid que advertía que ejercería acciones legales si su obra se veía modificada. “Le exijo respeto a la integridad de mi obra, y le requiero, en su condición de alcalde de Madrid, a impedir cualquier acto que suponga deformación, modificación, alteración o atentado contra mi obra, advirtiéndole que, caso contrario, haré uso de las acciones judiciales necesarias para la defensa de mis derechos”, decía la misiva. Noja no obtuvo respuesta. La siguiente noticia que ha tenido del Ayuntamiento ha sido por teléfono, a través de un amigo, que le dio la voz de alarma tras pasar por la placa y ver el hueco vacío, cuenta. Noja no sabe dónde han llevado la obra ni qué ha hecho el Ayuntamiento con ella. “Por lo menos me habría gustado que hablaran conmigo. Jamás pensé que a mis 82 iba a vivir esto”.

Pepe Noja no es un desconocido en el mundo de la escultura. Responsable del primer monumento a la Constitución en España -inaugurado en Vitoria en 1983-, el artista es considerado uno de los grandes escultores urbanos de la Transición y tiene decenas de obras en lugares públicos diseminadas por todo el territorio español y también en el extranjero. Vivió los años dorados de la recién estrenada democracia, ese momento en el Gobierno socialista de Felipe González encadenaba encargos para contrarrestar el legado franquista que había enquistado en las calles y en las plazas de toda España tras 40 años de dictadura.

En ese contexto el expresidente socialista le encargó la escultura a Largo Caballero, vandalizada la semana pasada con pintadas de “asesino”. Otra agresión contra una de sus obras en solo cinco días. “Hay tanta barbarie y brutalidad en esos textos, tanto desconocimiento de la realidad. Eran demócratas elegidos por el pueblo”, defiende. Noja no entiende su legado artístico separado de la libertad y de la democracia: “Todas las cosas que he hecho las he hecho convencido por mi ideología, porque sabía que eran una muestra más para la libertad y para la democracia. Joder, después de tantos años de dictadura era muy importante”, reivindica desde su casa de Madrid.

Nudos como abrazos “por encima de ideologías”

El escultor lo aprendió casi todo de su maestro Pablo Serrano. Empezó deformando las figuras a base de formas geométricas cúbicas -la escultura de Largo Caballero es un excelente ejemplo de ello- hasta que quedó atrapado por la abstracción. Y entonces cinceló nudos y eslabones de acero como “el abrazo por encima de ideologías, discrepancias o credos religiosos”, aseguró sobre su obra Amistad, un monumento que preside un parque de Santurce.

Dice que se ha levantado con dolor de espalda y hace tiempo que no pasa por el estudio. La estantería de recuerdos, a los 82, encuentra ya algunas grietas. “Recuerdo mucho Solidaridad, en Gijón. Es una pieza en un sitio espléndido, el mar debajo. Una joya”, relata mientras visualiza el enclave. Por teléfono se escucha de fondo a su esposa, Maravillas, junto a quien ha ido encajando durante décadas las piezas de su vida y de su obra. Ahora también de su memoria. El Monumento a la Paz Mundial de Nueva York, el Monumento al Parlamento de Europa en Estrasburgo, Amistad en Santurce, esculturas a Manuel Azaña o Julián Besteiro...

La vida de Noja ha dado muchas vueltas. Trabajó como piloto comercial para la compañía holandesa KLM. “Vivir allí fue un bofetón de libertad. Con lo que había corrido aquí delante de la Policía...”, recuerda. Pero el rumbo de su vida cambió cuando le becaron para estudiar en Famous Arts School de California. A lo que vino después se le puede seguir la pista a través de sus obras. “Lo que lamento verdaderamente después de ir y volver, de vivir la Transición... es que la manzana se poche siempre por el mismo lado. Pensaba que se había pasado ya el tiempo de esa gente y veo que no”, concluye.