El portavoz nacional del Partido Popular, José Luis Martínez-Almeida, afronta una campaña electoral decisiva para el liderazgo de Pablo Casado atado por el pacto con Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid. Su faceta institucional, que nunca pareció un escollo ni moral ni político para ser el altavoz del PP allá donde se lo pidieran, le limita por primera vez en medio de la feroz batalla del PP contra la formación de Inés Arrimadas.
El elegido por Casado para ser el látigo contra los enemigos del PP se sitúa al margen de la caza de cargos naranjas promovida por el secretario general del Partido, Teodoro García Egea, y evitará el “cuerpo a cuerpo” con sus socios en el Palacio de Cibeles para evitar otra crisis que haga estallar el Gobierno municipal mientras Ayuso acusa a esos mismos socios de “traición” en la Puerta del Sol y promete una campaña de alto voltaje para tratar de liquidar a los naranjas, en situación de extrema debilidad.
A Almeida el PP de Madrid le va a reservar, a falta de los últimos retoques de la campaña, actos más pequeños en los barrios de la capital. De distancia corta, donde el alcalde se mueve con soltura. Está por decidir todavía si participará en los grandes mítines -dentro de lo que la situación de pandemia permita-, aunque la dirección regional pretende explotar al máximo su presencia. “Es el alcalde de España. Tenemos que aprovecharlo”, asegura desde dentro una dirigente que conoce bien el partido. Este fin de semana el regidor arrancó la precampaña con un paseo por el barrio de Montecarmelo junto a la secretaria general del PP de Madrid, Ana Camins.
Lo cierto es que la fragilidad del Gobierno municipal, cuyo futuro está en manos de Ciudadanos dado que Almeida -a diferencia de Ayuso- no puede convocar elecciones desde el Ayuntamiento, ha rebajado de golpe el perfil del “alcalde de España”. El primer edil ha reducido sus apariciones públicas y en entrevistas y, cada vez que hay ocasión, da las gracias a Begoña Villacís y sus concejales por sostenerle en el Ayuntamiento de Madrid. Ella, sin embargo, ha ganado exposición tras ser reforzada internamente en Ciudadanos. Solo el inesperado aterrizaje del vicepresidente Pablo Iglesias le va a permitir dar rienda suelta a una dialéctica más agresiva que le valió para que en el PP le dieran el sobrenombre de “azote” de Manuela Carmena, aunque en el Ayuntamiento no tienen claro si su entrada en el tablero les perjudica o les beneficia.
Pese a que en Cibeles lo niegan, los equilibrios de poder han cambiado en la capital. “El alcalde es perfectamente capaz de hacer un discurso propositivo sin entrar en el cuerpo a cuerpo con Ciudadanos. Esto encaja dentro de su posición institucional y se repite en los otros territorios donde gobernamos con Ciudadanos, como Andalucía”, afirman desde el entorno del primer edil, en el que aseguran que “las dinámicas de trabajo y las relaciones no han cambiado” con Ciudadanos. La moción fallida que planteó Ciudadanos junto al PSOE en Murcia pretendía precisamente ser un “aviso” para que el PP dejara de “ningunearlos”, pero todo se fue de las manos y el error de cálculo ha dejado en una situación muy comprometida al partido, que ya ha perdido dos gobiernos regionales y corre el riesgo de desaparecer en las próximas elecciones.
Mientras el secretario general presume de haber convencido a tres tránsfugas de Ciudadanos para conservar un feudo donde gobiernan desde 35 años e incluso recluta al secretario de organización de Albert Rivera que está planificando una opa sobre cargos naranjas que saltan del partido cada día, el portavoz y miembro de la Ejecutiva, Almeida, trata de mimar a Villacís y el resto de concejales y da a entender que esta guerra no va con él.
Almeida apareció conjuntamente ante la prensa con la vicealcaldesa 24 horas después de que su homóloga regional, Isabel Díaz Ayuso, convocara comicios anticipados con la excusa de que Ciudadanos estaba maniobrando para repetir el movimiento de Murcia en la Comunidad de Madrid. “¿Temió que se produjera una moción de censura en el Ayuntamiento?”, le preguntó una periodista. “Temor no, agradecimiento mucho”, respondió el regidor. Villacís llamó a Almeida la misma mañana de autos para ratificarle su apoyo. Los socios de PP y Ciudadanos que se dedican cada vez acusaciones más graves -traidores, corruptos y calificativos de este porte- llevan desde entonces tratando de escenificar paz en la semana más convulsa de los últimos lustros en la política regional.
“El alcalde y compañero está en contra de las prácticas que promueve García Egea [en referencia a la incorporación a las filas del PP a los desencantados de Ciudadanos]”, aseguró la vicealcaldesa dando por hecho el distanciamiento de Almeida de la estrategia lanzada desde la dirección nacional, de la que forma parte, después de que él mismo lo dijera sin ambiguedades. “Estoy en un equipo de Gobierno con Ciudadanos y mi lealtad es absoluta. No voy a ser quien atraiga a personas de Ciudadanos al PP”. Mientras tanto Ciudadanos sigue desagrándose entre bajas que Arrimadas y los suyos saben que terminarán mayoritariamente en el PP: dos diputados autonómicos, un diputado en el Congreso, senadores, concejales...
La izquierda cuenta con la baza de que la relación entre PP y Ciudadanos se había deteriorado en las últimas semanas por los intentos de los conservadores de echar el lazo a los concejales naranjas dentro de una estrategia para lograr la absorción de Ciudadanos tras los malos resultados en Catalunya. Entonces ya se desató la psicosis en las filas de Villacís. Ahora la amenaza se ha cumplido con nombres y apellidos a la espera de que Más Madrid y PSOE, embarcados en sumar para desbancar a Ayuso de la Puerta del Sol, muevan ficha a nivel municipal. El grupo mayoritario, liderado por Rita Maestre, avanza que “hay escenario y espacio para abrir una ronda de contactos que facilite que Ciudadanos abandone su pacto con la extrema derecha en el Ayuntamiento”.