“Ya no se me ocurre otra cosa que la denuncia pública para poner el problema en el mapa”, explica el alcalde de Rivas-Vaciamadrid, Pedro del Cura, en el salón de plenos municipal, habilitado como campamento de urgencia, con tienda de campaña, esterillas, mochilas y sacos de dormir. El municipio madrileño, al este de la capital y gobernado por la izquierda desde hace tres décadas, es el que más crece de la comunidad y tiene hoy 98.600 habitantes, 20.000 más que en 2013, cuando se construyó el último ambulatorio público.
El consistorio intenta desde 2019 sin éxito que el gobierno autónomo construya otro centro de salud, pese a protocolos de actuación conjuntos y declaraciones favorables varias. La última propuesta municipal, de este febrero, fue que el propio Ayuntamiento corriese con los gastos de construcción y le pasase la factura a la Comunidad de Madrid a plazos. La respuesta fue negativa, y el gobierno municipal, que gobierna una lista de IU con Equo y Más Madrid en coalición con PSOE y Podemos, decidió encerrarse 24 horas en señal de protesta.
Al consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero (PP), no le hizo gracia la iniciativa. “No estamos para numeritos”, declaró, según recoge Europa Press, tras defender que la construcción a cargo del Ayuntamiento “no acortaba los plazos”. El alcalde recuerda que Rivas va en serio, que ya el año pasado decidió paralizar el desarrollo urbanístico, una moratoria a la construcción “hasta que los vecinos no tuviesen garantizados los derechos mínimos”. “No es normal que la administración se declare insumisa de sus obligaciones, que no se ponga al teléfono, no acepte reuniones y vaya con el piloto automático vulnerando derechos de los ciudadanos”, protesta el regidor. “Hasta aquí hemos llegado”, expresa.
Aunque simbólico, el encierro contó con el apoyo de figuras de los partidos de izquierda, que en Rivas están bien avenidos. Por el salón pasó, así, el ministro de Consumo y coordinador federal de IU, Alberto Garzón, crítico con que existan “zonas desprovistas de servicios consustanciales a la propia idea de democracia, que no es solo votar cada cuatro años”. “Es una causa necesaria”, abundó Garzón durante una visita que se desarrolló en un ambiente distendido, antes de la asamblea ciudadana en la que se debatiría el estado de la cuestión. La portavoz de Más Madrid, Mónica García, había pasado antes. Luego lo haría el líder del PSOE en la Comunidad, Juan Lobato. Para el viernes se esperaba la visita de Enrique Santiago, secretario de Estado para la Agenda 2030, además de líder del Partido Comunista.
No es el primer encierro municipal en Rivas. En 2017, el caballo de batalla era la conexión de la ciudad con la autovía M-50. “Estos días se está licitando”, presumió luego Del Cura, una vez empezada la reunión con los vecinos. Pero los cinco años de demora con el enlace rodado no caben en este caso, denunció. “Lo necesitamos ya”, dijo, tras incidir en que el crecimiento de población se concentra en un solo barrio, el de La Luna, y que para ir a Urgencias hay que desplazarse hasta Arganda del Rey. Sin movilizaciones, teme el alcalde, y teniendo en cuenta plazos administrativos, la infraestructura no estaría terminada hasta 2026.
Los presentes en la asamblea, vecinos de mediana edad en su mayoría, miembros de la plataforma local por la sanidad pública algunos, no se desmarcaron de la línea consistorial. “Si hay que cortar la A-3 y plantarse en la Puerta del Sol se hará”, propuso el primer interviniente. “Hay que elevar la queja la UE”, reclamo otro. “Al Defensor del Pueblo”, reclamó una tercera. “Estar presentes en los medios de comunicación, como Zelensky”, aventuró otra. “Tomamos nota”, contestó Del Cura, que advirtió: “Rivas es peleona”.