Raúl Flores es el autor del informe de Cáritas que sí ve la pobreza en Madrid. El estudio concluye que los madrileños en situación de exclusión social ya suponen el 22% de la población, cinco puntos más que hace cuatro años. Madrid ha vuelto a los niveles de pobreza de 2008, el año de la gran crisis económica: 1,5 millones de personas desfavorecidas cuya causa principal ha sido la pandemia. La respuesta del Gobierno que preside Isabel Díaz Ayuso ha sido negar a Cáritas, organización que depende de la Iglesia católica. El portavoz del Ejecutivo, Enrique Ossorio, frivolizaba este miércoles preguntándose en tono jocoso “dónde están” los pobres. La presidenta madrileña respaldaba después a su consejero y fue incluso más allá, asegurando que los datos “son falsos”.
Flores atiende a elDiario.es para poner el acento en estas cifras que, según indica, han golpeado más a las mujeres, los jóvenes y los migrantes. No obstante, recalca: “El perfil mayoritario de las personas en situación de exclusión social es de origen español y de entornos urbanos”. El coordinador de estudios de Cáritas y secretario técnico de Foessa evita polemizar con las palabras del consejero madrileño, aunque es contundente al afirmar que “el nivel moral de una sociedad se mide por cómo afrontamos la realidad de las personas más pobres y más vulnerables”. Y manda un mensaje claro: “La gran parte de la pobreza no se ve a simple vista, está en sus casas con familias que hacen todo lo posible por salir adelante”.
En el informe se alerta del incremento de la pobreza en Madrid del 17% al 22%, ¿qué supone que haya crecido más de un 5% este índice?
El informe lo que nos dice es que la crisis de la COVID-19 y lo que ha supuesto esta pandemia ha generado un incremento de las situaciones de pobreza, pero no pone el foco exclusivamente en la pobreza económica. Y en términos de exclusión social, se ha producido un incremento en 370.000 personas.
¿Se puede atribuir este aumento a la pandemia o hay más causas?
Hay más causas. No hemos podido analizarlas con detenimiento, pero antes de que llegara la pandemia los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) ya advertían de un empeoramiento de la privación material severa. Es decir, la privación subía de más del 4% al 7% en el año 2019, antes de que se produjera la crisis de la COVID en marzo de 2020. Sin embargo, desde el análisis que hemos podido realizar, sí que observamos que la parte más importante de ese incremento y empeoramiento de las condiciones de vida sí que es atribuible a las restricciones económicas y al empeoramiento del mercado laboral que se ha producido por efecto de la crisis de la pandemia.
¿Qué parámetros analiza el estudio para concluir que una persona es pobre o está en riesgo de exclusión social?
Desde el año 2007, Cáritas y la Fundación Foessa dejó de analizar la pobreza económica en sí misma, que es un solo indicador, y pasó a añadir 36 indicadores más. Trabajamos con un sistema de indicadores basado en 37 rasgos de exclusión social que nos hablan de dimensiones más allá de la del empleo o la economía, y que tienen que ver con la educación, con la salud, con las situaciones de la vivienda, con la participación de ciudadanía social y política y también con las situaciones de soledad, de aislamiento y de conflicto social.
¿Cuáles son los colectivos más vulnerables en estos momentos en Madrid?
Esta crisis ha impactado fundamentalmente en tres colectivos: ha profundizado en la brecha de género, la brecha de edad y también en la brecha de nacionalidad. Estos tres colectivos ya ocupaban la posición más frágil y más precaria dentro del mercado laboral y la han incrementado. De una manera general, las personas de origen extranjero o los hogares sustentados por una persona extranjera casi triplican el riesgo de exclusión social. Los hogares con menores, por ejemplo, con niños y con niñas, casi duplican la media de exclusión social y casi triplican la exclusión social de los hogares sin menores. Y por otro lado, las familias monoparentales o las familias numerosas son las que también vuelven a tener mayor exposición y mayor riesgo de exclusión social.
Dicho esto, el perfil mayoritario de las personas en situación de exclusión social es un perfil de familias de origen español, con sustentadores menores de 45 años y de familias que viven en entornos muy urbanos, es decir, en las ciudades más que en las zonas rurales.
¿Qué le han parecido las palabras del consejero de la Comunidad de Madrid Enrique Ossorio negando los datos del informe y preguntándose “dónde están” [los pobres]?
Desde Cáritas no valoramos los comentarios o las valoraciones que hacen los representantes políticos. Lo que hacemos es reclamar algunas funciones de nuestra entidad como funciones importantes. Además de acompañar a las familias en situación de pobreza o exclusión social, Cáritas tiene una labor importante que es poner luz sobre aquellas cuestiones de la sociedad que no se ven lo suficiente: iluminar y visibilizar la realidad que muchas veces no es tan visible. Y por supuesto, dar voz a muchas personas a las que no siempre se les escucha. Tenemos la obligación de mostrar la realidad que queda lejos a veces de las personas en su día a día y utilizar esa realidad para proponer cambios, proponer transformaciones sociales que ayuden a construir una sociedad más cohesionada y más justa.
¿Es invisible la pobreza en Madrid?
La pobreza más visible es la más minoritaria. Y me explico: es mucho más fácil ver a una persona sin hogar paseando por la Puerta del Sol, que ver a las miles de familias que viven en sus casas, que trabajan y que, a pesar de trabajar, no llegan a final de mes. Que cuando llegan hartos de trabajar no pueden poner la calefacción porque no pueden pagar el gas, que cuando llegan muy cansados de todo el día, no pueden elegir lo que comen, sino que tienen que comer la comida a la que han podido acceder, porque la prioridad es pagar la vivienda. Es decir, hay una parte de la pobreza económica que no es visible.
Muchas veces también tiene que ver con las condiciones en las que los niños viven: hay muchas familias que no pueden pagar las actividades extraescolares de sus hijos o no pueden apuntarle a la excursión del cole porque no es una prioridad. La prioridad son pagar la casa, la luz, el agua, etc. La gran parte de la pobreza no está a simple vista, está en sus casas con familias que además hacen todo lo posible por salir de esa situación, se levantan cada mañana, madrugan, ponen de su parte para mejorar y salir adelante, pero muchas veces la sociedad no se lo pone nada fácil.
¿Puede ser que estos dirigentes no pongan cara a la pobreza porque está en calles y barrios por las que no aparecen?
Cualquiera de nosotros que no esté trabajando en Cáritas, cerca de las personas más excluidas o en vulnerabilidad, puede vivir su día a día sin rozarse con esa realidad. Por eso es muy importante nuestra función de visibilizar, de sensibilizar y de hacer consciente al conjunto de la sociedad de que cuatro calles más allá, hay personas que tienen otras condiciones de vida, otra realidad, otro mes a mes. Estas realidades muchas veces están cerca unas de otras, cuatro edificios más allá. En Cáritas, solamente el año pasado acompañamos a 1.700.000 personas con rostro y sentimientos.
El nivel moral de una sociedad se mide por cómo afrontamos la realidad de las personas más pobres y más vulnerables. Y para poder poner eso en el centro de nuestras preocupaciones y el centro de la agenda política, informes como el de Cáritas y como el de otras muchas entidades, nos ayudan a no perder de vista cuestiones tan importantes como son al fin y al cabo, las condiciones de vida de muchas personas.
¿Le preocupa entonces que haya políticos con tanta responsabilidad que nieguen la realidad de la desigualdad?
Es importante que la sociedad y que las personas que gobiernan lo público sean conscientes de todas las dimensiones de la realidad. Obviamente, a día de hoy, tenemos dimensiones de la realidad tan importantes como puede ser la energía o la propia guerra que se produce en Europa a las que hay que prestar atención. Pero tampoco podemos dejar de mirar y de atender a las familias más vulnerables. No podemos construir una sociedad buena si hacemos una sociedad a dos velocidades. No podemos ser una sociedad digna si dejamos atrás a las personas más frágiles.
Hay derechos como son el de la vivienda o la salud, que deberían estar totalmente separados del que tengas un empleo. Debemos replantearnos qué tipo de sociedad queremos ser y cómo debemos abordar esos derechos de una manera inexcusable y universal para todas las familias, independientemente de cuál sea nuestra posición en el mercado laboral.
La presidenta de la Comunidad de Madrid ha respaldado a su consejero y alega que en Madrid las personas que peor lo tienen cuentan con servicios públicos que les atienden. ¿Es compatible esa afirmación con las colas del hambre y las despensas solidarias que se han tenido que montar en algunos barrios?
Las administraciones públicas y la Comunidad de Madrid, entre otras, hacen esfuerzos para apoyar las situaciones de pobreza y de exclusión social que viven muchas familias. Las políticas que se ponen en marcha son importantes y si no existieran, los problemas serían más grandes, pero se demuestran claramente insuficientes. Por poner un ejemplo, solamente en la Comunidad de Madrid más de 300.000 familias carecen de ningún tipo de ingreso periódico predecible, es decir, no obtienen ninguna renta del trabajo asegurada, no tienen ningún ni un ingreso mínimo vital y ninguna renta mínima autonómica que les proteja. Por tanto, la llamada de Cáritas a todas las administraciones es a seguir a responsabilizarse de la realidad de pobreza y de exclusión social de muchas familias y a construir unos servicios sociales adaptados al siglo XXI.
¿Cree que los planes del Gobierno, el reparto de los fondos europeos, pueden contribuir a paliar esta situación?
El llamado escudo social ha sido un instrumento importante, necesario, pero no suficiente para llegar a los colectivos más vulnerables. Gran parte de la población que acompañamos desde Cáritas no ha podido acogerse a los ERTE porque tenían una situación de inestabilidad laboral o de desempleo previa. Por tanto, esperamos que los próximos fondos europeos sí que tengan una orientación mucho más centrada en las personas más vulnerables. Necesitamos generar políticas y estrategias en el gasto social pensadas desde los que peor están. De alguna forma, eso es lo que evitará que estas personas permanezcan más tiempo en esas situaciones de exclusión social o de pobreza económica y puedan no cronificarse estas situaciones.
La recuperación prometida y las políticas expansivas decretadas por Europa están ahora en peligro por la guerra de Ucrania. Es peor la situación ahora mismo que la que relata el propio estudio, con el precio de la energía disparado…
Así es. La imagen que nosotros mostramos en el informe es la del año 2021. Los cambios que se están produciendo en la economía general y en el precio de aquellas materias primas elementales en la vida, están generando dificultades añadidas para las familias que ya estaban regular.
Si hablamos en términos generales, el IPC interanual ha subido aproximadamente un 15% de media en la cesta de la compra o en las condiciones de vida generales. Esto significa que se ha producido un incremento superior al 25% en la vivienda, de más del 6% en los alimentos, también un incremento importante en el transporte en torno al 12%... Todo esto de una forma estimativa, podría subir el gasto medio de una familia media en torno a los 100 euros. Estos 100 euros son algo posible y asumible para una clase media, pero es algo que desborda a cualquier familia que ya está pasándolo mal. Por tanto, toda la situación de carestía de los precios lo que viene es a ahondar más en las dificultades para llegar a final de mes de estas familias.
Ha mencionado el ingreso mínimo vital. ¿Está funcionando en Madrid?
Hay que reconocer que ha sido una medida necesaria e importante que veníamos reclamando en Cáritas desde finales de los años 90. Pero hay que añadir que el propio diseño y desarrollo del ingreso mínimo vital ha tenido y sigue teniendo deficiencias importantes. En La Comunidad de Madrid, solamente el 18% de las personas en pobreza severa son beneficiarias a día de hoy del ingreso mínimo vital y se han denegado aproximadamente el 75% de las solicitudes: de 170.000 solicitudes, solo 33.000 se han aprobado.
El ingreso mínimo vital tiene que seguir desarrollándose tanto en un diseño más comprensivo de las necesidades de las familias como en una aprobación y una ejecución mucho más rápida. Pero junto a esto, el ingreso mínimo vital tiene que verse apoyado, respaldado o cooperado por las rentas mínimas autonómicas. No podemos desinvertir ni un solo euro de los que se dedicaban a la renta mínima de inserción por complementariedad con el ingreso mínimo vital. Hay muchas familias que con el ingreso mínimo vital ni siquiera consiguen pagar el coste de la vivienda.
El estudio da una cifra de personas que están abandonadas por las instituciones y que ya no esperan nada de ellas.
Hay una parte de la sociedad que denominamos expulsada, que en la Comunidad de Madrid serían 275.000 personas que ocupan la cola de la exclusión social. Son las personas y las familias que más problemas acumulan, que más tiempo llevan en esa situación y que más desesperanza encuentran en estos momentos. A muchas de estas familias de la sociedad expulsada, les cuesta confiar en el resto de la sociedad. Ya no decimos de las administraciones públicas, les cuesta confiar en sus vecinos, les cuesta confiar en el resto de la sociedad.