La hasta ahora portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, ha anunciado este jueves que entrega el acta de diputada y, por tanto, se aparta de la primera línea de la política y vuelve a su trabajo como arquitecta. Monasterio ha hecho este anuncio en una comparecencia sin preguntas ante la prensa justo un día después de que el líder de Vox, Santiago Abascal, la destituyera como líder del partido de extrema derecha en Madrid.
Esa decisión, tal y como ha revelado la propia Monasterio, no se la trasladó el que ha sido compañero de partido desde que los dos se afiliaron a una formación que por aquel entonces no tenía representación política. No fue Abascal el que le comunicó su cese, fue el secretario general del partido, Ignacio Garriga, quien se lo trasladó.
En declaraciones a los periodistas, Monasterio ha recordado que “el de Vox Madrid era el único Comité Ejecutivo Provincial que quedaba en España votado y dirigido por todos sus afiliados” y ha enfatizado en que “estos afiliados componen el grupo más numeroso de todo Vox”. “El secretario general y el presidente tienen la potestad de nombrar a dedo al siguiente comité ejecutivo de Vox Madrid, gracias a las sucesivas enmiendas que se han ido presentando de nuestro estatuto”, ha asegurado.
Nueva portavoz de Vox Madrid, Isabel Pérez Moñino
Por lo tanto, Abascal decidió a dedo el nombre del sustituto de Monasterio. Se trata de José Antonio Fúster, uno de los perfiles que está ganando proyección en la calle Bambú, donde está la sede de Vox. Este diputado regional está al frente de la portavocía nacional de la formación y se encarga cada lunes de transmitir las conclusiones semanales del Comité de Acción Política, desbancando de este cargo al vicepresidente y secretario general del partido, Ignacio Garriga.
A juicio de Monasterio, la elección a dedo de su sustituto “deja en el olvido la democracia interna de los partidos” que al principio se defendía en Vox. “A la vista de que hoy no soy la persona de confianza del secretario ni del presidente me parece lógico y honesto entregar mi acta de diputada, cosa que formalizaré ahora mismo en el registro”, ha anunciado.
“La política para mí ha sido siempre un acto de servicio a España y a los españoles. Intentar aportar algo a la sociedad y no como un puestecito del que vivir eternamente. Retorno ahora a mi actividad privada donde es probable que haga más vivienda que la señora Ayuso en cuatro años”, ha aclarado.
Monasterio era una de las pocas fundadoras de Vox que todavía ostentaba poder orgánico en el partido. Su pérdida de galones en la formación política se suma a la salida de otros compañeros que formaron parte de la creación del partido y se han marchado desencantados con la gestión actual de la cúpula o arrinconados por la dirección, entre ellos, el marido de Monasterio, Iván Espinosa de lo Monteros.
La sustituta de Monasterio en los cara a cara con Isabel Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid será Isabel Pérez Moñino, portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Fuenlabrada (Madrid), tal y como ha desvelado Fúster a las pocas horas de que Monasterio anunciase su marcha. En un breve encuentro con los medios, el nuevo presidente de Vox Madrid ha asegurado que “no puede compartir” las interpretaciones que ha realizado la histórica dirigente de Vox del funcionamiento del partido.
Fúster ha querido agradecer la labor de su antecesora al frente del partido en Madrid. Al ser preguntado por las razones esgrimidas por la dirección del partido para destituir a Monasterio, el portavoz nacional del partido asegura que desconoce los motivos porque no estuvo presente en el encuentro en el que se tomó esa decisión. “Vox está por encima de cualquier persona”, ha asegurado al terminar su intervención.
Contribuyó al partido cuando el “espíritu de todos era limpio”
La ya ex lideresa madrileña del partido ha transmitido en sus declaraciones el sentir de algunos de los excompañeros de la formación, que han ido abandonado el partido en el último año y medio, al asegurar que ha “contribuido al partido desde su fundación, cuando las cosas eran difíciles, cuando el espíritu de todos era limpio y cuando el partido destacaba por la solvencia de muchos de sus miembros”.
Monasterio ha entrado hoy sonriente en la Asamblea de Madrid, escoltada por sus compañeros de grupo parlamentario. Dijo que estaba “encantada” y pasó al salón de plenos, donde preguntó a Ayuso por el problema de la vivienda.
La presidenta no quiso hacer sangre sobre la situación orgánica de su rival, que volvió a quejarse de los okupas y a defender la propiedad privada, en riesgo en España, a su entender. Fue lo más parecido a un debate racional, en el que los adversarios ponen en cuestión las cifras del otro, pero no se señalan como la encarnación del mal.
Nada más terminar su intervención ante los medios, en un declaración que llevaba escrita, Monasterio se ha dirigido al registro de la Asamblea para presentar su acta de diputada. Lo ha hecho arropada por cuatro compañeros—Jorge Cutillas, Javier Pérez Gallardo, Íñigo Henríquez de Luna e Ignacio Arias— que le han acompañado gran parte de los años que ha estado en el grupo regional del partido de extrema derecha.
Ni su sustituto ni ninguna de sus compañeras de grupo parlamentario han escoltado a Monasterio a realizar su último trámite como diputada autonómica. En su despedida, la ya ex lideresa del partido ha hecho gala de su característica ironía, al asegurar tras su cese que a lo mejor era, sin saberlo, “la directora del grupo jurídico en el Congreso”, una alusión velada al apoyo de Vox a la reforma legal que permitirá a presos con condenas cumplidas en el extranjero acumular sus penas para el cálculo del cumplimiento máximo.
La influencia de Monasterio en la política regional se había reducido mucho desde que el PP recuperó la mayoría absoluta el año pasado. Vox protestó airadamente por el control de la mesa de la Asamblea de Madrid sobre la comisión de vigilancia de las contrataciones, cuya presidencia abandonó en señal de protesta, y la propia Monasterio se vio envuelta en una polémica, que derivó en expediente sancionador, por votar por otro compañero durante un pleno, según ella por error. Se trató de “una cacería”, criticó en su momento. La pieza se la ha acabado cobrando Santiago Abascal.