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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Almeida no cambiará el protocolo de cierre de parques por calor en Madrid

La controversia sobre el cierre del Retiro y los otros ocho parques históricos de Madrid está, como toda la ciudad en plena ola de calor, que arde. La portavoz de Más Madrid en el Ayuntamiento de la capital, Rita Maestre, protestó en la mañana del pasado lunes 25 de julio por unas clausuras que durante el fin de semana pillaron de sorpresa a muchos ciudadanos.

“Tenemos un alcalde que desafía la lógica. Es de sentido común que los árboles dan sombra y bajan la temperatura. Pero Almeida parece no entenderlo y, con las altas temperaturas, sigue cerrando parques y cortando árboles”, denunció Maestre a través de su cuenta de Twitter. La portavoz del grupo se ha explayado en su postura en declaraciones para Somos Madrid: “No se entiende bien cómo se está aplicando el protocolo. Muchos de estos cierres son inexplicables y, además, no tenemos ningún dato sobre cómo están los árboles y de qué forma les está afectando la ola de calor. Se comunica que se cierran por calor, pero en realidad el protocolo es cuando haya altas temperaturas y viento”.  

Maestre hace referencia a un protocolo que está siendo el parapeto del consistorio madrileño a la hora de aplicar estos cierres: el Protocolo de actuación ante la previsión de situaciones meteorológicas excepcionalmente adversas y de gestión de incidencias causadas por el arbolado en los jardines del Buen Retiro de Madrid. Como reiteran a Somos Madrid desde el Área de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento, “fue aprobado de forma definitiva en la Junta de Gobierno del jueves 6 de junio de 2019, con el Gobierno municipal [de Carmena] en funciones”.

El objetivo es prevenir las incidencias que puedan producirse relacionadas con el riesgo de caídas de ramas o árboles. Para ello, se disponen las medidas de prevención necesarias en cada caso y se establece una metodología de actuación que organiza unos niveles de alerta a partir de umbrales por viento y nieve. Estas se refieren a la intensidad de las nevadas o la velocidad de las rachas máximas de viento, moduladas tanto por la previsión de temperatura máxima, que afecta a la caída de ramas, como por la humedad del suelo, que puede afectar a los árboles. Si, como este fin de semana, se alcanza la alerta roja, la probabilidad de caída de ramas y arbolado en los jardines es elevada y se procede a su cierre. Un procedimiento de actuación con el que no todo el mundo comulga.

“Carecemos de datos objetivos que lo avalen”, opinan en Más Madrid. “Ante la situación de emergencia climática que estamos viviendo, es obvio que hay que ver cómo se está aplicando este protocolo y qué cambios hay que hacer, no tiene sentido que en plena ola de calor se cierren los parques. Solo estaría justificado en caso de mucho viento, pero no siempre ha sido así”, explica Rita Maestre. Y añade: “Los parques tienen que estar abiertos porque actúan como refugios climáticos, los árboles dan sombra y refrescan. El ejemplo lo tenemos en París, que en mitad de esta ola de calor extrema mantiene 140 parques abiertos durante las 24 horas del día para garantizar que la población más vulnerable tenga espacios públicos frescos con sombra y vegetación”.

Sin embargo, el Ejecutivo que lidera José Luis Martínez-Almeida no se plantea intervenir el controvertido protocolo. “Está aprobado con criterios de seguridad, si no se prueba que hay menos riesgos no se va a modificar”, argumenta una fuente del Área de Medio y Movilidad consultada. En la misma línea apunta un tuit publicado por el delegado de dicha Área en el consistorio, Borja Carabante: “Durante 2020 (pre Filomena) hubo 13 alertas rojas: se cayeron 75 ramas y 10 árboles con los parques cerrados”, detalla en dicha publicación.

Rita Maestre pone en cuestión estas razones esgrimidas por el Ayunyamiento: “Lo que está claro es que al alcalde Almeida no le gustan los parques (fue lo único que hizo durante la pandemia, mantenerlos cerrados cuando ya se podía pasear por las calles y hacer deporte en el exterior). El problema es aún más profundo, porque tiene que ver con la necesidad de transformar las ciudades para adaptarlas al cambio climático y el problema es que el Gobierno de Almeida niega esta premisa. Almeida no quiere ni oír hablar del cambio climático”.  

“Nos encontramos en una situación todavía peor de lo esperado. Un trabajador municipal ha muerto, otro está grave y cientos de personas han fallecido por la ola de calor en nuestra ciudad. No se puede seguir negando lo que es una evidencia científica. Madrid tiene que empezar esta transformación que, además, traerá muchos beneficios añadidos: más calidad del aire, más zonas verdes, refugios climáticos, horarios adaptados a las temperaturas, patios de colegios con toldos para los más pequeños, fuentes y parques a pleno rendimiento”, sentencia la portavoz de Más Madrid.

En términos similares se ha expresado en declaraciones a los medios la portavoz socialista en el Ayuntamiento madrileño, Mar Espinar: “Es un sinsentido que en olas de calor cerremos los parques de esta ciudad, que son pocos pero tienen mucho arbolado y ayudan a sobrellevarlas. Ahora bien, teniendo en cuenta que este Ayuntamiento no hace nada por su mantenimiento, entiendo que se cierren ante el riesgo de un accidente. Quizás lo que habría que hacer es trabajar en este mantenimiento para que los parques sirvan de refugios climáticos”.

División ciudadana con un consenso: la desinformación

Entre los madrileños y las madrileñas preguntados por este medio, hay opiniones para todos los gustos. Coinciden, eso sí, en una cosa: las clausuras deberían anunciarse con más premura y de forma más eficiente. Cristina y Carla, dos chicas que acuden a un Retiro de nuevo abierto, admiten no ser expertas en logística ni seguridad, pero creen que en el Ayuntamiento podrían haber avisado antes y con más medios: “Vinimos el domingo y nos tuvimos que quedar en la puerta”, dice Cristina. Carla plantea que cierren solo determinadas zonas del parque y aquellas que no presenten problemas se mantengan abiertas.

Arantxa, sentada tranquilamente y a la sombra en un banco, es menos crítica: “En el Retiro tampoco hay muchas fuentes, así que el calor puede ser un poco peligroso. Es controvertido, pero es verdad que aunque sea un sitio para resguardarse si hay altas temperaturas, tampoco las va a mitigar mucho. Si además con el calor se rompen más fácilmente las ramas, pues lo comprendo”.

Los que no tenemos playa tendremos que seguir aguantándonos

Jaime, un señor que espera al autobús en la entrada del parque que da con la Puerta de Alcalá, reclama con ahínco el micrófono: “El calor mata, es verdad, pero a los que vinimos aquí sin saber nada del cierre nos hicieron una buena faena. En fin, los que no tenemos playa tendremos que seguir aguantándonos”.

La trágica historia detrás de un polémico protocolo

Como se encargan de recordar desde el consistorio cuando se les consulta esta cuestión, el origen de estos cierres se remonta a una serie de tragedias ocurridas en el Retiro: “En 2014 se produjeron dos hechos dramáticos que llevaron a poner en marcha el primer protocolo de actuación. En junio de aquel año, un hombre de 38 años falleció tras caerle encima una rama y una niña resultó herida un mes más tarde tras caer un árbol junto a un banco. En marzo de 2018 falleció un niño en El Retiro tras caerle encima un árbol. Se procedió a realizar una importante revisión del contenido del protocolo previo y se modificó”. 

Sin embargo, esta intención de evitar una nueva tragedia no impide que los cierres de este y los otros ocho parques históricos de la capital (El Capricho, los jardines de Sabatini, la Rosaleda del parque del Oeste, Juan Carlos I, Juan Pablo II, Quinta de Fuente del Berro, Quinta de los Molinos y Quinta Torre Arias) suelan ir acompañados de polémica, como ha vuelto a suceder este verano.

La situación deja además otros interrogantes: ¿qué pasa con el resto de parques que, por carecer de vallado, no se cierran a la ciudadanía (caso, por ejemplo, de la Dehesa de la Villa)? ¿Son un peligro público ante el cual los dirigentes madrileños no toman medidas? Parece que en Madrid la única sombra siempre al alcance de todo el mundo es la de la duda.