Un cadáver languidece desde hace años a las puertas de Madrid Río. Aunque cuenta con algunos negocios rentables en su parte exterior (el conocido circuito Carlos Sainz Center y algún restaurante de comida rápida), pasear por el interior del Centro Comercial La Ermita es recorrer un espacio fantasma, sin gente, con luces de navidad colocadas aún en su fachada y la mayoría de locales cerrados. Muchos desde hace años. Esperando un futuro mejor.
El futuro que han pensado para este espacio de casi 50.000 metros cuadrados sus propietarios, con el visto bueno del Ayuntamiento de Madrid, es muy distinto al de un centro comercial: el consistorio acaba de proponer una recalificación de los terrenos para permitir la construcción de 536 pisos distribuidos en varios edificios, dos de ellos unas torres de 21 y 28 pisos que se divisarán desde numerosos puntos del entorno de esta zona privilegiada de la capital. La operación generará enormes beneficios, según los documentos consultados por Somos Madrid.
Los números de la operación son claros: actualmente el centro comercial está valorado en 17,65 millones de euros y el consistorio calcula que el suelo transformado ascenderá a 81,78 millones, una vez descontados todos los costes de demolición y construcción. Casi cinco veces más de su actual valor. El aumento se conseguirá usando una herramienta habitual en cualquier pelotazo inmobiliario: recalificar el suelo que ahora tiene uso deportivo -menos valorado- para habilitar la construcción de viviendas.
El proyecto prevé distribuir 58.428 m2 de pisos en seis edificios, con entornos ajardinados. Una pequeña parte de ellas -15.726 m2- serán pisos con protección de precio limitado y el resto -42.702 m2- vivienda libre, sin ningún tope a su precio, que será elevado gracias a su privilegiada ubicación, a un paso de Madrid Río. En un entorno inmobiliario que está cambiando por completo, debido a los nuevos desarrollos que se levantan justo enfrente, sobre los terrenos del entorno Mahou-Calderón. En estas casas el proyecto prevé “incorporar segmentos jóvenes de unidades familiares del barrio y de nuevos residentes”, reza la documentación consultada por este periódico.
Para adornar la lucrativa propuesta inmobiliaria, el proyecto prevé crear una plaza central para ubicar una réplica de un emplazamiento del siglo XIX que quedaba cerca: la Quinta del Sordo, finca en la que residió el pintor Goya antes de su exilio. Debajo habrá un gran aparcamiento de casi 8.000 m2. En el entorno se abrirán calles para facilitar el paso desde la calle Sepúlveda y se añadirán 15.365 m2 de zonas verdes, en una zona en la que ya existen los parques de Caramuel y de la Cuña Verde de Latina. Además, están previstos otros 1.200 m2 de equipamiento privado sin definir.
El área de Desarrollo Urbano defiende esta “actuación de transformación” que dice estar basada “en el interés general y en los principios de desarrollo sostenible”, según la memoria del proyecto. El equipo de Almeida jusfitica la actuación porque “la edificación e instalaciones existentes, en las que conviven usos deportivos y terciarios comerciales con baja intensidad en su actividad, se considera obsoleta”, además de “un gran obstáculo a la permeabilidad del ámbito”.
Las dos torres
Uno de los elementos que han llamado más la atención del proyecto es la aparición de dos enormes torres de viviendas en las recreaciones. Contarán con 28 y 21 plantas alrededor de la plaza y serán visibles desde numerosos puntos de la ciudad. Albergarán exclusivamente pisos sin tope a sus precios, claves para conseguir las abultadas cifras de rentabilidad previstas.
El Ayuntamiento justifica levantar unas torres mucho más altas que los edificios que las rodean porque ya existen otras en la ribera del Manzanares, como las que flanquean el Puente de Segovia -21 pisos-, las del Edificio Praga -19 alturas- o la torre Riverside de Legazpi -23 plantas-. La prevista de 28 pisos batiría el récord en Madrid Río. El área de Desarrollo Urbano defiende su elevación en un informe de más de un centenar de páginas que concluye: “El impacto paisajístico final que la ordenación propuesta en su área de influencia visual se evalúa como moderado”, lo que excluye al proyecto del “desarrollo de medidas de integración paisajista”, asegura en el texto que acompaña al expediente, consultado por Somos Madrid.
El anuncio de la operación en la Ermita del Santo apareció discretamente en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid el pasado 22 de agosto, pero no fue hasta hace unos días, el 7 de septiembre, cuando un periódico -El Confidencial- se hizo eco, calificando el movimiento municipal de “pelotazo”. Ese mismo día, el delegado de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes (Ciudadanos), definió esta actuación de su área como “proyecto de regeneración urbana”, que tomará “el verde como elemento de unión de la trama urbana”. “Serán 50.000 m2 de nueva vida”, aseguró enlazando una noticia de El Mundo, mucho menos crítica con la actuación.
Algunos vecinos de la zona no tienen tan claro las bondades de una operación urbanística que cambiará la fisonomía de su barrio y se están organizando para presentar alegaciones al plan: “Este pelotazo trae masificación, más contaminación, más tráfico y colapso de los servicios públicos del barrio, ya de por sí insuficientes”, explican en un escrito distribuido esta semana, en el que recuerdan que el plazo para oponerse por escrito a la actuación acaba oficialmente el 2 de octubre.
Las alusiones al aumento de tráfico y contaminación vienen por la construcción prevista del citado gran aparcamiento subterráneo, el que irá bajo la plaza central. Será de titularidad municipal y podría albergar hasta 1.089 plazas, que son las que los equipos municipales calculan como necesarias para llevar a cabo la operación.
Detrás de esta operación está la empresa Espacio Ermita SL, una sociedad de capital venezolano que, con distintos cambios, fue constituida hace 21 años y tiene como administrador único a Alberto Enrique Finol Galué. El proyecto calcula que necesitará 156 millones de inversión en los próximos años para completar todo el desarrollo.
La operación de La Ermita se cocina desde la época de Ana Botella al frente de Cibeles, cuando se planteó la primera propuesta de recalificación para uso a residencial, con una primera exposición del proyecto a información pública, un par de meses antes de las elecciones. Pero la llegada a la alcaldía de Manuela Carmena truncó los planes. En el año 2016, el gobierno de Ahora Madrid descartaba el plan hasta lograr “una ponderación adecuada y suficiente de las necesidades públicas del entorno y de la adecuada combinación y equilibrio de los usos”.
Con Almeida en la alcaldía y Ciudadanos en el área de Desarrollo Urbano, la idea se retomó en el año 2020 y se hizo pública hace unos días, con el primer paso de exponer a la ciudadanía el proyecto. El proceso es largo todavía pero el Ayuntamiento trabaja para avanzar los plazos todo lo posible antes de las elecciones. Las obras de urbanización y edificación estarán completadas, según la memoria del proyecto, a partir del año 2030.