Los seres discontinuos: teatro con trasfondo humanista para pensar la era de la IA

En 2025 es imposible abrir las páginas de un periódico –digital o analógico–, darle al play en el reproductor de un podcast o tener una charla en la peluquería en la que no salga a relucir la inteligencia artificial. Apostol del cambio o amenaza apocalíptica, la tecnología se ha configurado en una nueva capa de nuestra realidad cotidiana sin que, sin embargo, haya sido aún muy abordada desde la sensibilidad artística.
Este fin de semana –durante tres días, de viernes a domingo– se representará en la sala Lagrada Los seres discontinuos, una pieza teatral que aborda el omnipresente tema de la inteligencia artificial con vocación de profundidad. La pone sobre las tablas de la sala de Arganzuela la compañía Attraverso, especializada en teatro y danza contemporánea, formada por Sabine Lane, Mónica Negueruela, Laura Lúa y María José Monroy.
La premisa de la obra es sencilla: “Cleo, jefa de recursos humanos, debe decidir despedir a un empleado idealista y sustituirlo por una inteligencia artificial”. A partir de ahí, el espectador asiste al intercambio de los dos personajes, interpretados por los actores Laura Lúa (Cleo) y Daniel Heras (Hipólito).

La obra ha sido escrita por Mónica Negueruela, que compagina la profesión de médico con la dramaturgia y la dirección de cortometrajes. “Las cosas deberían pasar en la cabeza del espectador”, explica refiriéndose a que es la obra es pura conversación, muy discursiva y para un público exigente.
Los seres discontinuos trata sobre cómo hay cualidades humanas que no pueden ser reemplazadas por una inteligencia artificial. La autora piensa que su profesión de médico podrá desempeñarla en unos años una inteligencia artificial en, pongamos, un 60 %. Algo parecido sucederá con las artes y el teatro, donde también entrará, aunque nunca de forma total.
“Pienso muchas veces en ese meme en el que un robot está creando y un humano, mientras, limpiando y pareciera que fuéramos catastróficamente hacia allí y no creo que sea necesariamente así. Es como si estuviéramos todos los humanos en una especie de caverna, la de Platón, a oscuras, y viniera una IA a iluminarnos y a mostrarnos la verdad…”, explica.
Negreruela asume que la IA ha venido para quedarse y puede sernos de utilidad. El miedo, dice, reside en que los humanos dejemos de saber contarnos. “A veces le pregunto a una amiga quién cree que sobreviviría en una isla desierta. Y a lo mejor me responde, pues el carnicero, que sabría cazar. Y yo le digo que no, que sobreviviría el que sepa contar historias.”
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