Churros desde 1883

Hacía muuucho tiempo que quería dedicarle una crónica a esta churrería, Madrid 1883, pero, justo cuando me decidí, a principios de febrero, comenzaron la reforma de su establecimiento. Así que nada, estamos en primavera y yo os propongo churros con chocolate, muy propio. Ahora que todos hablan de ensaladas y dietas veraniegas, yo os recomiendo una maravillosa bomba calórica. Claramente vivo a destiempo, espero entendáis mi descontrol; la vida traductoril es algo rarita.

Aparte del delicioso sabor de los churros y porras de este local, tengo también una sensación sonora vinculada al mismo. Una moto. Una moto que a las 6 de la mañana cruza Espíritu Santo y entra en el sueño profundo de esas horas mezclándose con el inconsciente y haciéndome protagonizar un Mad Max malasañero, convirtiéndome en un centauro motorizado o, en verano, horrorizada ante un enorme mosquito que viene a por mí (a aplastarme, no a picarme). Esa bendita moto abastecedora de churros y porras a horas tempranísimas constituye un extraño runrún narcótico.

Bueno, para acompañar esta visita, os dejo esta canción con su letrita, para que cantéis a lo loco y despertéis a todos los vecinos a mi salud (España es así, como el fútbol). ¿Por qué esta canción? Además de porque me gustaban Led Zeppelin (ahora los escucho menos), porque el chillido inicial me parece perfecto para que lo haga el repartidor y comience así sus recorridos tempraneros con plena energía. Y también porque yo diría que es un auténtico Overlord (Señor de Señores), por su ímpetu rumoroso, de la calle Espíritu Santo, si no del barrio de Malasaña.

Bueno, ahora vamos al meollo de la cuestión. La familia que aún hoy regenta esta churrería se ha dedicado a esta profesión (que por desgracia se está perdiendo) nada menos que desde 1883, de ahí su denominación. Generaciones y generaciones dedicadas a la elaboración artesanal de churros y en el resultado se nota, para mí son de los mejorcitos de Madrid; muy superiores, sin duda, a los que ofrecen en algunas churrerías reconocidísimas. Ya se sabe, «unos tienen la fama y… otros hacen los churros como debe ser». Nota: políticos corruptos (Spanish pleonasmo), en vez de llevarse el dinero público a sus bancos y paraísos fiscales, sería bueno si fomentasen, con ayudas, subvenciones y esas cositas, negocios como este, que mantienen vivas duras profesiones tradicionales (y, a fin de cuentas, muy patrióticas) ofreciendo una calidad intachable. ¡Sanguijuelas/rémoras flower power!

El local antes era la típica «fábrica de churros» con toda la maquinaria de acero para hacer churros a la vista, bastante gente, en un espacio reducido, trabajando, amasando, friendo, con un calor horrible en verano… Aquello era como una especie de fragua de una novela steampunk. Era curioso, era auténtico. Ahora han reformado y se han puesto más formales, pero la sustancia es la misma (y los precios también). El local lo han dejado niquelado: falso lucernario que aporta una luz que parece natural, gran ventana hacia cocina vista, mostrador ante modernas pantallas con la oferta gastronómica (churros [dulces y salados], porras, chocolate, café, patatas artesanas, Cola-cao, bollería, infusión, bocatas), máquina de chocolate, zona de mesas altas con taburetes y lámparas de hierro dando un toque antiguo. Muy bien pensado y todo muy práctico y apropiado para una churrería. Las fotos las realicé el día que abrieron de nuevo al público y todavía faltaban detalles como mesas en una zona y fotos antiguas (en blanco y negro) de la familia realizando este maravilloso trabajo años ha. Siento mucho no haber reflejado bien el local, pero bueno, así tenéis un acicate más para visitarlo.

Pedimos churros, porras y chocolate para llevar y la presentación es la que uno se espera de este tipo de establecimientos: bolsa de papel absorbeaceite y típico vaso takeaway. Ya sabéis que me gusta el ritual, así que luego traslado el chocolate a tazas adecuadas y con los churros y porras hago lo mismo (de ahí las fotos).

Pero, vamos por partes, empecemos con el chocolate a la taza (1,90 €). Brillo fantástico, textura maravillosa, crema sedosa con sabor más dulce que amargo. Chocolate delicado, antiguo, aromático. Riquísimo, se nota que la máquina funciona de maravilla y el chocolate es de calidad.

Luego tocan las porras, 4 (2 × 2 pers.), a 0,40 €/unidad. Su finísima y crocante capa exterior se quiebra en la boca para dar paso a un interior delicadamente esponjoso muestra de una perfecta fermentación. Marvellous. Y mojadas en el satén de chocolate, que aporta su gusto acaramelado a cacao y vainilla, aquello es gloria.

Y, para terminar, churros 8 (4 × 2 pers.), a 0,30 €/unidad. Masa perfectamente frita, sutilmente crujiente con interior delicadísimo y cremoso. Nada que ver con los duros bastones que se encuentra en algunos sitios. Espolvoreo azúcar, como en el caso anterior, para aportar un contraste dulce y granulado. Con el chocolate crean un todo que se deshace en la boca, aroma panadero, ¿canela? (el chocolate). Una delicia.

Los Humberts están ahí, agazapados, han venido a casa, algo raro en ellos. Humbert II ronca, pacífico. Humbert I me saluda y se va, dejando a Humbert II durmiendo. No los entiendo, pero eso me pasa con todo, de siempre, y cada día más.

Si lo que buscas son unos churros y porras estupendísimos (para mí los mejores que conozco en Madrid) y delicioso chocolate a un precio fantástico, este es el lugar. Además, ahora puedes disfrutar de un local muy agradable. La gente que trabaja en este establecimiento es muy amable, lo cual es un plus. ¡Ah y si sales por ahí, a partir de las 5.30 puedes rematar la noche a lo grande!

  • Madrid 1883, Calle Espíritu Santo 8 - tel. 91 521 86 32. Horario: todos los días de 5.30 a 13.30 y de 17.00 a 20.30. Facebook