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Greek and Shop, un griego totalmente polivalente

Me gustan los restaurantes-tiendas gastronómicos y éste es un ejemplo muy logrado. Creo que es una franquicia de la cadena de restaurantes Dionisos, y yo no soy muy dada a las cadenas de ningún tipo, pero debo hacer una excepción, ya que resulta un lugar francamente agradable y recomendable.

Como no sé nada de música griega o la que conozco está ya más vista que el TBO, prefiero señalaros alguna peli para acompañar nuestro viaje hacia una islita, en Malasaña, de este precioso país, lleno de historia, belleza, gente amable y buena gastronomía pero hundido económicamente por el salvajismo de los bárbaros (en el más amplio sentido de la palabra). Bueno, lo dicho, sugiero ver esta escena de Zorba el Griego, para ambientarnos y para empezar el año con alegría, bailando, tal como nos propone Anthony Quinn.

El local, reformado y decorado con mucho gusto, está compuesto por una barra donde se encuentran expuestos los ingredientes (pavo, cordero tipo kebab, salsas y verduras variadas) para crearte tu propio bocadillo tradicional (con panes de cereales diversos), de tipo pita o piadina. También se puede escoger alguno de los que ya están hechos, yo recomiendo el Andros (3,75 €), con pan de cereales, queso fresco Manouri, pavo con especias, tomate seco rehidratado y rúcula, riquísimo. Ofrecen igualmente diversas tartas, croissants (muy buenos, no son los típicos de confitería, de mantequilla, pero son suaves, leves y siempre están recién horneados, como el pan, que es excelente) y pasteles griegos salados. Proponen, por otra parte, desayunos, refrescos, cervezas, sorbetes, varios tipos de cafés y tes, yogur griego y helado de este último. Un sector de la barra da a la calle, para que la gente pueda comprar directamente sin entrar en la tienda y hacerse una comida callejera, algo todavía no muy extendido en España pero que resulta agradable y convierte el momento “parada para comer” en algo más informal y desenfadado. También tienen una zona de venta de pan y dulces griegos (colocados en las preciosas bandejas de llevar el café típicas de muchos países de Europa del Sur y el Norte de África, véase el segundo díptico). Separada por una pared móvil creada con azulejos hidráulicos en tonos azul y blanco, a modo de recordatorio de la bandera del país al que nos hemos trasladado, se encuentra el área dedicada a restaurante y tienda, donde se pueden descubrir todo tipo de productos griegos y alguno italiano y español (tal vez para llegar a un público más amplio): vinos (he probado algún tinto griego con muy buena relación calidad-precio), cervezas griegas, aceitunas kalamata, aceites aromatizados, dolmades (hojas de parra rellenas de arroz y/o carne picada/verduras), tomates secos, diversas “cremas” para dipear (tzatziki, tahini, etc.), pastas y muchas más cositas interesantes. Se puede encontrar también, en el área refrigerada, yogur griego (diversas versiones y tamaños) y quesos frescos, además de la oferta del menú para llevar o para tomar in situ. Sus propietarios, que podéis ver en el díptico a continuación, y el personal en general son todos encantadores y están perfectamente preparados para atender al montón de gente que a veces espera para que le preparen un bocata “a medida” o pedir cualquier otra cosa.

Bueno, yo había probado, en otras ocasiones, las cositas que os comenté previamente, esta vez (mil gracias M. por aconsejarme hacer la entrada sobre este sitio) me apetecía ver cómo era el menú completo, que incluye entrante, segundo plato, postre y refresco/cerveza/agua con gas (7,50 € entre semana y 9,50 € el fin de semana), en mi caso, dos menús, es decir 15 €. Compensa coger el menú si quieres probar cualquiera de los segundos platos, cuyo precio ronda, individualmente, los 5-8 €.

Entre los entrantes, había diversas cremas (tahini, tzatziki...) y ensaladas: griega (tomate, pimientos, pepino, cebolla, aceitunas y queso feta), atún (atún, lechuga, aguacate y cebolla), Gavdos (garbanzos, queso de cabra, tomate, cebolla, pimientos y orégano), alguna otra más y la que escogí para uno de los menús, la Patmos. Como ingredientes tenía tomates secos rehidratados, cuscús, queso feta, rúcula, pollo al curry y pasas, y estaba rica, le faltaba una gotita de condimento (yo le añadí un poco de concentrado de vinagre balsámico) pero la combinación era buena, el contraste entre el sabor intenso de los tomates y el dulce de las pasas le daba un toque muy especial.

El otro entrante que escogí fue el tzatziki, que lo he hecho alguna vez en casa y también lo he probado en Grecia y siempre me ha gustado. Una vez más, esta mezcla de pepino, yogur, ajo, sal y aceite, me ha encantado. La tomamos, en casa, con unos grissini, y ¡gloria bendita! (a pesar de mi obstinado ateísmo…). En la foto podéis observar que presentaba una aceituna kalamata, muy sabrosa, y el tipo de recipiente en el que vienen todos los platos del menú. Bueno, y también podéis ver a Humbert y Humbert, tan panchos, ahí sentados, como si toda su vida hubieran habitado en el tzatziki. Uno de los dos, el que estaba despierto, de nuevo nos felicitó el año y dijo que esperaba pudiéramos tener una comunicación más fluida; el otro roncaba suavemente. Después se fueron, Humbert I (el despierto) llevaba a Humbert II (el dormido) a rastras; me dio la sensación como si arrastrara un cadáver y di un respingo al verlos desaparecer de mi vista. No entiendo nada, pero voy a tratar de no darle importancia al asunto.

De segundos, entre otros, había pastitsio (que es un plato de pasta, tipo macarrones, con queso, salsa de tomate, bechamel y carne picada), dolmades (véase previamente), macarrones a la boloñesa, fideuá… bueno, una oferta que mezclaba un poco de cocina griega y de otras partes del mundo. Yo escogí dos platos tradicionalmente griegos: la mousaka y una especie de pastel de pollo que ellos llaman exhoico.

La mousaka, recalentada en el microondas, estaba buena. Como todas las mousakas llevaba, patata, carne picada, tomate, queso, bechamel y varias especias, pero ésta en lugar de berenjena incluía calabacín lo cual la hacía más suave. No era tan sabrosa como podría ser, pero, aún así estaba bien, se dejaba comer perfectamente, mucho mejor que algunas mousakas (realmente pesadas) que comí en su país de origen. Era una mousaka más ligera que la típica, como si fuera más de las islas de aquella nación, donde la comida es más liviana que en el continente.

El pastel de pollo exhoico estaba hecho con pasta filo y pollo rehogado con cebolla y zanahoria y condimentado con varias especias, entre las que destacaban la canela, la nuez moscada y el comino. Excelente, lleno de matices gracias a la mezcla de especias. Aunque la pasta filo en el microondas no queda muy bien (andaba con prisas y no me dio tiempo a calentar el horno normal), el conjunto resultaba realmente sabroso y diferente, exótico.

Y para terminar, aquí tenéis una escena de otra película griega, en este caso Canino, de Giorgos Lanthimos, sorprendente, muy dura, una metáfora de lo que puede llegar a ser la familia y sus códigos. Aquí el baile no es alegría, todo lo contrario. Pero bueno, la vida es eso, ¿no? Luces y sombras, y todo puede tener su belleza. Buaf, me he puesto profunda para los postres... ¡que conste que no era mi intención! En este apartado no había elección, tenían sólo ekmet kataifi, realizado con hojaldre, cabello de ángel, nata y canela. Para el que le guste el dulce, ¡perfecto! Era muy agradable su aroma a canela, pero yo, que soy únicamente chocolatera, solo lo probé. Se notaba la influencia de los países árabes en su dulzor, para mi gusto excesivo, para el de M. correcto.

¡Ah, para beber! Escogí dos aguas con gas. Yo no soy dada a refrescos, ni tampoco las cervezas (si no son artesanales) me fascinan y a M., como buen napolitano, sabía que le podría hacer gracia probar un agua con gas, bastaaaante gas, griega (Doumpiá).

Sin duda, recomiendo esta tienda-restaurante tanto para comprar productos griegos (tienen una amplia variedad) como para llevarte comida para casa (los bocadillos, con todo tipo de panes, excelentes, y la comida preparada también muy bien) o desayunar o comer en el propio local, que está bien guapo. Sabor, alimentos sanos, originalidad y excelente trato caracterizan la oferta de este lugar.

  • Greek and Shop, tienda, take away y restaurante, Calle Corredera Alta de San Pablo 9, Tels. 91 532 60 83 - 690 64 66 67. Horario de 9.00 a 00.00, todos los días de la semana.