“Palacios fue más importante que Gaudí. El segundo tuvo una mínima esfera de influencia en la arquitectura. Pero al gallego le siguieron muchísimos discípulos, fue profesor en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Hay un montón de edificios en la capital construidos a lo Palacios”. Lo afirma Álvaro Bonet, arquitecto y estudioso de la obra de Antonio Palacios (Porriño, 1874 - Madrid, 1945), una figura hasta ahora poco reivindicada pero que configuró buena parte de los iconos arquitectónicos madrileños.
El olvido al que le sometió la ciudad que acogió la parte más importante de su trabajo es evidente en Gran Vía, donde estos días se levanta la reproducción del templete que diseñó para la apertura del Metro en 1919 y que fue desmontada y trasladada en los años 70 porque Madrid prefirió convertir en asfalto para coches ese tramo de la Red de San Luis en lugar de conservar esta obra monumental, que ahora ha sido copiada para reivindicar su valor.
La lista de edificios que salieron de los planos de Palacios es larga, también los que levantaron sus seguidores. Aquí proponemos un paseo por algunos de los hitos más conocidos y por otros que no lo son tanto pero que dan buen ejemplo de la presencia constante del arquitecto de Porriño en las calles de Madrid.
Recorremos las obras de Antonio Palacios en el distrito de Chamberí de la mano de Bonet, probablemente el mayor conocedor de la obra de Palacios, del que acaba de publicar un libro sobre los dibujos con los que imaginaba sus edificios y proyectos. Se llama Trazar la mirada. Cuaderno de viaje de Antonio Palacios y este jueves lo presenta en uno de los templos civiles que levantó el arquitecto, el Círculo de Bellas Artes, a partir de las 19.00 horas.
Hospital de Jornaleros de Maudes
Es difícil elegir un edificio icónico de Antonio Palacios, que destaque por encima del resto. Entre los tres más conocidos, junto al Palacio de Telecomunicaciones en Cibeles y al Círculo de Bellas Artes en Alcalá, se puede citar sin duda el Hospital de Jornaleros de la calle Maudes. Construido desde 1908 en lo que entonces eran las afueras de Madrid, el edificio levanta sus torres esbelto en el cielo, formado por piedra caliza, granito y estructuras metálicas. “Aquí unió lo pesado y lo ligero”, comenta Bonet sobre los materiales constructivos. Tiene planta octogonal y varios brazos en los que se extienden las salas de lo que antiguamente fue un hospital de obreros con 150 camas y desde hace unos años y previa forma de algunas zonas se convirtió en la sede de la Consejería de Transportes de Madrid.
“Para el diseño siguió las normas higienistas de contar con mucha iluminación y ventilación, además de aprovechar la disposición de los pabellones, cuya diagonal ocupa la máxima dimensión de la parcela y crean cuñas de ajardinamiento”, vergeles para hacer más agradable a los enfermos la estancia hospitalaria.
El complejo incluía un detallado esquema de funcionamiento, con salas de cirugía en un extremo, una morgue en el sótano y acceso directo desde allí a la iglesia, que se puede visitar y contemplar allí las delicadas líneas de la arquitectura de Palacios y los detalles de las cerámicas de Zuloaga, que trabajaba por entonces con el arquitecto gallego. El templo está dedicado actualmente a Nuestra Señora del Silencio y es visitado frecuentemente por católicos sordos.
Cocheras de Cuatro Caminos
A poca distancia del Hospital de Maudes se encontraba hasta esta misma semana uno de los edificios históricos de Metro de Madrid: las Cocheras de Cuatro Caminos, el primer garaje y taller para los trenes de la compañía, inaugurada en 1919. Palacios era el arquitecto oficial de esta empresa y como tal supervisó el proyecto y participó en su diseño. Aunque su firma no aparece en la mayoría de documentos, Bonet da por hecha su autoría, presente en numerosos detalles constructivos.
En este proyecto el de Porriño creó un espacio industrial que mezclaba lo subterráneo con lo visible, pensando un lugar al que llegara cada convoy desde el subsuelo y accedieran a la superficie para ser reparados en unos hangares con dientes de sierra, típicamente industriales, que permitían la entrada de la luz solar a la vez que protegían la maquinaria.
Hoy no queda casi nada de aquello. Solo un muro lineal de 75 metros original protegido por el planeamiento y la boca de entrada a los túneles de Metro. El resto fue arrasado por las máquinas con el permiso del Ayuntamiento de Madrid, que permitió ejecutar la licencia de demolición pese a que una sentencia del TSJM puso en duda todo el planeamiento urbanístico sobre la parcela.
Fernández de la Hoz 70 y José Abascal 51
Bajando por el interior de Chamberí, en el barrio de Ríos Rosas, destacan dos edificios muy distintos entre sí que fueron levantados siguiendo los planos de Antonio Palacios. Se trata de dos construcciones de viviendas que compartían parcela y base de granito, en el cruce de las calles José Abascal con Fernández de la Hoz. Fueron encargados por G. Fernández de Villota, el mismo que le pidió el diseño para el futuro Banco Mercantil e Industrial de Alcalá 31.
El primero de los edificios, con fachada pintada de beis y compuesto de pisos destinados a clases más humildes, se construyó entre 1935 y 1936, aunque por la Guerra Civil no queda constancia documental más allá de una consulta del propio arquitecto al Ayuntamiento reclamando los planos, que se habían perdido. El segundo, con entrada por José Abascal, solo conserva su fachada, ya que los interiores han sido completamente reformados. Destacan detalles constructivos como la verja principal de entrada o el granito que rodea todo el complejo, de un tono clasicista y con pocos adornos.
“Palacios era de Porriño y allí todo se construye con granito”, comenta Bonet sobre la preferencia de este material para muchas de sus obras. “Él fue el precursor del uso de la piedra pulida en España, gracias a que su primo Octavio Ramilo compró una máquina que pulía granito”, añade.
Viriato 20 y 22
Caminando hacia el barrio de Trafalgar, pero sin salir de Chamberí, llegamos a otra pareja de edificios diseñada por Palacios en la calle Viriato. El primero, ubicado en el número 20, es alargado y resulta una cierta rareza dentro de su obra por no contar con los característicos derrames en las ventanas, unos acabados típicos en sus construcciones. Se levantó por encargo del doctor Emilio Rey, propietario de estas parcelas en lo que entonces era el ensanche de Madrid.
Los edificios cuentan todavía con rejería original de Palacios, que siempre prestaba mucha atención a estos añadidos que daban porte a sus trabajos. El del número 22 conserva estos detalles, así como carpinterías de la época de construcción -en 1925- e incluso vidrieras. Algunas de las imponentes viviendas de este lugar han podido ser contempladas en visitas guiadas que se organizan durante los festivales arquitectónicos de la capital, y cuenta Bonet que la maestría del diseño se podía apreciar en pequeños detalles como las escaleras que rodean al ascensor, en las que redondea algunos bordes y alarga otros para que el caminante no pierda el paso si las sube o baja agarrándose a la barandilla más cercana al hueco.
Otro ejemplo de arquitectura de viviendas de Antonio Palacios se puede encontrar en el reluciente edificio del número 6 de la Glorieta de Quevedo, donde en 1913 levantó un proyecto para pisos de alquiler.
Subestación eléctrica de Olid y estación de Chamberí
Como arquitecto del suburbano madrileño, Palacios facturó numerosos trabajos para la compañía. Algunos incluían edificios no especialmente vistosos como las subestaciones eléctricas de las calles Gonzalo de Córdoba y Olid. Aunque parece el mismo edificio que atraviesa la manzana situada entre ambas vías, se trata de dos construcciones, la segunda ampliación de la primera.
En ambas fachadas se aprecia el estilo de Palacios de grandes ventanales y puertas para un diseño muy funcional, que se construyó de 1926 (la parte de Olid) a 1929 (la de Gonzalo de Córdoba).
Años antes, Palacios había colaborado con Otamendi en el diseño de elementos de Metro de Madrid como el citado templete de Gran Vía, pero también en el detalle de todas las estaciones de la red del suburbano, a las que confirió gran personalidad gracias al azulejo biselado blanco, que utilizó para dar sensación de amplitud y claridad en un lugar que por estar bajo tierra apenas la tenía.
Aunque Metro está desterrando estos característicos azulejos en las reformas de sus paradas, todavía se pueden contemplar en algunos lugares como la estación de Bilbao, donde se conserva un hueco con anuncios de la época.
Aunque donde mejor se puede apreciar cómo era el suburbano que imaginó y creó Palacios es en la antigua estación de Chamberí, que ya no forma parte de la red pero que funciona como museo desde hace años. Allí se conservan los espacios tal y como los imaginó el arquitecto gallego y se aprecian detalles decorativos como las cerámicas que envolvían los anuncios de azulejos, cuyo diseño recuerda mucho a otros que encontramos al inicio de la visita, en el Hospital de Maudes.
Palacios en el corazón de Madrid
El paseo que proponemos acaba en Sagasta, calle donde el número 21 acoge otro edificio de viviendas que reformó Antonio Palacios en 1924, pero podría continuar mucho más allá. Mientras acabamos la charla con Álvaro Bonet en una cafetería, sus manos dibujan rápidamente sobre una servilleta un esquema del triángulo que forman Sol, Callao y la Gran Vía, llegando hasta Cibeles. Ahí va poniendo todos los edificios levantados por el gallego, que actualmente configuran la personalidad de la ciudad y la imagen que se lleva de ella el paseante.ca
La lista es enorme: Círculo de Bellas Artes, Palacio de Telecomunicaciones en Cibeles, Casa Palazuelo, Banco Español del Río de la Plata (hoy Instituto Cervantes), Casa Matesanz, Casino de Madrid, Banco Mercantil, Hotel Avenida... y eso que han desaparecido algunos muy característicos, como el Hotel Florida de Callao.
Los paseos siguiendo las huellas de Antonio Palacios por Madrid podrían ser infinitos. Una buena manera de continuarlos es en Instagram, en la cuenta Descubre a Palacios, donde Bonet sigue compartiendo información sobre el genial arquitecto gallego.