Nueva sorpresa en Ponzano, la calle con la obra preelectoral más polémica de Madrid. Esta vez a cuenta del trato que tendrán los árboles con la reforma: vecinos de esta zona denuncian que el Ayuntamiento ha cubierto con adoquines los nuevos alcorques creados durante los trabajos, de forma que no podrán desarrollarse completamente ni crecer de forma natural.
La solución adoptada por el consistorio es similar a la que utiliza cuando clausura alcorques para convertirlos en parte de la acera: colocar adoquines a medida para igualarlos con la cota de la acera. En este caso, sin embargo, sustituye la argamasa con la que los une por arena, que permite el paso del agua.
En el consistorio explican que los nuevos adoquines son “drenantes, idóneos para mantener en correctas condiciones de humedad las raíces de los árboles”, explican fuentes municipales a preguntas de Somos Madrid, que señala que la decisión de utilizar estas piedras fue considerada como “la más adecuada” por el departamento de Zonas Verdes, dada la posición de los alcorques dentro de la sección de la acera.
Las mismas fuentes explican que los árboles “son consolidados y no necesitan riego”, aunque Somos Madrid pudo comprobar in situ la existencia de algunos ejemplares más recientes cuyos troncos, además, parecían haber sido dañados durante las obras. El consistorio explica que en cualquier caso “se ha dejado una tubería de riego para cuando haya que plantar o reponer árboles jóvenes”.
“Piensan que es lo mismo un árbol que una farola”, lamenta el vecino que primero se quejó de los nuevos alcorques. Los partidos políticos de la oposición se han lanzado a criticar esta forma de cubrir la tierra alrededor de los árboles, con PSOE y Más Madrid a la cabeza de las objeciones. “Más espacio para terrazas, menos espacio para los árboles”, aseguraba Rita Maestre haciendo referencia a que la ampliación del espacio peatonal podrá ser llenada por las terrazas de las decenas de bares que pueblan la calle.
Los vecinos temen que esta reforma urbanística se esté ejecutando para conceder a la hostelería la posibilidad de instalar terrazas permanentes, algo que hasta ahora impedía el ancho de acera existente.
El Ayuntamiento defiende que lo alcorques adoquinados mejorarán la accesibilidad y explica que la actuación no ha finalizado: “Aún queda por rebajar el adoquín para dejar un espacio con el tronco de los árboles”, apuntan las mismas fuentes.
Un paseo por otras obras recientes del consistorio en la zona permite ver cómo la solución adoptada en Ponzano es muy distinta a la que se ejecuta en calles como Galileo (Chamberí) o Montserrat (Malasaña) donde pese a presentar distintos anchos de acera, se ha conservado la tierra alrededor de los troncos, tanto de árboles jóvenes como de consolidados.
Los vecinos enmarcan estos alcorques como la última “chapuza” dentro de unas obras que acumulan ya bastantes desatinos, desde roturas de agua hasta deficientes señalizaciones y vías alternativas, que han provocado numerosas y graves caídas entre los viandantes.
La penúltima chapuza la señalaba este jueves el concejal socialista Ignacio Benito: el pavimento que marca los caminos a los invidentes desembocando en una farola.