Vivimos en Chamberí, el barrio más castizo; vivimos en Chamberí, en el puro centro de Madrid; vivimos en Chamberí, concretamente en Trafalgar, donde se encuentra uno de los metros cuadrados más caros y cotizados de Madrid. Allí donde dicen que el Ayuntamiento invierte más, allí donde tener un piso es de envidiar.
Pero resulta que vivimos en Chamberí, donde una bolsa de basura esparcida por la acera de Raimundo Lulio puede estar una semana sin que se limpie, donde no existe un metro cuadrado de césped, donde los escasos espacios de juego infantil, como la plaza de Olavide o de Chamberí, tienen columpios con mucha historia. Tanta que debieron ver pasar a varias generaciones porque se caen a pedazos en una imagen que deja escasa la palabra decadencia. Donde la arena de esos parques oculta sorpresas como colillas y desperdicios de comida, donde corre libre la fauna autóctona de nuestra ciudad. Porque sí, aunque cueste creerlo, entre los juegos de nuestros niños y niñas corretean las ratas y hacen sus necesidades en nuestra querida Plaza de Olavide. Y lejos de ser un secreto, se lleva denunciando desde el mes de mayo y ahí siguen. Junto a las latas de cerveza tiradas entre los arbustos, donde los niños y niñas juegan al escondite, y que nadie recoge.
Vivimos en Chamberí, y podemos disfrutar de su mítica plaza. Allí no sólo los “históricos” columpios son abarrotados por niños y niñas en hora punta, sino que en verano también son frecuentados por multitud de avispas, pero tenemos la suerte de poder tomarnos algo a un precio más que desorbitado en una de sus terrazas y “disfrutar” nuevamente de la fauna de la ciudad, ya que decenas de palomas, muchas visiblemente enfermas, no dudan en lanzarse a tu mesa y encima de tus hijos e hijas.
Vivimos en Chamberí, por favor haced honor a la historia de este barrio y dadle un mínimo de salubridad para nuestros niños y niñas antes de que por obligación, las familias lo abandonemos.
Firma: Irene Alonso