El pasado 28 de Junio la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid acordó aprobar inicialmente el Plan Parcial del ámbito APR.07.02-M “METRO CUATRO CAMINOS”, más comúnmente conocido como Las Cocheras de Cuatro Caminos o Depósito 1 de Metro.
En este lugar se ubican las históricas Cocheras del Metro de Madrid que surgieron como parte de las obras de la primera línea que conectó Cuatro Caminos con la Puerta de Sol y que tenían como función la de almacén y taller de los trenes. Se trata de unas naves construidas en 1919 bajo la dirección del famoso arquitecto madrileño Antonio Palacios, autor de emblemáticos edificios de la capital como el Palacio de Correos o el Círculo de Bellas Artes.
El Plan aprobado supondría la desaparición de estas naves históricas, lo que ha generado un rechazo vecinal importante, así como la oposición de asociaciones en defensa del Patrimonio como Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, Corazón Verde Chamberí, Sociedad Metropolitano Histórico de Madrid o el surgimiento de otras ex profeso para la defensa de este lugar como Salvemos Cuatro Caminos.
Dichas asociaciones han trabajado arduamente por divulgar el valor del enclave, por su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) por la Comunidad de Madrid, lo que las protegería automáticamente de cualquier posible desarrollo, así como por dar forma a una de las peticiones populares más representativas como es la de elaborar una propuesta museográfica detallada para convertir este lugar en Museo del Metro de Madrid, del cual sorprende que Madrid carezca encontrándose entre los diez sistemas de suburbano más antiguo de Europa.
¿QUÉ DICE AL RESPECTO EL PLAN GENERAL DE MADRID?
La destrucción de este patrimonio hunde sus raíces en el Plan General de Madrid de 1997 (PGOUM), el cual entendió este lugar como un mero obstáculo urbano y como un suelo de oportunidad a desarrollar. El citado Plan Parcial que se ha entregado ahora a la Administración es el documento que tiene la obligación de diseñar pormenorizadamente el ámbito siguiendo las estrategias generales definidas en aquél y que fijó el Ayuntamiento de Madrid hace veintiún años.
En el PGOUM se ordenaba literalmente “liberar una gran superficie próxima a Cuatro Caminos, desdoblar el intercambiador bajo la Glorieta, la sutura de la trama urbana y la obtención de amplias zonas verdes públicas”, sin ninguna mención a las valiosas naves que en él se ubican.
Más adelante, en 2014 se aprobó una Modificación del Plan General que básicamente cambiaba la delimitación del ámbito reduciendo su superficie pero aumentando considerablemente la edificabilidad de 42.186 m² hasta 62.510 m² edificables incrementándose también las dotaciones hasta un mínimo de 27.560 m². Se añadió además entre los objetivos una indicación mucho más concreta: “Transformación urbana como resultado de la eliminación en superficie de las cocheras e instalaciones infraestructurales de la compañía Metro de Madrid S.A., soterramiento de todas estas instalaciones”, quedando así fijada en los objetivos la desaparición de los centenarios talleres.
¿QUIÉN ES EL PROPIETARIO DE LOS TERRENOS?
Todo quedaba así bien atado para que Metro, propietaria hasta el momento del suelo, pudiera subastar los terrenos, finalmente adquiridos por la Cooperativa Residencial Metropolitan, gestionada por el Grupo Ibosa, que como nueva propietaria del suelo se encontraba en su derecho de iniciar la redacción del Plan Parcial y presentarlo ante la Administración municipal, para lo cual se contrató al estudio de arquitectura “Taller de Ideas”, codirigido por Carlos Lahoz Palacio, vicedecano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), en cuya sede se han organizado varios debates acerca del valor patrimonial de las Cocheras.
¿PUEDO PARTICIPAR EN EL PROCESO?
Este documento es el que, tras la aprobación inicial por parte de la Junta de Gobierno, se encuentra en exposición pública hasta el 6 de agosto, el cual se puede consultar en este enlace. Cualquier ciudadano puede revisarlo y plantear, si así lo desea, las alegaciones que estime oportunas, estando el Ayuntamiento obligado a contestar de forma individualizada y razonada a cada persona, indicando si se estiman o no sus consideraciones. Cualquier interesado puede así, teóricamente, introducir correcciones y modificaciones al Plan.
Desde el punto de vista de la participación ciudadana es un procedimiento bastante limitado y se produce en un momento en el que el documento se encuentra relativamente encajado. Además, exige un conocimiento amplio en urbanismo resultando farragoso y poco didáctico. Pero en el caso que nos ocupa, algunos defectos del Plan son tan evidentes que será difícil no incidir en la resolución final, sumado al gran número de alegaciones que se esperan dada la fuerza del movimiento vecinal que ha surgido en torno a las Cocheras.
¿QUÉ PASA DESPUÉS?
Una vez terminado este proceso e introducidas las correcciones pertinentes fruto de las alegaciones, el documento se someterá a la votación del Pleno del Ayuntamiento, ente encargado de aprobarlo definitivamente a no ser que existan modificaciones tan importantes que sea necesaria una nueva aprobación inicial.
Previsiblemente, la votación saldrá adelante con el apoyo del Partido Popular, históricos defensores del proyecto y en cuyo mandato se modificó el PGOUM y se iniciaron las tramitaciones, así como con el de Ciudadanos.
Todo parece indicar que el PSOE se opondrá alegando que es posible la compatibilidad entre la conservación de las Cocheras y el desarrollo urbanístico mientras que el Grupo de Ahora Madrid volverá a encontrase votando a favor con compañeros de viaje que le son extraños, excepto en las decisiones urbanísticas de los últimos tiempos (Taller de Precisión de Artillería, Convento de las Descalzas, Canalejas, etc.), lo que aparentemente provocará una nueva fractura entre los concejales, apelando unos a la responsabilidad institucional para apoyarlo y otros a las reivindicaciones vecinales y la defensa del patrimonio para oponerse.
DESGRANANDO EL PLAN PARCIAL
Un Plan Parcial puede convertirse en un verdadero laberinto para los no iniciados por su lenguaje hermético y técnico por lo que hemos intentado desgranar los aspectos más relevantes y controvertidos de cara a la exposición pública actualmente en curso.
PATRIMONIO EN PELIGRO
Como señalábamos anteriormente, el desarrollo del Plan Parcial tendrá como consecuencia directa la desaparición de las Cocheras de Cuatro Caminos, obra de Antonio Palacios.
¿QUÉ OPINA LA DIRECCIÓN GENERAL DE PATRIMONIO CULTURAL?
En el desarrollo del documento, el Ayuntamiento de Madrid, cumpliendo con sus obligaciones, solicitó un informe a la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, dirigida por Paloma Sobrini, para evaluar las piezas de la parcela que pudieran ser susceptibles de protección.
La contestación obtenida se limita a catalogar tres elementos perimetrales: la embocadura del túnel, los restos de fachada de la Casa Tuduri a la calle Esquilache y el cerramiento lateral de la nave-cochera a la misma calle.
Sin embargo, del informe rubricado por la Directora General, sorprende la falta de rigor histórico y documental de aseveraciones como: “Aunque en algunas fuentes aparecen parte de dichas construcciones como obra del arquitecto Antonio Palacios, en realidad se trata de construcciones de otros técnicos del equipo contratado por Metro de Madrid, aunque no pueda descartarse algún tipo de supervisión por parte del arquitecto de Porriño.” ¿De cuáles se trata? ¿Por qué “en realidad”? ¿Son falsas esas fuentes?
La sensación tras la lectura del informe es la de estar ante una inversión en la jerarquía que marcan las leyes de patrimonio, anteponiendo los intereses particulares a la riqueza colectiva que suponen los vestigios de nuestra historia compartida, protegiéndose únicamente los elementos que no dificultan el desarrollo urbanístico.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE CONSERVAR LAS COCHERAS?
Pero incluso si no aparecieran las firmas de Palacios en los planos originales, la discusión sobre su grado exacto de implicación se antoja secundaria. Sostener la importancia del patrimonio en base a la celebridad de sus autores obvia la incidencia urbana y social que un lugar cómo este tuvo en el conjunto de la ciudad.
El riesgo, como está ocurriendo con las Cocheras, es que el debate se centre en el nivel de singularidad de su arquitectura produciéndose un efecto de distracción que empaña todas las claves que encierra el lugar para entender el Madrid de hace cien años y por tanto el Madrid de hoy. Es preciso pasar de una perspectiva de la conservación basada en los objetos de catálogo a una mirada relacional, atenta a los vínculos inmateriales de tipo cultural. Una mirada que sustituya también como protagonistas a los grandes autores por la gente corriente.
Por otra parte, el desarrollo de la operación representa un paso más en la dirección de convertir nuestra ciudad en un “no-lugar”: un espacio anodino, sin identidad, significado ni memoria; en homologarla a la ciudad global y genérica a costa de destruir un paisaje singular preexistente cargado de historia y simbolismo, el cual se podría estudiar y conservar en un fantástico Museo que nos hablara del pasado industrial de Madrid. La historia de los orígenes y vida del suburbano es tan rica como el orgullo de los madrileños por su Metro.
Pero como bien apuntan los arquitectos Zaida Muxi y Josep Maria Montaner, el sistema urbanístico no es sensible a estos aspectos y permite hacer “tabula rasa” con las preexistencias de un lugar, favoreciendo “un proceso de impostación de una falsa memoria sobre la existente”, “brindando a los promotores inmobiliarios terrenos limpios y libres de toda construcción”.
LA TORRE
La torre propuesta en el Plan Parcial constituye el principal elemento de distracción, no sólo por su altura sino porque a priori infringe la normativa. Si el grado de autoría de Palacios es lo que nos despista respecto de la memoria preexistente, la torre es el símbolo que resume todos los valores de la ciudad genérica que se desea implantar en sustitución de la anterior y por ello se ha convertido también en el centro de las críticas vecinales.
Esta construcción, denominada ya popularmente como la “Horrotorre”, constará de 32 plantas y 92 metros de altura, superando a emblemáticos edificios como la Torre de Valencia ubicada a las puertas del Retiro o al Edificio Telefónica de Gran Vía.
¿CÓMO SE HA “LEGALIZADO” LA TORRE?
El motivo por el que la torre estaría infringiendo las normas es que el PGOUM fija una altura máxima para este edificio de 20 plantas más ático. Sin embargo, para legalizarla se ha recurrido a la fórmula establecida en el artículo 47.3 de la Ley del Suelo de Madrid, el cual permite al Plan Parcial modificar determinaciones pormenorizadas definidas por el Plan General, y la altura y volumetría de la edificación entran en esta categoría.
El problema reside en que para que tenga validez esa modificación se ha de justificar que supone el “incremento de la calidad ambiental de los espacios urbanos de uso colectivo o la mejora de las dotaciones públicas” y en ningún caso la torre ofrece nada parecido. El razonamiento utilizado es que se tuvo que recortar la parcela de la torre para favorecer la permeabilidad urbana y se mejoraba el soleamiento sobre la zona verde central.
REDUCCIÓN DE LA HUELLA
Respecto al recorte, éste implicaría una modificación de las alineaciones (o bordes) de la parcela, que aparte de imperceptible en los planos, constituiría un cambio de la misma categoría que la altura de la torre por lo que necesitaría estar justificado en los mismos términos y ni si quiera se menciona.
EL ESTUDIO DE SOLEAMIENTO
El argumento del soleamiento cae por su propio peso al leer el Anexo 10 del Plan: Estudio de Soleamiento. Se puede apreciar cómo por las tardes habrá mayor sombra en invierno sobre la zona verde y mayor soleamiento en verano. La sombra alcanzará tanto al Parque de Santander como a la Glorieta de Cuatro Caminos en determinadas épocas del año.
Las conclusiones del estudio no atienden al espacio público, únicamente responden a la sombra arrojada sobre la edificación próxima cuyos vecinos verán cómo ésta cae sobre ellos precisamente en invierno. Podemos encontrar incluso la comparativa entre la sombra proyectada sobre el futuro parque de un edifico de 20 plantas y la torre, y aunque se afirma que mejora el soleamiento en las tardes, podemos observar que la sombra sobre el mismo es prácticamente idéntica.
¿DESDE DÓNDE PODRÁ VERSE LA TORRE?
Otra de las razones por las que esta edificación en altura se ha ganado el descrédito de muchos vecinos es el impacto visual que supondrá sobre el paisaje urbano. El Plan Parcial, lejos de reivindicar la torre como un elemento icónico e identitario para el barrio, como el símbolo de la operación que viene a sustituir la memoria preexistente por una nueva, se intenta justificar constantemente, conocedor de los valores negativos que simboliza una torre en el imaginario colectivo popular y a sabiendas de lo poco integrada que se verá en el entorno.
Por un lado, se la define como “icono local” desde el punto de vista de su impacto visual mientras que en la página siguiente se nos informa de que su efecto sobre el skyline de Madrid será “muy puntual”, ya que será “apreciable solamente desde los accesos occidentales a la capital”, lo cual no parece despreciable a pesar del vocabulario amable y la gramática desenfadada.
UN LENGUAJE POCO HONESTO
Este tipo de lenguaje disimulado y poco honesto, el mismo que se utiliza para ensalzar la “ligereza, transparencia e integración en el entorno” de la torre, es el común a lo largo de todo el extenso documento y el típico en la cultura urbanística reciente, sirviendo en la mayoría de las ocasiones para disfrazar la realidad, enmascarar situaciones polémicas e intentar apaciguar rechazos. Pero esto no es casual, como señala el urbanista Jordi Borja: “Es necesario combatir las palabras, los seudoconceptos que oscurecen la realidad y justifican los desmanes urbanísticos”.
EL ESPACIO PÚBLICO Y LA TRAMA URBANA
El diseño urbano del espacio público en el Plan Parcial parece no tener pega, hasta que introducimos las tres dimensiones. Uno de los objetivos que pretende conseguir el PGOUM en el ámbito de las Cocheras es el de terminar de coser ese trozo de la ciudad mediante la eliminación de lo que entiende como un obstáculo en la trama urbana.
¿ES POSIBLE UN PARQUE ENCIMA DE UNA LOSA DE HORMIGÓN?
Si sólo nos fijásemos en los planos en planta de la actuación podríamos apreciar nuevas conexiones entre las calles aledañas y recorridos sin fondos de saco como en la situación actual, pero todo se complica al fijarnos en las secciones, en la topografía y en las rasantes de la propuesta.
La zona verde, al ser en realidad una losa que hace de techo de las instalaciones de Metro soterradas bajo ella, genera importantes desfases entre los niveles de las calles y su propia superficie. Si los recorridos de acceso no son evidentes y suponen importantes desniveles la gente tenderá a no utilizarlos, el parque puede acabar infrautilizado y desvirtuado. El intento de sutura urbana, por no mencionar el cumplimiento de las normas de accesibilidad universal para personas con movilidad reducida, no se resuelven con la propuesta actual.
Si bien parece que todo funciona desde el acceso de la calle de Reina Victoria, en los recorridos transversales aparecen escaleras y desniveles que no se pueden calificar de “permeables”, como el que supondría la prolongación de la calle Virgen de Nieva. En la calle Esquilache se propone incluso elevar la cota de la calle existente para reducir el desnivel. En la nueva vía que unirá la Avenida de Pablo Iglesias con Bravo Murillo, al sur de la zona verde, la diferencia de cotas entre ésta y la calle será de hasta siete metros, desnivel resuelto con un sistema de rampas y escaleras difícil de calificar como cómodo y evidente al tener que salvar el equivalente a dos o tres pisos de altura. Son los desfases lógicos que surgen al intentar amoldar una losa rígida de hormigón, sobre la que además se pretende dejar crecer vegetación reservando un manto de tierra de 80 cm de profundidad sobre ella, a un terreno en desnivel e irregular.
La imagen de esta losa, cubierta del dudoso manto verde en un intento de mostrarse un poco más amable, no deja de ser la materialización de la “tabula rasa”, de una operación de borrón y cuenta nueva sobre las preexistencias del lugar, convirtiéndose en la metáfora perfecta del alzheimer programado al que quedará sometida esta parte de Madrid, asimilándose más que a un parque, a una lápida sin epitafio.
¿QUÉ VA A PASAR AHORA?
¿Existe la posibilidad de que el desarrollo de los acontecimientos nos lleve por caminos distintos a la aprobación definitiva del Plan tal y como lo conocemos ahora mismo? Todo depende del equilibrio de fuerzas en el momento de la aprobación definitiva por el Pleno del Ayuntamiento.
La presión vecinal es cada vez más fuerte ante la inminencia de la destrucción de las Cocheras pero el documento está cada vez más cerrado y acordado con los técnicos de la administración. La resistencia de los cooperativistas es feroz ante la posibilidad de ver fracasado su negocio, pero los defectos del plan son evidentes y las alegaciones que se van a producir parecen muy razonables y difíciles de desestimar con argumentos objetivos.
Además, existen varios recursos contencioso-administrativos en relación a la declaración de las Cocheras como Bien de Interés Cultural interpuestos por asociaciones como Madrid, Ciudadanía y Patrimonio que se resolverán a la vuelta del verano y que podrían dar un vuelco a la situación.
El Ayuntamiento, en un giro de ciento ochenta grados en su postura, podría empezar a poner trabas para bloquear la operación y mientras pelear la declaración de BIC en la Comunidad de Madrid, lo que le llevaría a largos procesos en los tribunales e indemnizaciones millonarias que quizá bien valdrían para salvar una parte de la historia de Madrid.
¿SE PUEDE COMPATIBILIZAR LA CONSERVACIÓN DE LAS COCHERAS CON EL DESARROLLO URBANÍSTICO?
Paradójicamente, la misma fórmula que se utiliza para hacer que la torre cumpla serviría para legitimar urbanísticamente el deseado Museo de Metro en la Cocheras por lo que la alternativa de la compatibilidad podría convertirse en el antídoto contra el envenenado dardo que ha supuesto esta heredada operación para el Ayuntamiento del cambio.
Reconociendo el avanzado estado de los trámites legales y dada la correlación de fuerzas actual, Ahora Madrid, o más bien el Concejal de Desarrollo Urbano Sostenible, José Manuel Calvo, podrían conciliar su miedo a ser acusados de paralizar las operaciones urbanísticas de la capital con la permeabilidad hacia la contestación vecinal y la defensa y promoción del patrimonio.
La justificación técnica es sencilla. Ahora mismo el PGOUM exige 16.026 m² de zona verde para la que no hay espacio si se mantienen las naves de talleres. Sin embargo, el artículo 47.3 de la Ley del Suelo de Madrid permitiría reducir ese requisito si a cambio se compensa como suelo dotacional para albergar el Museo, estando en este caso más que justificada “la mejora de las dotaciones públicas, sea mediante la ampliación de éstas o de la capacidad de servicio y funcionalidad de las ya previstas.”
Por tanto, es cuestión de decidir si se prefiere contribuir a la destrucción del patrimonio o a su conservación. La defensa de las Cocheras no sería un camino solitario. En ella se podrían encontrar previsiblemente como compañeros de viaje el Ayuntamiento, las asociaciones vecinales y en defensa del patrimonio así como el PSOE, aliados políticos naturales de Ahora Madrid, quienes abogan, en teoría, por la compatibilidad entre la conservación de las Cocheras y el desarrollo de la edificabilidad.
Urbanísticamente es perfectamente viable y parece el momento oportuno, recogiendo el guante de las alegaciones que se van a presentar y encontrándose inmersos en el procedimiento entre la aprobación inicial y la definitiva.
VERTICAL CONTRA HORIZONTAL
En definitiva, el desarrollo del ámbito de Cuatro Caminos representa un conflicto urbano y como tal es un problema político que vincula a toda la ciudadanía en tanto que disputa por el modelo de convivencia en común, y por tanto de ciudad, por el que cada grupo pelea. A pesar de tratarse de un procedimiento urbanístico complejo, hay márgenes de actuación en distintas direcciones, pero todo depende del modelo de ciudad que elija el Ayuntamiento y el modo de producirla que sea capaz de implementar.
El debate por las Cocheras va más allá de las cerchas de las naves, de Antonio Palacios, de la torre, de la losa de hormigón, etc. Estamos presenciando una batalla entre lo vertical y lo horizontal; entre la torre y las Cocheras; entre un modo de hacer ciudad jerárquico, sordo y otro participativo, callado; entre la ciudad global y la identidad local; entre lo genérico y la historia; entre el interés privado y el público; entre el descuido y los cuidados…
Y de esta batalla sorprende, de momento, un Gobierno Municipal alineado con la parte ganadora, falto de imaginación y alternativas, empujado por la inercia de los procedimientos urbanísticos, prefigurados para llevar a los náufragos de valentía y creatividad hasta las orillas de la desmemoria y el olvido.
Firma: José María Sánchez Laforet, arquitecto-urbanista