“Dar de beber al sediento” es una de esas frases que a poco que hayamos pisado una iglesia, o incluso sin haberlo hecho, habremos oído alguna vez como una máxima a cumplir. Los más avanzados en materia religiosa podrán saber también que es una de las siete obras corporales de misericordia surgidas del listado realizado por Jesucristo en su descripción del Juicio Final.
Dejando a un lado cualquier connotación religiosa, es una acción que cualquier persona de bien debería tener presente y, especialmente en esta época de pandemia, muchas fuentes públicas sin servicio y calor exagerado, es una necesidad que desde la ermita del Humilladero Virgen de la Soledad, en plena calle Fuencarral, se han propuesto cubrir.
Gracias a un acuerdo entre la Asociación Mensajeros de la Paz y la Fundación Mahou San Miguel, desde este céntrico emplazamiento y desde este pasado viernes, se han empezado a repartir miles de botellas de agua a los sintecho.
La iniciativa parte del Padre Ángel, tras escuchar las necesidades de muchos de los usuarios de la iglesia de San Antón, que le relataron la sed que sufrían al haber sido cortado el servicio de muchas fuentes de agua potable de la capital en mitad con motivo de la lucha contra al coronavirus.
“Que no falte agua… En Madrid existen fuentes con agua potable pero con esto de la epidemia han tenido que cerrarlas. Una de las grandes necesidades que hay ahora, sobre todo los sintecho, las personas que no tienen hogar, es conseguir un trago de agua y de ahí nace esta iniciativa”, comenta el padre Ángel.
Esta necesidad, entre otras cosas, es bien conocida por las personas sin hogar que suelen pasar el día en la cercana plaza del Dos de Mayo, donde la fuente allí instalada lleva meses sin servicio. Cada quien trata de combatirla como puede: la mayoría cuenta con una botella de plástico vacía y se las apañan para que algún camarero de los bares del entorno se la rellene, pero cuentan que tampoco pueden estar todo el día pidiéndoles favores y lamentan que, aún costando poco, no les es posible estar comprando agua embotellada constantemente.
“Para nosotros la única solución posible es que pongan ya en funcionamiento la fuente de la plaza”, comenta a este periódico una de estas personas.
Sobre este aspecto, el padre Ángel da un pequeño tirón de orejas a los poderes públicos: “Es curioso, no sé por qué no pudieron prever que dejarían sin agua a estas personas. A veces, en las fiestas como las de San Nicolás o el Santísimo suelen ir camiones con botellas de agua para dar a la gente y evitar los golpes de calor. Debía de haber algún punto de suministro para aquellos que no tienen casa o que no pueden beber en las fuentes. Gracias a la donación de la Fundación Mahou hemos conseguido cientos, miles de botellas para poder dar agua y dar de beber a quien lo necesita”.
“Estoy feliz, es de estas campañas tiernas y frescas para el verano pero sobre todo porque es una necesidad. He aprendido mucho en la iglesia de San Antón solo con escuchar a la gente. Así es como te das cuenta de sus verdaderas necesidades que son simples: un rollo de papel higiénico para ir al baño, o encontrar un sitio que cuando llueve o hace mucho calor y poder estar sentados a resguardo un rato tranquilamente. Las cosas sencillas son las que uno no aprecia hasta que le faltan” concluye el mediático cura.