Poco se parece la Calle Prim de hoy a ese callejón sin salida, llamado del Saúco en el siglo XVII por la existencia allí de un árbol de esta especie (que permaneció durante años con el único fin de recordar la existencia de la antigua huerta de la finca de la Marquesa de las Nieves, de la que viene también la tradición de la calle del Barquillo). Su trazado fue creciendo paulatinamente, terminando en el siglo XVIII en la Calle de las Salesas (hoy Calle del Conde de Xiquena), pero no fue hasta 1852 cuando se verificó su prolongación hasta el Paseo de Recoletos, vía en la que actualmente desemboca.
Pero, ¿de dónde viene su actual nomenclatura? Pues nada más y nada menos que del 28 de mayo de 1895, cuando un acuerdo municipal acordó el cambio de denominación de la vía para rendir homenaje a uno de los moradores más ilustres del cercano Palacio de Buenavista, Juan Prim y Pratsy Prats.
Ministro de la Guerra y Jefe del Gobierno, un 27 de diciembre de 1870 Prim sufrió una enigmática emboscada en la entonces Calle del Turco (hoy Calle Marqués de Cubas) que, según la versión oficial, le ocasionó diversas heridas (en hombro, en codo y manos) que le costaron la vida tres días después a causa de las hemorragias y la septicemia.
Tras el magnicidio, el ilustre herido fue trasladado al llamado Salón de audiencias –usado en aquellos tiempos por los ministros de la Guerra como despacho– y una vez allí le tendieron en un diván que aún hoy conserva el tapizado original, aunque el paso del tiempo haya borrado todo rastro de sangre, y le extrajeron las balas.
Tanta huella dejó Prim en Buenavista que no solo la calle por la que se accede al complejo tiene su nombre, sino que otra de las estancias del palacio, la antigua sala de música, está dedicada al general y en sus paredes cuelgan dos cuadros: un retrato y una escena de la batalla de Tetuán.
El 28 de diciembre la Gaceta de Madrid Gaceta de Madridpublicaba, de parte del Ministerio de la Gobernación:
Según la versión oficial, los médicos retiraron del cuerpo de Prim siete balas, pero hace unos años una investigación realizada por la doctora en Medicina Legal y Forense y antropóloga forense, María del Mar Robledo; y el especialista en Antropología Forense e Investigación Criminal, Ioannis Koutsourais; mostraba una nueva versión de los hechos.
Robledo y Koutsourais encontraron que el cadáver no presentaba ninguna evidencia de autopsia, que algunas de las lesiones existentes son distintas a las que figuran oficialmente en el sumario y que en el cuello hay unas marcas compatibles con lesiones externas características de un estrangulamiento a lazo, conclusiones que reflejaron en el libro Las muertes de Prim.
Es, a pesar del paso de los años, uno de los mayores misterios criminales de la Historia de España, cuyas claves han ido desvelándose durante las últimas cuatro décadas: iba por Madrid casi sin escolta armada y no llevaba pistola y algunos historiadores apuntan que en su muerte participaron altas esferas del Estado (con la participación del duque de Montpensier y la más que probable de su máximo rival político, el General Serrano, tal y como recrea la película “Prim, el asesinato de la calle del Turco”).
Prim, liberal progresista y antiborbónico
Prim, marcadamente liberal de corte progresista y con una personalidad muy contradictoria (era abiertamente antiborbónico y defensor del catalanismo económico pero contribuyó a la construcción del imperialismo español en África) contó con grandes apoyos, pero también con muchos detractores.
En el momento de su fallecimiento, Prim atesoraba diferentes títulos y cargos de gran importancia: era presidente del Gobierno y ministro de la Guerra, capitán general de los Ejércitos, marqués de los Castillejos y conde de Reus. No estaba dispuesto a dejarse manejar como lo había hecho la reina Isabel II y sus antecesores en el trono desde Carlos IV, algo que le habría granjeado muchos enemigos: republicanos, monárquicos borbónicos, montpensieuristas, serranistas, cantonalistas… y dos grandes potencias europeas que sabían que sin Prim España sería distinta.
Con Prim España podría haber conseguido una alianza militar con el Imperio Alemán proclamado por Bismark. En cuanto al plano nacional, Prim controla el Parlamento y el gobierno. Antiborbónico, decide traer un rey extranjero, Amadeo de Saboya, duque de Aosta.
La causa del asesinato de Prim, la número 306/1870, recoge dos planes frustrados para matarle en octubre y noviembre de 1870. Entonces se detuvo a varias personas, que dejaron algunas cosas muy claras: a varios de ellos les iban a pagar diez pesetas diarias mientras estuvieran dedicados al plan criminal y cinco mil duros más cuando hubieran matado a Prim.
El 27 de diciembre, cuatro días antes de que el nuevo rey llegue a España, es cuando tiene lugar el ataque a Prim. Cuando Amadeo de Saboya entró en Madrid su primera visita fue la capilla ardiente de Prim, personaje a quien le debía el trono, en el que tan solo durará poco más de dos años.