La Iglesia de San Antón no es sólo uno de los templos más cool del planeta. Entre sus paredes se encuentran las que dicen son las reliquias de San Valentín, el patrón de los enamorados, quien fuera degollado en la puerta Flaimina de Roma un 14 de febrero de 270 D.C. por casar en secreto a varias parejas pese a la prohibición expresa del emperador Claudio II, que consideraba que los solteros eran mucho más aguerridos guerreros en batalla que los casados.
Vamos, que pese a que muchos consideran que se trata de una festividad inventada por los comerciantes lo cierto es que San Valentín es todo un homenaje al amor con una trayectoria histórica que se remonta a tiempos de los romanos y que Chueca y Salesas pintan mucho en ello, pues albergan un osario con la calavera, dos fémures y varios huesos más que –supuestamente– pertenecieron al santo.
Pero, ¿cómo terminó San Valentín en nuestro barrio? Los restos de San Valentín, como los de muchos otros santos y mártires, se encontraron en las catacumbas de Roma en el siglo XVIII y, como no había lugares suficientes para venerarlos, el Papa decidió enviárselos al entonces rey de España Carlos IV, junto con los de San Pantaleón.
Según el propio el Arzobispado de Madrid, las reliquias de San Valentín fueron donadas por los borbones a los escolapios, que los depositaron en la cripta de las Escuelas Pías de San Antón, en la calle Hortaleza. Desde entonces descansan dentro de una urna de vidrio de estilo rococó en la que se puede leer “San Valentín Mártir, Ob. Patrón de los Enamorados”, aunque permanecieron ocultas hasta 1984.
Semiolvidadas durante años, en 1990 el párroco Francisco Martínez Villar encontró los huesos en el sótano y decidió recuperarlos para «darle una oportunidad al santo» y que los creyentes pudieran pedirle favores relacionados con su «especialidad», dejándolos expuestos en una de las capillas laterales del templo, donde se encuentra el llamado “Crucificado de los Niños”, junto a la Virgen María.
Hasta que la Fundación Mensajeros de la Paz asumiera la dirección del templo en marzo de 2015, sólo podían verse los días 15, 16 y 17 de enero, coincidiendo con la festividad de San Antón, pero desde entonces es posible visitarlos de manera permanentemente las 24 horas del día los 365 días del año.
Eso sí, los restos de San Valentín tienen ahora una nueva ubicación, en una de las capillas laterales de la Iglesia de San Antón, donde se encuentra la copia del cuadro de Francisco de Goya “La última Comunión de San José de Calasanz”, custodiadas por dos ángeles con sendas hojas de palma y bajo una gran corona dorada.
Y, aunque Madrid no es la única ciudad que dice tener las reliquias de San Valentín (en Italia y Dublín o en otros lugares de España como Calatayud o Toro aseguran también tener los verdaderos restos del santo) desde Somos Chueca invitamos a quienes quieran tener suerte en el amor a darse una vuelta por el número 63 de la calle Hortaleza.