Una rana gigante de la suerte, nueva vecina del Paseo de Recoletos
La mayoría de los grandes casinos del mundo cuentan con una atracción turística o artística a sus puertas y el Casino Gran Madrid-Colón no quería ser menos. Por eso, no ha dudado en donar a la ciudad de Madrid una gigantesca escultura con forma de rana que desde ayer a las 20:00 horas y durante un año (prorrogable por otro más) decorará parte del Paseo de Recoletos, justo enfrente de la Biblioteca Nacional.
Para la llegada de tan particular vecina, el Casino Gran Madrid-Colón preparó ayer una gran fiesta que tiñó de color verde (el de la suerte) el Paseo de Recoletos. La expectación estaba servida desde el martes –cuando se procedió a la instalación de la escultura, que fue cubierta para la ocasión por una lona negra– y no dejó a nadie indiferente cuando los grandes globos verdes que rodeaban la escultura elevaron la lona y dejaron al descubierto uno de los secretos mejor guardados.
Como maestra de ceremonias la periodista Carme Chaparro, que explicó a los asistentes los motivos por los que se ha elegido a este animal y que presentó, uno por uno, a los protagonistas de la velada: el autor de la escultura, Eladio de Mora (dEmo); el director del casino, Ángel María Escolano; y a un particular príncipe, Paco León, encargado de darle un mágico beso a la rana para atraer la suerte de todos los madrileños.
Una buena fortuna que este casino quiere recuperar para los madrileños con esta escultura de bronce de cerca de cinco metros de alto y varias toneladas de peso, cuya piel tiene a su vez grabados elementos que, según culturas de cualquier rincón del globo, llaman a la suerte. Donada a la ciudad, aspira a convertirse en un referente escultórico más de Madrid. «No me extrañaría nada que a partir de mañana todo el mundo quisiera hacerse una foto con ella», confesó Chaparro, quien acto seguido dio la palabra al padre de la criatura: dEmo.
Pocas declaraciones hizo el escultor (autor de otras obras que han dejado huella en la ciudad como los patitos de goma flotantes de Cibeles o los osos de gominola gigantes del IFEMA) antes de la retirada de la lona que cubría la estatua. Problemas en la voz y el deseo de mantener el enigma acerca de la creación que ya decora el Paseo de Recoletos hasta el último momento obstaculizaron que desvelara detalles sobre su creación.
Tomó el testigo Ángel María Escolano, director del Casino, para agradecer a la ciudad de Madrid la autorización para poder abrir un centro de juego en el centro de la metrópoli después de noventa años del cierre del último local de estas características. Explicó que, aunque hace ya unos meses que abrió sus puertas, la instalación de esta escultura conmemora la apertura del Casino Gran Madrid-Colón, la sala satélite del ateneo de Torrelodones.
Finalizados los discursos oficiales hizo su entrada en escena Paco León, cuya misión en esta inauguración consistía en ser el príncipe que besa a la rana para desencadenar la magia. Ni corto ni perezoso León se subió a una grúa, tomó una barra de carmín rojo, pintó sus labios y le estampó, no sin dificultad, un beso a la monumental rana.
Reacciones para todos los gustos
Las opiniones de los peatones que esperaban expectantes la escultura fueron de lo más diversas y elocuentes. Desde los turistas que casualmente visitaban el Museo de Cera y se acercaron con curiosidad al calor de los focos, a los que les pareció una iniciativa fantástica hasta mujeres de edad avanzada a los que esas patas tan largas no les terminan de convencer«¿Y no habría sido mejor que la pusieran tumbadita? Así de alta y en medio de la acera molesta un poco», conversaba una anciana con sus amigas.
Otras mujeres preguntaban a los organizadores hasta cuándo estaría la rana, que les parecía «preciosa». Al explicarles que la idea inicial es que permanezca allí un año, ampliable a otro más, replicaron: «Pero que no hagan como con las de Botero, que eran muy bonitas y las tuvieron muy poco. Esta debería quedarse aquí para siempre».
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