Ciudad virtual vs real: Villaverde junto al centro de Madrid y otras estrategias de Airbnb para tomar la periferia

El distrito de Villaverde es el último de la ciudad de Madrid por el sur y uno de los de menor renta per cápita. Anexionado a Madrid en 1952, es en el imaginario madrileño un distrito industrial, de clase trabajadora y, en las últimas décadas, destino de migrantes de muchas partes del sur global. Si preguntas a un madrileño, nunca diría que es un lugar céntrico –está a 10 km de la Puerta del Sol– ni turístico, a pesar de lo cual en los últimos tiempos han llegado los pisos de alquiler turístico, mucho más habituales en otros distritos, como Centro, Chamberí, Salamanca, Carabanchel o Tetuán.

No es un fenómeno exclusivo de nuestra ciudad. En toda Europa, ABNB y otras plataformas similares se están extendiendo a las periferias de las ciudades. Es una tendencia novedosa que han analizado Pablo Martínez, Jorge Sequera y Javier Gil, miembros del Grupo de Estudios Críticos Urbanos (GECU), en el artículo científico Livin’ on the edge: The peripheral host and the production of a digital tourism space beyond the city center. Para ello, han analizado los 243 anuncios ubicados en Villaverde y 3992 comentarios.

“Hemos elegido estudiar Villaverde y no Carabanchel, Usera, Tetuán u otros distritos fuera del centro porque partíamos de la premisa de que, en cierta manera, tienen ya un encanto y una proximidad real con el centro. Llevan tiempo vendiéndose como barrios de moda y tienen una idiosincrasia propia que puede atraer (”el Bronx de Madrid“, ”el barrio chino“, etc). En Villaverde no solo hay barreras espaciales (la M-30, la M-40, un río…) sino también barreras simbólicas fuertes que tienen que ver con las grandes diferencias de rentas de los vecinos”, explica Pablo Martínez a este medio.

Los autores llaman anfitriones periféricos a quienes ponen sus casas o habitaciones de barrios del extrarradio en el mercado del alquiler turístico. Mientras que en el centro de la ciudad lo más habitual es alquilar casas completas, ellos alquilan sobre todo habitaciones. Para competir con el centro, tienen que bajar precios (un 40% , unos 70 euros de ahorro por noche de media). Pero no es suficiente, se ven obligados a introducir servicios turísticos de pago como limpieza, desayuno, transporte en el propio vehículo… y a producir lo que los investigadores llaman un espacio turístico digital, que trata de transformar discursivamente el tiempo y el espacio real entre su propiedad y la zona turística de la ciudad.

“En metro, línea directa a LA PUERTA DEL SOL y PLAZA DE ESPAÑA. En tren, 1 parada a ATOCHA y 2 paradas a SOL, el corazón de Madrid.”; “En 20 minutos estarás en el centro” (en realidad, es más del doble). Estos son algunos de los reclamos que los propietarios incluyen en sus anuncios, a lo que, por cierto, colaboran los inquilinos, que frecuentemente también lo ratifican en sus comentarios.

Los estudiosos de la gentrificación suelen manejarse con la teoría del rent gap del geógrafo Neil Smith, que viene a decir que cuánto más barato es el suelo, la capacidad de plusvalor (rentas) que se puede extraer será mayor, a poco que se revalorice el espacio. De esta forma, los pisos que se compraron en Lavapiés hace dos décadas tienen hoy una gran rentabilidad en el contexto del barrio de moda que es.

Partiendo de esta base, cabría esperar que ABNB creciera más en la periferia que en el centro, pero está ocurriendo justo lo contrario. ¿Qué estaría sucediendo? Que Madrid aún no es un mercado suficientemente importante como para que la ola de los pisos turísticos llegue a inundar significativamente la periferia, pero la apuesta discursiva está ya en marcha ¿Será una ilusión o semilla de lo que está por llegar?

Estado de la gentrificación en Madrid y nuevas formas de mercantilización de la ciudad plataforma

Gentrificación ha pasado, en pocos años, de ser una palabra-palabro –recordamos aquel taller titulado Gentrificación no es un nombre de señora– a ser un término omnipresente y algo manoseado. En el Grupo de Estudios Críticos Urbanos están tratando de complejizar este y otros fenómenos que están cambiando nuestras ciudades.

A la gentrificación más al uso, que en nuestra ciudad suele identificarse con barrios como Malasaña o Lavapiés, le sucedió el fenómeno de la turistificación, explica Pablo Martínez.

“Desde 2015 ABNB aparece con fuerza en la ciudad de Madrid. Se profesionaliza, es decir, en ese momento hay ya empresas que compran y gestionan viviendas para extraerlas del mercado residencial y dedicarlas al alquiler turístico. De repente, eso provoca una especie de mancha de aceite que se va extendiendo por los barrios más cercanos: empieza por Sol o Letras, pasa a Malasaña o Lavapiés y así continúa. Pero nos estamos dando cuenta de que esa turistificación tiene unos límites físicos, Madrid no da aún suficiente rentabilidad como para que se puedan extender a barrios como Villaverde, como hemos visto.”.

Antes, la apertura de una galería de arte antecedía a la gentrificación, pero ya no hace falta una transformación en el barrio para que se produzca esa especie de colonización

Hay también un nuevo proceso que no encaja exactamente en la gentrificación clásica –explica el investigador– aún sin un nombre concreto pero que se caracteriza por no obedecer a las fases que los estudios clásicos solían identificar.

“Se parece al proceso de gentrificación en tanto en cuanto se está expulsando a las clases populares del barrio a través de la subida de los precios, pero no hay ya un discurso cultural previo que trata de poner el barrio de moda. Se ve en Puerta del Ángel. Se intentó al principio con el tema aquel de Bruclin pero es tan burdo que la gente ya no se lo cree. El artículo de Time Out del otro día que decía que Carabanchel era el distrito más cool del mundo…lo mismo, ya no cuela. Ahora mismo, lo que vemos es una operación especulativa con fondos entrando en el mercado, comprando edificios y subiendo los precios. Ya no hace falta la excusa de la contracultura”, explica.

En relación con estos nuevos movimientos en la ciudad, a estas alturas indisolubles de sus nuevas geografías virtuales, tratan de desentrañar el funcionamiento de la ciudad plataforma, esa en la que la residencia se gestiona  a través de ABNB, se liga en Tinder, el transporte se resume en UBER, se pide la comida a domicilio…

“Ya nada queda libre de la mercantilización facilitada por estas herramientas. Esto coincide con la aparición de gig workers precarios para sostenerlo: riders, gente que pica código a destajo, conductores de UBER mal pagados o limpiadoras de ABNB. Antes, la apertura de una galería de arte antecedía a la gentrificación, pero ya no hace falta una transformación en el barrio para que se produzca esa especie de colonización”.